Yann Andréa Steiner
Marguerite Duras
Traducción de Manuel de Lope
Alianza Editorial, Madrid, 2021, 113 páginas.
En un momento en el que está tan de moda la narrativa de autoficción y la ficción de hechos reales, Marguerite Duras convierte en ficción un episodio de su vida amorosa: la relación sentimental y carnal de la escritora con Yann Andréa Steiner, treinta y ocho años más joven que la escritora, homosexual, enfermero, chofer, asistente de confianza y finalmente amante. Por eso mismo, no es de extrañar que el lector se acerque a este libro, pase sus páginas con curiosidad morbosa, entre otras razones porque el cuerpo de Marguerite Duras es ya un cuerpo decrépito, cercano a la muerte. Pero el joven Yann Andréa Steiner la ama y pretende amar ese cuerpo castigado por los años cada día con más pasión, incluso a pesar de las miserias y adiciones alcohólicas de la autora de L’Amant.
El libro, editado en 1992, cuatro años antes del fallecimiento de Marguerite Duras, se remonta a 1980, al encuentro en pleno verano del amante y de la escritora. Y su motor será el deseo, la tensión, el amor no consumado. Pero en lo que no cabe la duda es que el libro es una forma incomparable de revivir el amor entre dos seres a pesar del abismo de la diferencia de edad. Mas ese amor tuvo un largo preludio: con anterioridad a llegar a conocerla, Yann Andréa Steiner le escribió diariamente cartas a Marguerite Duras durante cinco años.
Para la escritora Yann Andréa lo fue prácticamente todo en los doce años que precedieron a la muerte de la escritora. Sobre todo, su último e inesperado amante. También su compañero de bebida, e incluso un personaje literario como revela este libro. La relación entre ambos dio comienzo por un flechazo literario; cuando Yann Andréa y tenia veinte años siendo estudiante de Filosofía en Caen. En ese instante, y tras asistir a la proyección de India Song, el joven estudiante decidió que no leería a nadie más en su vida. Y a partir de ese momento le escribe una carta diaria, como ya señalé, a la que Marguerite Duras nunca respondió. Hasta que Yann Andréa decidió desistir, lo que hizo alarmar a la escritora, Y solo entonces decidió responderle. De inmediato vino el encuentro en el verano de 1980, y ese encuentro supuso la amalgama de dos grandes soledades, porque Marguerite Duras entonces ya una escritora reconocida, vivía sumida en su adición alcohólica, vivía sola, “envenenada por esos medicamentos llamados antidepresivos”.
Y desde la segunda noche en la que durmieron juntos, Yann Andréa se convirtió en su “hermano incestuoso”. Ambos vivieron una relación imposible durante más de una década y media de años. Una convivencia, a veces tormentosa, avivada por el alcohol y sometida a frecuentes crisis debido al carácter y tiránico de Duras. Yann se callaba y encajaba los golpes e insultos con infinita paciencia. Y una curiosidad: los dos amantes nunca se tutearon.
Marguerite Duras
El libro contiene otras dos historias: la relación entre un huérfano de seis años y su monitora que se convierte en una especie de relación amorosa aplazada. La tercera historia es la de una muchacha inglesa que en una estación espera un tren -el tren la de la muerte-, pero que por casualidad no llegó a llevarla a su destino: Auschwitz. Tres historias sin título ni delimitaciones, lo que puede dificultar la lectura, mas la autora crea pasarelas que permiten la comunicación entre ellas. Por eso mismo mo resulta fácil dilucidar si hablamos de tres historias o de una una sola con diferentes momentos en la existencia de los mismos personajes.No obstante, la historia principal es la de la relación vital, amorosa y literaria entre Marguerite Duras y Yann Andréa Steiner
Si algo hay que decir desde la crítica es que la novela narra una historia que gira constantemente sobre sí misma, que no evoluciona, retrotrayendo constantemente al lector al primer verano y al día de la muerte de la escritora. Un eterno retorno.
Francisco Martínez Bouzas
No hay comentarios:
Publicar un comentario