miércoles, 8 de agosto de 2018

UN HOMBRE MINIATURA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN


Memorias del célebre enano Joseph Boruwlaski,

gentilhombre polaco

Joseph Boruwlaski

Lengua de Trapo, Madrid, 133 páginas



   

    Memorias del célebre enano Joseph Boruwlaski, gentilhombre polaco es una apuesta interesante ya que nos permite conocer la historia de este célebre enano que vivió a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Y sobre todo, explorar guiados por su mano y sus peripecias, las cortes europeas en un momento en el que el mundo se debatía entre el Antiguo Régimen y el Siglo de las Luces.

   En las cortes y en los palacios del Antiguo Régimen, era muy frecuente la presencia de estos anormales monstruos de la naturaleza, considerados, sin embargo, como una señal de distinción y exclusividad, que desempeñaba  la función de diversión para la realeza y para la aristocracia. Entre estos seres anormales, los más valorados eran los enanos siempre que sus cuerpos estuvieran bien proporcionados. Al reunir comportamientos amenos y afables, los enanos tenían el privilegio de pasearse por los salones señoriales, gozando de una vida suntuosa a cambio de proporcionar diversión a cortesanos y cortesanas. Personajes pues “de placer” -así les llamaban- que reyes y nobles albergaban en sus palacios poco menos que como juguetes u objetos de diversión.

   Con el cambio de época (paso del Antiguo Régimen al mundo burgués) los enanos verán modificado su status, no su rol. En pocos años, pasaron de vivir entre lujos a tener que ganar su sustento, mostrando sus habilidades delante de un público mucho menos opulento y refinado.

   Las memorias del enano Joseph Boruwlaski tienen el interés de evidenciar este cambio de tiempos. Lo traumático que fue para él y para sus iguales el paso de divertir a reyes y nobles, sus benefactores, a sentir la humillación de ser un espectáculo burlesco para la plebe, exhibiéndose a cambio de dinero. Esa es precisamente la razón por la que Joseph Borulawlaski escribe sus memorias: las redactó, escribe, para rendir cuentas ante si mismo de las diferentes situaciones ante las que se encontró.

   Boruwlaski nació el año 1739 cerca de Halych, en la Rusia polaca. De padres humildes y estatura media. Tuvieron seis hijos, tres de estatura normal y otros tres, entre ellos el protagonista y voz narradora, por debajo de la altura de los niños normales. Sin embargo, no padecían enanismo y estaban bien proporcionados. A los quince años fue acogido por su benefactora, la condesa Humieska que lo llevó a Viena y lo presentó a la Reina Emperatriz que lo consideró una de las cosas más divertidas que jamás había visto. Obtiene las voluntades de todos los que lo conocen aunque, a la vista de los demás, no era más que un muñeco. Despierta la misma curiosidad en Múnich y en otras cortes europeas y, poco a poco, va adquiriendo una educación amplia y refinada, hecho que provocó el celo y las venganzas de otros enanos.

   Una de las secuencias más interesantes de las memorias de Joujou -así le llamaban- es el relato en el  que nos confiesa su atracción por el sexo femenino, del que, reconoce, depende la felicidad de los hombres. Y es así como se enamora de Isaline Barboutan, una joven acogida por su benefactora. Lo relata en un episodio que ocupa buena parte de las memorias de Joujou. A  pesar de ser consciente de que su tamaño corporal es un obstáculo para alcanzar la felicidad, acaba por declararle su amor a la chica, pero no como podría hacerlo un niño. Después de múltiples rechazos, la madre de la joven da su consentimiento para la boda, sin contar con la aprobación de la hija porque el enano cuenta con la aprobación de un príncipe, y ve en el matrimonio un asunto ventajoso. Y Joujou, a partir de la boda, se verá obligado a exhibirse a cambio de dinero por distintos países de Europa.

   
                                               
Joseph Boruwlaski


   Más que lo hechos, aventuras, viajes y personalidades a las que Borulawski conoce -María Antonieta, el Príncipe de Gales y los reyes de media Europa-, las memorias de este hombre miniatura pero de gran talento, permiten que nos acerquemos a las prácticas del Antiguo Régimen, heredadas de las fiestas y entretenimientos con los viejos bufones medievales. Una época en la que el hecho de poseer uno de estos monstruos de la naturaleza era considerado un signo de exclusividad de las clases sociales más poderosas. Frente a esas prácticas, el comportamiento del protagonista, reflejado en estas memorias, es una verdadera lección sobre la igual dignidad de los seres humanos, sea cual fuere su condición física.


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