miércoles, 6 de marzo de 2013

UNA GRAN CRÓNICA DEL CONVULSO 68 NORTEAMERICANO


Miami y el sitio de Chicago
Norman Mailer
Traducción de Antonio G. Maldonado
Capitán Swing Libros, Madrid 2012, 278 páginas.


   Norman Mailer no solamente fue un gran escritor, ganador de dos premios Pulitzer (Los ejércitos de la noche, 1968, La canción del verdugo, 1980), sino también un comprometido activista antisistema y un periodista político con profundas raíces en la literatura. Como tal, nos transmitió la crónica de una época convulsa en todo el mundo, pero sobre todo en EE.UU: la del año 1968. Fue el año en que EE.UU se engolfa  en la guerra de Vietnam con grandes reveses  que marcaron el destino de aquella guerra neocolonial.
   El panorama en el interior del propio país no es menos sombrío: intento de asesinato de Andy Warhol, asesinatos de Robert Kennedy y Luther M. King, seguidos en las semanas siguientes de actos vandálicos en Memphis, Harlem, Brooklyn, Chicago, Detroit y Boston. Sin duda un año trágico marcado por signos infaustos y no por las utopías de los hippies y por el despertar de de la conciencia negra con derivas extremistas: el racismo de una parte de la sociedad americana sureña y la virulencia de los Black Power.
   Ese año Norman Mailer, militante de izquierdas, ya había digerido ese estado de cosas, participado en movilizaciones y protestas y narrado en su libro Los ejércitos de la noche la marcha sobre el Pentágono de 1967. También ese mismo año y en ese atribulado contexto se celebraron en Miami y Chicago las convenciones republicana y demócrata. La revista Harper’s encargó a Mailer que cubriera ambas convenciones. De ellas saldrían elegidos como candidatos Richard Nixon y Humbert Humphrey. Y una vez, Norman Mailer ejerce con su periodismo político de conciencia atribulada de América.
   Sus crónicas están contenidas en este libro y son en buena medida el reflejo del sentir de la sociedad civil norteamericana en uno de los períodos más críticos de su historia, tanto por la importancia política del resultado de las respectivas convenciones, como por la relevancia e impacto sociocultural que lo allí acontecido iba a tener en los años siguientes.
   Mailer escribió las crónicas de ambas convenciones con una predisposición muy diferente. Despreciaba al partido Republicano y nunca ocultó su fervor por los Demócratas. Sufrió lo indecible, como confesa en estas crónicas,  con la muerte de Robert Kennedy y admira el progresismo de Rockfeller en un partido cercano a la ultraderecha. Rechaza a Lyndon Johnson, se siente decepcionado con Humbert Humphrey (el candidato elegido, el candidato de la mafia), desprecia al tramposo Nixon, duda de la capacidad de los hippies para presentar una propuesta viable para un país a la deriva.
   Las crónicas de Norman Mailer describen los escenarios con una lenguaje rico: Miami, solaz de los Republicanos ricos y horteras; Chicago, una ciudad rebosante de mataderos, donde los demócratas se desangran sabiéndose perdedores y con un alcalde, dueño y señor de la ciudad que se encargó de azuzar a la policía contra los grupos antimilitaristas, hippies y los yippies, e incluso contra los mismos periodistas.
   Su crónica delinea un verdadero cuadro hiperrealista, pintado con el retrato del perfil de los protagonistas de ambas convenciones y con finos ramalazos de ironía ácida y sin concesiones, en un momento en el que la política es un implacable mercado conducido por gente no menos implacable.

Francisco Martínez Bouzas



Norman Mailer

Fragmentos

“El cronista, sin embargo, está obsesionado con él. Nunca ha escrito nada bueno sobre Nixon. Durante años había sido el objeto de sus comentarios más afilados, lo despreciaba sin remedio desde su discurso de Checkers en 1952  -alguien dispuesto a sembrar sentimentalismo en semejante ciénaga sería capaz de apretar cualquier botón para meterse a las masas en el bolsillo y en aquellos días se sufría gran temor a cualquier tipo de botón que pudiera hacer estallar una guerra atómica-. La aparición de Nixon en televisión provocó arcadas. Había un abismo entre el hombre que hablaba y el hombre que había tras el orador, lo que no dejaba de ser una muestra de la esquizofrenia del público americano, en caso de que no se percatara del abismo.”

…..

“Hemos presenciado hasta ahora una versión de la convención demócrata de 1968. Pero no se ha descrito el evento. La convención transcurrió durante cinco días seguidos de luchas en las calles y parques de Chicago, luchas entre algunos de los más fanáticos propietarios del poder y algunos de los jóvenes más nihilistas. Pero si hubiéramos empezado por una descripción de esta batalla excelsa, no habríamos podido transferir automáticamente el interés a la convención, puesto que todo lo que ocurría en el anfiteatro no era más que un reflejo de la guerra callejera.”

(Norman Mailer, Miami y el sitio de Chicago, páginas 54-55, 163)


sábado, 2 de marzo de 2013

LAS LUCES Y LAS SOMBRAS DE LOS AÑOS 60

Estaba en el aire
Sergio Vila-Sanjuán
Ediciones Destino, Barcelona 2013, 235 páginas.

  

   En las librerías el 12 de febrero, Estaba en el aire es la novela que confirmó la alternativa como novelista de Sergio Vila-Sanjuán, periodista cultural, que debutó el año 2010 en el terreno de la ficción. Un debut quizás tardío y una alternativa altamente exitosa porque se hizo merecedora del Premio Nadal 2013, el decano y uno de los más prestigiosos de los premios literarios que se conceden en España.
   La obra ganadora, Estaba en el aire, es la radiografía de una ciudad efervescente como es Barcelona a comienzos de los años 60. La novela tiene su origen en las historias de la visa social y empresarial que el escritor escuchaba en su casa durante su infancia y adolescencia, especialmente en los recuerdos de su padre, publicista vinculado estrechamente al periodismo.
   Estaba en el aire es una novela coral, la novela de una ciudad que despierta en las vísperas de aquellos “Veinticinco años de paz”. Y amalgama distintas historias bajo el hilo conductor de un programa de radio, “Rinomicina le busca”, que existió realmente y que, emitido desde Radio Nacional de España en Barcelona, buscaba y ponía en contacto con sus familiares a personas desparecidas. El programa radiofónico es el nexo entre esas historias que retratan con fidelidad una ciudad en la que se cruzan dos mundos: el de la gente que hace gala de sus viejos blasones nobiliarios y el de ese mundo moderno y emergente que en la Zona Franca fabrica el Seat 600, impulsado por hombres de negocios que beben whisky, hacen negocios, siguen el órbita del poder, pero miran así mismo hacia delante con dinamismo, creando riqueza, sin nostalgia por viejos resplandores y guiados por una moral sumamente acomodaticia. Es la clase dirigente catalana que acata al régimen franquista. A su lado la sociedad de consumo que se suma al progreso con los tocadiscos Königer, las neveras Kelvinator o los aspiradores Ruton. La ciudad más europea, liberal y avanzada de España con una moral rigurosa de puertas afuera y muy permisiva en las interioridades de la vida familiar. La fidelidad conyugal, a pesar de las leyes que penalizaban el adulterio, especialmente en las mujeres, no es un valor en alza y así, por ejemplo, en el imaginario de las mujeres de la clase alta se veía con buenos ojos que los pelmazos de sus maridos  tuviesen una amante para así no tener que aguantarlos ellas todo el día.
   Las innumerables historias que desgrana Vila-Sanjuán retratan con pelos y señales las luces y las sombras de esta Barcelona de los años 60. Pero entre ellas sobresalen las vivencias de cuatro personajes, cuyas historias se van entretejiendo poco a poco y que convergen en un desenlace cerrado: Juan Ignacio, un joven publicitario que apuesta por el programa  de radio de búsqueda de personas y que en su idealismo cree ingenuamente que aquella sociedad férreamente atada puede cambiar; Antonio Luna, un joven sin pasado que pierde a su madre en la huida a Francia tras la Guerra Civil y que llega  a Barcelona con la esperanza de hallar sus orígenes; Tona, una bella mujer de la alta sociedad, víctima de un marido malvado, a la que todo el mundo ve como mujer “suelta”, bocado apetecible para ciertos círculos sociales llenos de maridos adinerados y que, sin embargo, sabrá jugar muy bien sus cartas; Casimiro, el poderoso industrial, miembro de la burguesía franquista y amante de Tona.
   Todos ellos se mueven en esa ciudad en la que, después del Plan de Estabilización de 1959, empieza a verse cierta luz al final del túnel. En sus días y sus noches se mezclan historias de reencuentros de hijos perdidos en la guerra, relatos de fiestas y lujo mezclados con la miseria de la emigración asentada en el barrio chabolista de Somorrostro y con las sombras del poder que seguían siendo poderosas y alargadas.
   Sergio Vila-Sanjuán traza un lucido fresco de una ciudad repleta de historias con el sabor del pasado en una novela cuyo único fin es el placer de la lectura. El autor, desde el punto de vista narrativo, no pretende enseñar nada. No juega ni se pierde en experimentos e innovaciones formales. Las distintas historias amalgamadas en su novela forman un tejido lineal, ajeno a cualquier complicación formal, pero escrito con la solvencia de quien conoce, a través de los recuerdos de su propia familia, la historia de una ciudad que transita desde los agujeros negros de la miseria a una sociedad de consumo, aún poco abierta, pero sutilmente golfa.

Francisco Martínez Bouzas


Sergio Vila-Sanjuán

Fragmentos

“Hay en el origen de todo, una imagen borrosa. Transcurre el segundo año de la Guerra Civil española. Las baterías del ejército llamado nacional han intensificado su bombardeo sobre una ciudad que demora inútilmente su rendición. Muchos de sus habitantes han emprendido la huida por las estrechas y maltrechas carreteras que llevan hacia la costa o  a la montaña. Entre ellos, una madre que arrastra, como puede, dos niños pequeños que la siguen. Pasa un camión en cuya parte trasera se amontona un grupo de civiles. Se oyen explosiones a lo lejos. Un hombre le grita: «Suba, aquí aún hay sitio», y le tiende los brazos para coger al primero de los dos pequeños. El vehículo ralentiza su marcha. Unos bombarderos se aproximan por el cielo nublado. Más brazos se tienden para ayudar a subir a la mujer y al otro niño, que siguen al vehículo, ahora corriendo. Las bombas están cayendo cerca, el camión acelera. Desde la trasera gritan al conductor que se detenga, pero la situación se ha convertido en un infierno y los aviones ametrallan a coches y personas que huyen. El camión aumenta la velocidad, los ocupantes de la trasera se tiran al suelo, allí cerca está muriendo mucha gente. La madre queda en tierra, con los brazos en el aire y sólo uno de sus hijos con ella. El camión sale de escena.”

…..

“Aquí Tona ha hecho alusión a uno de los mitos familiares de la burguesía barcelonesa, que hacía de las queridas una institución aceptada y hasta fomentada. A principios del siglo XX los industriales emergentes iban con sus esposas legítimas al emporio de la ópera y observaban con prismáticos otros palcos de mujeres sueltas. Un día, la esposa de uno de estos prohombres está escudriñando entre el público y le dice  a su marido: «Mira, por ahí va Fulanita, la querida del industrial Gonyalóns. La verdad Josep, es que es mucho más guapa la nuestra». En el imaginario que acompaña a esta historia se supone que a muchas mujeres de la clase alta ya les iba bien que sus maridos, a quienes consideraban unos pelmazos, tuvieran una amante fija, para así no tener que aguantarlos ellas todo el día.”

(Sergio Vila-Sanjuán, Estaba en el aire, páginas 45-45, 149-150)

domingo, 24 de febrero de 2013

"INTEMPERIE", EL MIEDO Y LA DIGNIDAD EN EL PAISAJE DE LA DESOLACIÓN

Intemperie
Jesús Carrasco
Editorial Seix Barral, Barcelona, 2013, 223 páginas.

  

   Intemperie es el debut afortunado de Jesús Carrasco, hasta ahora redactor publicitario, porque  antes de que su novela apareciese publicada en español, trece países ya habían adquirido en la Feria de Franckfurt los derechos de edición. Seix Barral, el sello editorial barcelonés está promocionando la novela en España comparándola con la riqueza de Miguel Delibes y con la fuerza de Cormac McCarthy. Todo ello, amalgamado en una voz propia, fresca y diferente. Hoy Intemperie se ha convertido en una de las grandes apuestas editoriales de Seix Barral para 2013.
   Intemperie se yergue sobre el miedo y la dignidad como temas de fondo desarrollados a través e una historia extremadamente austera y de unos actantes, un niño acosado y un cabrero anciano, prácticamente como únicos materiales. Todo lo demás es atemporal y ajeno  a cualquier geografía concreta. Solamente sabemos que ese dúo de protagonistas y sus perseguidores se mueven por un páramo calcinado por el sol y que el muchacho huye de algo, sin que se nos diga el qué, aunque sospechemos que se trata de situaciones malignas. También del desamparo.
   Todo da comienzo en un agujero en el que un niño se esconde después de haber escapado de su casa. Los vecinos lo buscan. Ese es el peligro. Cuando pasa, se encuentra caminando hacia el norte evitando senderos y perdido en una inmensa llanura de terrones de arcilla y piedra, asolados por la sequía. Hasta que se encuentra con un viejo cabrero. Uno y otro irán atravesando el paisaje hostil, sin ningún destino concreto. El niño huyendo de la implacable persecución de un alguacil de quien guarda un obsceno secreto. Ambos, el niño y el cabrero, parecen unir sus destinos porque luchan por la supervivencia en aquel paisaje desolado, atenazados por la sed, la insolación -las leyes del llano- y la violencia del alguacil y sus hombres cuando los localizan.
   A partir de aquí el relato revienta en ciertas  constantes que lo configuran: el miedo, la violencia y la presencia del mal, un mal viscoso, nunca nombrado de forma explícita, pero que ha estado esclavizando al niño. Y una cierta ética como la que impone el deber de enterrar a los cuerpos a los que se ha abatido.
   Intemperie -lo reconoce Jesús Carrasco- es una novela que forma parte de su propio proceso de aprendizaje. El referente más inmediato parece ser sin duda La carretera de Cormac McCarthy: esa itinerancia hacia el sur de un hombre y un chico en un mundo apocalíptico. Pero la novela de Jesús Carrasco  es mucho más escueta y desnuda, lo que le permite manejar con más precisión los elementos narrativos. En la novela, ni el cabrero, ni el niño, ni ningunos de los perseguidores tienen nombres. Tampoco los lugares. Todo esta difuminado en ese medio sumamente hostil y de este modo surge nítida la sustancia de la ficción: la relación del ser humano con el medio por más desolado que sea y la opción por la justicia con la toma de partido frente a la violencia. Los personajes además tienen mucho de arquetipo: ellos son la víctima propicia e inocente, el perseguidor corrupto y la frágil figura del cabrero, paradigma de una justicia primitiva. Por eso mismo, la novela transita toda ella hacia el terreno de la fábula.
   Entre los muchos méritos de la ficción de Jesús Carrasco desearía destacar ante todo lo apropiado del desarrollo narrativo, con variación de ritmos: lento cuando narra el trasiego interminable por ese paisaje desolado, quemados los protagonistas por el sol y la sed. Vertiginoso  cuando el miedo se convierte en acontecimiento real e inminente. Y junto a ello, el exquisito laboreo estilístico. El autor es un gran observador. En esa llanura desolada -“un mar de arena brava”- funcionan todos los sentidos, nuestra plena animalidad, la sensorialidad que es capaz de convertir un secarral en algo estético. Y en esa rica relación con el entorno, el escritor se siente apoyado por el rescate de una prosa tradicional -veja le llama él- que busca la palabra justa, rescatándola muchas veces de un corpus léxico de voces arcaizantes, arrancadas de la vida rural y que hoy parecen olvidadas. Con ellas, una sintaxis simple y precisas y sobrias aunque abundantes descripciones que convierten al erial desolado en protagonista así mismo de la narración, hilvana Jesús Carrasco una buena novela, en la que, si algún pero puede atribuírsele,  es un cierto desajuste al poner en boca de un niño interrogantes y razonamientos impropios de sus edad.

Francisco Martínez Bouzas




Jesús Carrasco

Fragmentos

“Descendieron por una vereda estrecha conteniendo al burro, que perdía apoyo a cada paso. Las cabras, cada una por su lado, najaban haciendo que se deslizaban sobre hachas, hasta llegar al fondo de la sima donde algunas de ellas fracturaban costillas prístinas. Huesos en todas las etapas posibles de degradación. Sedimentos de polvo cálcico, hileras de vértebras vacunas, poderosas pelvis. Arcos costillares y cornamentas. Una res sin ojos a la que todavía le aguantaba el pellejo. Un saco hediendo en medio del día que despuntaba. El faro de su descanso.”

…..

“Entendió que el viejo no sería quien le entregara la llave al mundo de los adultos, ese en el que la brutalidad se empleaba sin más razón que la codicia o la lujuria. Él había ejercido la violencia tal como había visto hacer siempre a quienes le rodeaban y ahora, como ellos, reclamaba su parte de impunidad. La intemperie le había empujado mucho más allá de lo que sabía y de lo que no sabía acerca de la vida. Le había llevado hasta el mismo borde de la muerte y allí, en medio de un campo de terror. Él había levantado la espada en lugar de poner el cuello. Sentía que había bebido la sangre que convierte a los niños en guerreros, y, a los hombres, en seres invulnerables. Creía que el viejo le haría pasar, coronado de laurel por un esclavo, bajo el arco de la victoria.”

(Jesús Carrasco, Intemperie, páginas 68, 162)

miércoles, 20 de febrero de 2013

"ABSOLUCIÓN": LAS DESVENTURAS DE UN EUNUCO SENTIMENTAL Y EXISTENCIAL

Absolución
Luis Landero
Tusquets Editores, Barcelona, 2012, 318 páginas.


   Críticos y periodistas culturales de distintos medios han elegido esta novela de Luis Landero como una de las tres mejores de la literatura española de 2012. Un elección ni gratuita ni injustificada porque Luis Landero es un de los grandes narradores de la actual literatura española. Y Absolución una novela de alto voltaje cervantino, compleja y difícil de escribir -ahí justamente radica su mérito-, pero con una lectura que tira irremediablemente de aquel que se aventura con ese estilo lleno de precisión, de matices y a la vez de hallazgos formales que encontrará ya en la primera página. Sus comienzos tardíos (Juegos de la edad tardía, 1989) y su obra más bien parca non son un óbice para que Luis Landero deba ser considerado el gran prosista de la actual narrativa española, un prosista epígono de Cervantes, con cuya obra se ha comparado su narrativa, por esa armonización singular de la retórica culta con la naturalidad familiar de la lengua hablada. En esta misma novela por boca de su héroe o antihéroe  homenajea a la lengua: “¡Qué delicia hablar en claro y edificante castellano! Llamar a las cosas por sus exactos nombres, descansar en la gramática del mundo incomprensible, de la vida extenuante. Las palabras, ¿no es ese nuestro mejor y más seguro hogar?” (página 122).
   Admirable la vestimenta  y admirable el contenido de sus tramas: ese microtexto prosaico a primera vista, poblado por protagonistas tan ridículos como entrañables, que sueñan con la felicidad, el amor, la gloria, o algo mucho más modesto: la absolución que le otorgue la definitiva paz a este eunuco sentimental y existencial que protagoniza la novela que hoy comento.
   Narrada desde diversos tiempos, con analépsis que no dificultan sin embargo la lectura, en Absolución nos encontramos con la zozobra de vivir protagonizada por su héroe/antihéroe  que comienza contándonos su historia un jueves de mayo, de camino a una comida familiar para celebrar su matrimonio con Clara, la mujer a la que ama y le hace feliz. En la recapitulación de su pasado, nos enteramos del mal que le aqueja desde la adolescencia: el tedio, la contingencia, palabras hechas a su medida, que reflejan perfectamente los fantasmas que le atormentan: siente el soplo de la contingencia pero “sigue royendo engolosinado el hueso de la intranscendencia de vivir”. Enamora y se desenamora de las mujeres por nimios detalles y tiene la invencible manía de escaparse de los sitios y de eludir compromisos. Como el río de Heráclito, él siente constantemente la necesidad de levantar el vuelo. Y cuando parece definitivamente asentado y  a las puertas de un matrimonio en el que cifra su felicidad, de nuevo el azar, la estúpida contingencia le convertirán en un fugitivo, esta vez de verdad.
   Aparece la culpa y con ella la huida en la que topa con personajes curiosos, estrafalarios o simplemente corrientes, cuyo encuentro garantiza una lectura realmente seductora. La trama finalmente arrastra al lector, necesitado de saber si este ser solitario -pero solitario social- recibirá finalmente el remanso de la absolución.
   Absolución es un verdadero muestrario, una suerte de retablo de Brueghel pero pintado con ilusiones, penas, efímeros momentos de felicidad, de absurdos gobernados por el azar. Con todo ello construye Luis Landero una exquisita novela, sustentada en personajes muy especiales. Una novela para paladares esquistos, esos que no buscan el best seller, sino la buena literatura, en este caso sobre el encaje vital y sobre las dificultades de encontrar nuestro lugar en el mundo. Novela profunda, con un leve toque filosófico, representado por la relevancia de la contingencia, pero a la vez sugestiva, con escenas mágicamente delirantes. Erguida con un diseño arquitectónico que permite una lectura lineal, a pesar de las alternancias temporales y de un derroche imaginativo en la construcción de tipos humanos: tanto los ineptos consumidos por el tedio como los sabios consejeros, propios de una novela de aprendizaje sobre la felicidad, condición que también comparte Absolución.

Francisco Martínez Bouzas



Luis Landero

Fragmentos

“Había una palabra que, al igual que la frase de Pascal, le abrió en un instante un tesoro de conocimiento. Esa palabra era contingencia, y se la oyó por primera vez a su profesor de ética. Fue oírla y entenderla en toda su potencia significativa de un solo golpe de intuición. El profesor llevaba, por cierto, una rebeca de punto de color granate y unos pantalones marrones de género, y con la uña del meñique no hacía más que intentar, cada vez con menos disimulo, sacarse una pizca de algo que tenía entre las muelas. Así de contingente, de casual, de arbitraria es también la memoria.”

…..

“Y según contaba, según las palabras hacían renacer el pasado de su propias cenizas, algo iba naciendo y desbordándose en él, un sentimiento de gratitud y de concordia con el mundo, consigo mismo y con el prójimo, representado por el señor Levin, que seguía escuchando con prontitud e intensidad, y por el momento se imaginó que, igual que Orestes cuando llegó a Atenas tras su penosa travesía de expiación, estaba declarado ante una asamblea que no solo estaba allí para escucharlo sino también para juzgarlo, y condenarlo o absolverlo, por sus errores, sus culpas y sus méritos. Pero había algo en aquella mansa noche de septiembre que invitaba ala benevolencia y  ala levedad. Convertida en palabra, es verdad que su vida adquiría ahora algún sentido, aunque fuese difuso y contingente. La secreta armonía del conjunto, pensó, y el recuerdo de Gálvez lo obligó  a sonreír y a dar, con esa  sonrisa, por concluido su relato.
Siguió un largo silencio. Y Lino se sintió muy bien, allí, feliz, purificado, sin un futuro al que temer y, por una vez, sin necesidad ni ganas de estar en otra parte.”

(Luis Landero, Absolución, páginas 22, 316)

lunes, 18 de febrero de 2013

"NOVELISTAS", DE HENRY JAMES: LA SIMBIOSIS ENTRE CRÍTICA Y FICCIÓN

Novelistas
Notas sobre novelistas
Henry James
Traducción de Amelia Pérez de Villar
Editorial Páginas de Espuma, Madrid, 2012, 493 páginas.


   Henry James no solo es el gran narrador de la gente bien norteamericana -“estaba enamorado de balaustradas de mármol”, escribe sobre sus lindas pequeñas historias T. S. Eliot-, sino que fue así mismo un gran ensayista. En su faceta como narrador, novelas suyas como Las bostonianas, Otra vuelta de tuerca o Daisy Miller vertebran dos siglos con una mente tan refinada y un análisis psicológico de sus personajes  tan profundo, que toda explicación material sobre el status material, por ejemplo de sus protagonistas, carece de sentido.
   Pero, como acabo de decir, la sofisticación formal no le impidió al escritor nacido en Nueva York en 1843, aunque pasó la mayor parte su vida en Europa, trabajar desde el otro lado del espejo y elaborar desde ese envés textos críticos o simplemente divulgativos sobre algunos narradores anglosajones, italiano o franceses, analizando sus obras con un excelente ojo crítico.   Henry James leyó atentamente y como personal aprendizaje a sus coetáneos y sobre sus obras tomó notas para descifrar la esencia del arte de la narración. Fruto de todo ello es este volumen Notes on novelists with some other notes, publicado originalmente en 1914 y traducido ahora al español por Páginas de Espuma. La obra, que en su tiempo provocó una gran polémica, nos permite acercarnos ahora y captar  la perspicacia crítica del novelista anglosajón, un verdadero paradigma de la perfecta simbiosis entre crítica y ficción, ejercida por el mismo creador.
   La sutil penetración con la que Henry James lee a sus contemporáneos, la podemos observar nada más abrir el libro, en el texto dedicado a Robert Louis Stevenson, gran amigo de H. James y al que admiraba profundamente. En dos o tres párrafos define al escritor y al personaje de una forma insuperable, hasta tal punto que podríamos quedarnos solamente con ese inicial bosquejo para reconocer al autor de La isla del tesoro.
   Con similar profundidad en su calado se acerca a los grandes maestros de la novela decimonónica: Émile Zola y su naturalismo sin fronteras; Gustave Flaubert, un inmenso autor al que, sin embargo el puritanismo sexual de Henry James (un escritor que jamás alude al sexo) nos presenta entre reproches de obras frustradas, aunque termine definiéndole como “el novelista del novelista” en un tiempo en el que todos somos novelistas ( página 122).
   Analiza a continuación a Balzac, a George Sand, esa mujer cuya escritura ha sido tan denostada por su rebosante sentimentalismo,  a la que, sin embargo Henry James  analiza con mirada certera, situando perfectamente la esencia de su arte. Algo semejante ocurre con Gabriele D’Annuncio, autor en el que Henry James personifica la figura del genio: aquellos escritores cuyo estilo y cuya fuerza surgen a borbotones desde las profundidades de su ser. Escritores que inician su andadura tocados por la gracia y no impulsados por el afán.
   Se cierra el volumen con un escrito polémico en su tiempo, “La nueva novela” y con otros ensayos menores como el dedicado a Dumas hijo, a  Charles Eliot Norton y un estudio critico de la novela gótica El anillo y el libro de Browning.
   En definitiva, un volumen imprescindible de uno de los iniciadores de la crítica literaria anglosajona y  lúcido escritor, que nos permite conocer a la vez las relaciones entre la obra crítica y la ficción.

Francisco Martínez Bouzas




Henry James

Fragmentos


ROBERT LOUS STEVENSON


“Robert Louis Stevenson tuvo la inmensa suerte de crear, en mayor medida que cualquier hombre de su oficio en nuestros días, un corpus de lectores inspirados por unos sentimientos que nosotros, mayoritariamente, ponemos sólo al servicio de aquellos a los que profesamos un afecto personal. No hay nadie, podemos afirmar con total seguridad, de cuantos conocieron al hombre, que no fuese también devoto del escritor, confirmándose así una regla general (si es que existe tal cosa) que nos ofrece muchas excepciones; pero como es natural y no necesariamente inconveniente, no todos los devotos del escritor tuvieron la posibilidad de llegar hasta el hombre. La cuestión fue que, de algún modo, el hombre sí llegó hasta ellos y leerle –me refiero a leerle en toda la magnitud de sus atractivo- llegó a significar para mucha gente casi tanto como conocerle en persona.”

…..

GABRIELLE  D’ANNUNZIO

“Arroja Una luz sobre la conciencia estética de nuestra época mucho más directa e inevitable de la que se ha alcanzado, según yo lo veo, en otro ámbitos; y hay más de un misterio que él, si se le pregunta con acierto, puede ayudarnos a esclarecer y –por lo que me parece- más de una explicación que él puede dar a nuestras desventuras. Comienza su andadura con la enorme ventaja de estar tocado por la gracia, y no impulsado por el afán, y de hacer brillar la llama llevado por un lema que no es ni el sudor de su frente ni la aspiración de su cultura.”

(Henry James, Novelistas, páginas 9, 272

jueves, 14 de febrero de 2013

"TUYA", CUANDO EL SEXO SE CONVIERTE EN DROGA


Tuya
Cecilia Guiter
Ediciones Temas de Hoy,  Madrid, 2013, 319 páginas.


   No cabe duda de que la trilogía de E. L. James, Cincuenta sombras de Grey, ha marcado un antes y un después en el ámbito de la literatura erótica, al menos en cuanto a ventas se refiere. Desarrollada a partir de la “fanfiction”, el 1 de agosto del pasado año Amazon anunciaba que había vendido más copias que de  la serie completa de Harry Poter. Es que la descripción revalorizada de los placeres carnales que vuelve a la carne deseable, como un juego placentero, ha estado asociada a la cultura y a la sociedad, y en definitiva a los seres humanos, desde siempre y a pesar de las censuras. Lo sigue y lo seguirá estando. Con la llegada de Internet se han facilitado las cosas y la literatura erótica, aunque de forma transversal, ha alcanzado un gran incremento. El anonimato y la facilidad para crear sitios web están facilitando su difusión.
   Cecilia Guiter, otro fruto del taller literario de Clara Obligado, debuta en la narrativa de formato largo con esta novela, Tuya, un texto con una profunda carga erótica, pero no solo eso, editada en Temas de Hoy.
   La autora en efecto enhebra una novela de alta pulsión erótica, pero no exenta de trama argumental, con un buen desarrollo narrativo, fácil de leer, y sobre todo siendo su texto un fiel reflejo de los hábitos de nuestros días en materia sexual y un testimonio de hasta qué  punto puede llegar la sumisión. Novela de sexo explícito, con múltiples escenas de alto contenido erótico. Pero quizás el componente sexual es lo menos importante en este debut narrativo de Cecilia Guiter.
   La novela nos traslada la historia de Dakota Udaz, una mujer divorciada que a sus treinta y siete años ha desarrollado en plenitud su faceta profesional, ha adquirida un gran status  en la empresa en la que trabaja, cuenta con buenas amigas, pero su trabajo empieza a absorberla tan sutilmente que, sin siquiera percatarse, comienza a tener sueños húmedos. Buena estudiante, exitosa, todavía es joven, se siente una persona completa, libre y feliz, aunque no tiene vida sexual. Pero de pronto toma una decisión: buscarse un amante. Sus amigas la aconsejan ir directamente a un portal de ligues por Internet. Lo que busca es acostarse con un hombre sin implicarse emocionalmente. Lo halla en el primer intento y aquí comienza una impensable historia de sumisión, que convierte en un título muy apropiado  el que la autora ha elegido para rotular su novela. La protagonista se verá sometida a experiencias sexuales extremas, a emociones nuevas en una mezcla ambivalente de sentimiento y deseo.
   Todo ello hace que surja espontánea la reflexión y la pregunta que inquietará sin duda al lector: ¿hasta dónde llega el poder del deseo? Ese deseo sexual convertido en  absoluto acatamiento, que es capaz de arrastrar a una mujer madura, culta, educada “maternalmente de Corte Clásico”,  a soportar situaciones límites como que terceros la hagan suya, atada, exhibida, prostituida simplemente porque  todo eso pone cachondo al “maravilloso” hombre que encontró en Internet, un adicto que ha convertido el sexo en el epicentro de su vida. La relación tóxica y obsesiva termina como tenía que acabar: en la incertidumbre y en las puertas de la tragedia.
   Novela de protagonismo femenino. Son mujeres las que con éxito manejan una empresa, las que toman iniciativas, las dueñas de sus cuerpos y de sus deseos, las que, a conciencia, se convierten en Gatas Salvajes, las que rompen con los tabúes sexuales y afrontan sus consecuencias. Si hay un apelativo que en justicia les corresponda a los varones de esta novela, éste, con la excepción del amigo Nick, es el de “escapismo”.
   Una vez más con el digno debut en la narrativa de formato largo de Cecilia Guiter, la literatura recrea con su juego interminable y  a veces insensato de palabras, una historia erótica, con el acicate  de intrigantes preguntas que sin duda desasosegarán al lector mucho más que los escenarios sexuales y el sexo explícito del que está repleto esta novela.

Francisco Martínez Bouzas



Cecilia Guiter

Fragmentos

“Esta noche, Dakota ha tenido otro sueño húmedo. Medio dormida, sin abrir los ojos aún, trata de capturar las imágenes evanescentes. Entonces lo evoca: un hombre entra en su cuarto y avanza hacia ella. Está desnudo de cintura para arriba y muestra un torso grande, con bastante vello, brazos musculosos y un tatuaje tribal en el izquierdo. Su cara tiene los rasgos difuminados. Se desprende de los pantalones. De pronto está junto a su lecho La ley de la gravedad y el tiempo son diferentes, con una cualidad sensual. La mira. Ve la huella de su cuerpo bajo la sábana de un blanco nacarado. Alza la mano y retira la sábana despacio, haciéndole notar la tela por su piel. Se sube encima de ella a horcajadas. Ambos están desnudos y ella desea recibirlo. Sujetándola por las muñecas, la penetra con una mirada neutra. Dakota ve una fisonomía sin rasgos y aún así se estremece.”

…..

“Sueña  que Eliseo aparece en su cuarto. Trae unas cuerdas. Con lentitud, ata un extremo a su muñeca y el otro al dosel de la cama. De repente ella está atada de pies y manos. Desliza su lengua por un pie, tomándose su tiempo, subiendo por la rodilla. Se detiene. Sube por el muslo, rozando una zona peligrosa, esquivándola, alcanza el ombligo y termina besándole un pecho, el otro. Ella, impotente, liberando un placer puro, espera retorcida de deseo. Él la besa con los labios y vuelve a bajar. Se centra en la piel de la ingle y no llega nunca…, hasta que por fin alcanza el sitio que busca, y cuando bebe de ella estalla su orgasmo. Se despierta luchando por respirar, con la sábana mojada, pegada a su contorno, completamente trastornada”

(Cecilia Guiter, Tuya, páginas 9, 138)

domingo, 10 de febrero de 2013

"LA CONJURA DE LOS NECIOS", LA FARSA ESTRUENDOSA DE IGNATIUS REILLY


La conjura de los necios
John Kennedy Toole
Traducción de J. M. Álvarez Flórez y Ángela Pérez
Editorial Anagrama, Colección “Otra vuelta de tuerca, 2013, 389 páginas.


   En este libro, se nos dice en la presentación editorial, todo es extraordinario, empezando por su historia. Es, sin duda una de las obras maestras de la literatura norteamericana, de la segunda mitad del siglo XX. Pero el rechazo de las editoriales a publicarla, hizo que su autor John Kennedy Toole (1937-1969) se suicidase e los treinta y dos años. Sin embargo, su madre que creía ciegamente en el valor literario de la novela, lo siguió intentando infatigablemente. No lo consiguió hasta 1980 en una pequeña editorial universitaria de Louisiana, lo que no prometía gran cosa de cara a una consagración literaria. Sin embargo, A Confederacy of Dunces fue considerada en pocos meses una divertida tragicomedia épica, alcanzó un gran éxito de ventas y, al año siguiente, se alzó con el Premio Pulitzer y con el entusiasta fervor de la crítica. En España el libro ha corrido una suerte similar: editado por primera vez por Anagrama en “Panorama de narrativas” (1982); editado de nuevo diez años más tarde por el mismo sello editorial en “Compactos”. En febrero de este año aparece la primera edición en la colección “Otra vuelta de tuerca”.
   El primer lector de la novela de Kennedy Toole fue Walker Percy que por compromiso hacia la madre del autor se vio obligado a examinar el manuscrito en papel carbón, apenas legible. Y lo leyó con la incredulidad de haber hallado un buenísimo producto literario. Pero la tragedia que encierra este libro (el suicidio de J. K. Toole a los treinta y dos años) contrasta frontalmente con la farsa grotesca, estruendosa, moldeada sobre un fondo trágico, que encierra la trama picaresca de este libro y, sobre todo, con la figura de su personaje central, Ignatius Reilly, uno de los grandes antihéroes  de la narrativa de todos los tiempos, comparable a un “Don Quijote adiposo y a Tomás de Aquino perverso”, como escribe el prologuista, W. Percy. Por eso mismo, este tipo raro que se consideraba a si mismo como Boecio, pero es en realidad un ser excéntrico, extemporáneo e inadaptado, convierte sus peripecias en el punto de mira de John Kennedy. Toole, quizá la caricatura o espejo interior de su propio yo.
   Con todo, no resulta fácil describir en pocas palabras la trama de La conjura de los necios, sin spoilerizar el argumento,  porque el libro es a la vez comedia, tragedia, ensayo y un verdadero drama. El hilo argumental se sustenta, como he dicho en la figura de Ignatius J. Reilly que, en la Nueva Orleans de los años 60, vive situaciones cotidianas disparatadas. Él mismo cae mal desde la primera página, de lo que es consciente echándole la culpa a la forma descuidada en que probablemente eyaculó su padre. Vive a costa de su madre y se imagina que está luchando por un mundo mejor. Con tal fin escribe cuaderno tras cuaderno garabateados desde la cama, en los que transcribe su rara y vetusta visión del mundo. Un accidente automovilístico  le obligará  a deambular por las calles de Nueva Orleans en busca de trabajo y de este modo comienza a transformarse en el caleidoscopio  que refleja una sociedad plagada de personajes esperpénticos  que con la misma fuerza provocan  tanto la hilaridad como la impotencia. Incluso con su novia Myrna, una revolucionaria universitaria que cree que lo que Ignatius necesita es sexo, mantiene una relación anti-convencional, rayana al surrealismo.
   La conjura de los necios es una acidísima, mordaz y grotesca crítica de la sociedad desde la mente de un inadaptado que cree hallar en la Edad Media el paradigma de la perfección moral y en Batman la transcendencia de la sociedad abismal. Desfile de personajes secundarios, verdaderos frikis, en el lenguaje de hoy. Caricatura grotesca y satírica de todo quisque (“Esta  ciudad es famosa por sus jugadores, prostitutas, exhibicionistas, anticristos, alcohólicos, sodomitas, drogadictos, fetichistas, onanistas, pornógrafos, estafadores, mujerzuelas…gente que tira la basura a la calle, por sus lesbianas…, gentes todas que viven en la impunidad mediante sobornos” ( página 17). Agrio retrato así mismo de los jefes corruptos, por lo que la lectura de esta obra maestra, “que no trata realmente de nada y  a la vez trata de todo”, nunca dejará de ser actual. Muy recomendable pues para ser leída no solo en el Barrio Francés de Nueva Orleans, sino también en un país como el nuestro y en un tiempo como el de nuestros días, poco propicio para leer De Consolatione Philosophiae de Boecio, cuya  estructura reproduce John Kennedy Toole, pero asombrosamente resignado con la corrupción que también se refleja en el libro. O eso parece.

Francisco Martínez Bouzas




Johon Kennedy Toole

Fragmentos

Una gorra de cazador verde apretaba la cima de una cabeza que era como un globo carnoso. Las orejeras verdes, llenas de unas grandes orejas, sobresalían a ambos lados como señales de giro que indicasen dos direcciones a la vez. Los labios, gordos y bembones, brotaban protuberantes bajo el tupido bigote negro y se hundían en sus comisuras, en los plieguecitos llenos de reproche y de restos de patatas fritas. En la sombra, bajo la visera verde de la gorra, los altaneros ojos azules y amarillos de Ignatius J. Reilly miraban a las demás personas que esperaban bajo el reloj junto a los grandes almacenes D. H .Holmes, estudiando a la multitud en busca de signos de mal gusto en el vestir.”

…..

“Descubro, estimado lector, que he ido habituándome al agitado ritmo de la vida oficinesca, adaptación de la que no me creía capaz. No hay duda, desde luego, de que en mi breve carrera en Levy Pants Sociedad Limitada, he logrado introducir varias innovaciones prácticas y eficientes. Los lectores que sean también trabajadores administrativos y estén leyendo este penetrante diario en el descanso del café, o en otra circunstancia similar, deberían tomar buena nota de una o de dos de mis innovaciones. Dirijo también estos comentarios a los funcionarios y a los ricachos en general.
He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que allí se me espera. En consecuencia, me encuentro muchísimo más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primera hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo entorpecidos aún por el sueño convierten cualquier tarea en una penitencia. Considero que, al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo.”

…..

“-Mi personalidad tiene muchas facetas.
-Me asombras. -El joven miró detenidamente el atuendo de Ignatius-. Pensar que te dejan andar suelto por ahí. En cierto modo, te respeto.
-Muchísimas gracias. -El tono de Ignatius era suave, complacido-. La mayoría de los necios no entienden mi visión del mundo en absoluto.
-Me lo imagino, me lo imagino.
-Sospecho que bajo tu fachadas ofensiva y vulgarmente afeminada puede haber una especie de alma. ¿Has leído suficientemente a Boecio?
-¿A quién? Oh, Dios mío, no. Yo no leo siquiera los periódicos.
-Entonces debes iniciar inmediatamente un programa relecturas, para que puedas llegar a comprender la crisis de nuestra época –dijo solemnemente Ignatius-. Empezaremos con los últimos romanos, incluido Boecio, claro. Luego profundizaremos extensamente en la Alta Edad Media. Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso es más que nada propaganda peligrosa. Ahora que lo pienso, será mejor que saltes también a los románticos y a los victorianos. En cuanto al período contemporáneo, deberías estudiar algunos cómics seleccionados.
-Eres fantástico.
-Te recomiendo especialmente Batman, porque tiende a trascender la sociedad abismal en que se encuentra.  Su moral es bastante rigurosa, además. Le respeto muchísimo.”

(John Kennedy Toole, La conjura de los necios, páginas 15, 107-108, 258-259)