Una historia siciliana
Elvira Mancuso
Traducción de Francisco de Julio Carrobles
Editorial Periférica, Cáceres, 2014, 219 páginas
Elvira Mancuso (1867-1958) fue
una escritora siciliana, autora de una sola novela, Annuzza la maestrina. Vechia storia…inverosimile, editada en 1906 y
reeditada en 1990, gracias al empeño de Italo Calvino y Salvatore Silvano Nigro.
En esta pieza narrativa, traducida al español y editada hace unos meses por
Periférica, la autora muestra una fuerte influencia del verismo, aclimatización
italiana del naturalismo francés, cuya preponderancia se dejó sentir durante un
largo período del pasado siglo tanto en la literatura como en el cine con el neorrealismo que acogió
a los más grandes directores de la filmografía italiana.
La acción de la novela transcurre a
comienzos del siglo XX en dos pequeñas localidades sicilianas, Petraperzia y
Caltanissetta, lugar de nacimiento de Elvira Mancuso, que sin duda proyecta
sobre la novela sus recuerdos y
experiencias personales como maestra y mujer que renunció al matrimonio en aras
de su profesión. El papel femenino, en esas coordenadas espaciales y temporales,
era exclusivamente pasivo: el rol social de la mujer es la reproducción y el
desempeño de las tareas domésticas. El personaje que le da el título a la
novela, Annuzza, es una chica pobre, hija de una mujer criada en una inclusa,
sin padre ni hermanos. Pero ella será el sujeto de una tentativa de superación cultural y de
una historia de amores y pasiones. Porque Annuzza se negará a cumplir con las expectativas
hacia la mujer que una sociedad pueblerina y extremadamente conservadora
mantiene como intangible pero inevitable dogma de fe para los seres humanos por
razón de su sexo.
Da comienzo la novela con la noticia del
noviazgo de Annuzza Milazzo con el rentero Pascuale, el Cansabueyes, un joven rico, simpático y bien parecido por el que
suspiran todas las madres y jóvenes casaderas de Pietraperzia. La promesa del
matrimonio hace feliz a Pascuale y sobre todo a la madre de Annuzza, la tía
Calogera, que no quería entregar a su hija a un joven jornalero. Pero la joven
Annuzza, poseedora de mucho amor propio y de una gran inteligencia, no se
siente feliz. Aspira a hacerse maestra. Había aceptado el noviazgo solamente
para no desilusionar las esperanzas de su madre. Por eso desde las primeras páginas
se revelan como incompatibles las formas de pensar de Annuzza y de su prometido.
Pascuale es un campesino rico, de buen corazón pero muy ignorante que se muestra muy enamorado y feliz. Annuzza, por el
contrario es una huérfana, rica solamente por su inteligencia. Y es su afán de
superación lo que prima en ella hasta el punto de imponerle a su prometido la
condición de casarse solamente después de que ella haya obtenido el título de
maestra. Será, piensa, la única forma de que los parientes de su esposo la
respeten. Pascuale, orgulloso de poder algún día ser el marido de una esposa
instruida, acepta y será él quien corra con los gastos del desplazamiento y
estancia en Caltanissetta, donde Annuzza inicia sus estudios para convertirse
en docente.
Sin embargo, sin ellos ser conscientes, ese
hecho contribuirá a un inexorable alejamiento. Annuzza, en contacto con el
mundo de la cultura, se transforma y cambia su modo de ser: la nobleza y la
humildad dejan en ella paso al egoísmo pretencioso: rechaza a su madre porque
en ella ve el espejo de la pueblerina ignorante, y desprecia a su prometido, al
que ya no ve como el hombre de su vida, sobre todo después de haber conocido a
un profesor elegante y de porte aristocrático. El desenlace de la novela sigue
las pautas de la tragedia griega: Annuzza muere, sin haber traicionado a
Pascuale, solo por haber deseado
conquistar su independencia y la libertad de no casarse con el hombre que no
amaba.
La novela de Elvira Mancuso refleja el drama
existencial de aquellos personajes que luchan por huir del destino que la
sociedad siciliana del Ottocento,
incapaz todavía de aceptar la emancipación femenina, imponía como estilo de
vida. Una sociedad anclada aún en un
modelo femenino que ve en el matrimonio como forma de sistematizar la propia
vida y despejar el futuro. Frente a ese panorama, la novela nos ofrece un contrapunto:
un comportamiento femenino que propone para las mujeres un ideal de superación
mediante la cultura, a pesar de que la protagonista se manifiesta muy pronto
como un ser engreído y rudo, al igual que los personajes secundarios que
intervienen en la novela, como si la autora quisiera dejar patente que la moral
burguesa no es conciliable con la lucha por un futuro mejor en un ambiente
pueblerino e ignorante.
Lo que la novela puede tener de melodrama folletinesco,
espacialmente en el desenlace, se compensa sobradamente con la profundidad de
la penetración en la psicología de los personajes, de que hace gala la autora,
con las excelentes descripciones y con el retablo colectivo feroz, penetrante y
ajeno a cualquier pincelada compasiva, de una sociedad rural en la Sicilia en
el cruce de siglos. Todo ello en una arquitectura constructiva lineal, de fácil
y amena lectura.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“-¡Un
joven como hay pocos!-repetía sin poder sosegarse-. ¡El hijo de mi pobre
hermana que en gloria esté…y encima con todos esos bienes…dejarse enredar por
ese par de harapientas! ¿Y no sabéis? ¡Ha tenido la cara de venir a rogarme que
fuera yo a casa de la tía Calò para la pedida! ¡Vamos, que lo cuentas por ahí y
no se lo cree nadie! Yo por mi…pondría la mano en el fuego a que ese par de
hechiceras (¡que el Señor me perdone!) lo han embrujado. ¡Pero como hay Dios
que esa descarada Annuzza no va a disfrutar de él! ¡Antes de que acabe el año
se convencerá de que un mocetón de su categoría no puede andar penando detrás
de una viborilla más escurrida que un palo de escoba! ¡Y la tía Calò tendrá que
arrepentirse con lágrimas de sangre de la faena que me ha hecho robándome el
sobrino!”
…..
“Pascuale
comprendía que se estaba volviendo loco, un loco malvado. La agitación y el
disgusto de saber que aquella otra
estaba tan cerca, se le habían convertido de la noche a la mañana en un
imperioso deseo de verla, verla una sola vez, por un solo momento, sin ser
visto por ella: así, por curiosidad, para saber si se seguía pareciendo a
aquella Annuzza que se le había quedado grabada en los ojos, y que, por
desgracia, nada había conseguido todavía borrar. Verla también para asegurarse
de que, guapa hasta el punto de hacer pecar a un santo como era él, ya no le
inspiraba ningún deseo, y en tal caso poder escupirle en la cara como a la más
pérfida de las asesinas, a la más abyecta de las mujeres perdidas.”
(Elvira Manuso, La maestra Annuzza, páginas 8, 209-210)
Realmente interesante....
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