Andrés Trapiello
Ediciones Destino, Colección Áncora y Delfín,
Barcelona, 2014, 430 páginas
El año 2004 el escritor Andrés
Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) publicó Al morir don Quijote, la primera continuación en nuestros días de El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha. La historia había quedado suspendida en el momento en que, tras la
muerte de Alonso Quijano, su sobrina, el ama, el escudero y el bachiller salían
del lugar camino de Sevilla con el propósito, motivado por distintas razones y
generador de sentimientos dispares, de viajar a las Indias. En esta nueva
novela de aventuras quijotescas, Andrés Trapiello vuelve a apropiarse de la
pluma y del talento de Miguel de Cervantes, y sitúa a Sancho Panza, al bachiller
Sansón Carrasco, a la sobrina de Alonso Quijano, Antonia Melgar, y al ama,
Quinteria Romero abandonando la aldea, porque pensaban que era difícil ir a
peor si se quedaban, con el propósito de buscar fortuna en la Indias y alejarse
de la orfandad en el que permanecían tras la muerte de don Quijote. Muerte que
supuso no pocas transformaciones en los cuatro personajes: Sancho Panza aprende
a leer y tiene así la oportunidad de leer en los libros publicados por
Cervantes su propia historia; el bachiller Sansón Carrasco colgó los hábitos y
de él se enamoró la sobrina que llevaba en el vientre el hijo de otro hombre,
un gañán que se aprovechó de su candidez.
Andrés Trapiello, “requerido” por Sansón Carrasco
que en el Perú tiene un tío que ha hecho fortuna y puede morir sin
descendientes, traslada al cuarteto cervantino a América. En el camino surgirán
multitud de avatares, no todos favorables. Ya en la ruta hacia Sevilla, toparán
con ciertos personajes que se habían cruzado en la vida de don Quijote. En
Sevilla, capital entonces del latrocinio, terreno propicio para la picaresca,
la corrupción y los criminales, profundiza la novela en alusiones y referencias
cervantinas. Una vez embarcados, conocerán el mar, sus tormentas, las amenazas
de los corsarios. Mas las dificultades del viaje hacen que entre ellos anide
con más fuerza el espíritu de una verdadera familia.
Llegados a Perú, los viajeros recalan en Arequipa
con el tío de Sansón Carrasco. Es el inicio del protagonismo de sus propias
vidas, protagonismo que opera a través de grandes o minúsculos acontecimientos.
Sancho vuelve a “quijotizarse” y ya no
se resigna a una vida sin andanzas. El bachiller Sansón Carrasco sueña con ríos
de oro y plata. El ama Quinteria está convencida de que le debe fidelidad a la
sobrina de su antiguo amo, y esta, por su parte, emprende el viaje por el amor
que en ella ha nacido por el bachiller. De este modo el cuarteto de héroes /
antihéroes consuman el sueño que el propio Cervantes había alimentado para sí
mismo y que no pudo cumplir porque su petición fue rechazada por el presidente
del Consejo de Indias. Por esta razón, afirma Trapiello que su libro es un acto
de justicia poética con los sueños americanos de don Miguel.
Ya en América se suceden los proyectos,
aventuras y peripecias, no todas por cierto venturosas. Pero eso forma parte de
una amplia trama, de un viaje largo y accidentado, de la búsqueda ilusa de un
paraíso, imposible de revelar y que el lector
deberá descubrir por sí mismo hasta embriagarse con el poso melancólico,
nostálgico y compasivo que brota tras la lectura.
No son pocos los haberes de esta segunda
entrega postquijotesca de Andrés Trapiello. En primer lugar, la escritura de
Trapiello, salvadas las distancias, es muy cervantina. Las dos partes de El Quijote son siempre un referente para
resumir ciertos episodios que el autor contextualiza con otros nuevos e imaginados.
Pero además el estilo de la prosa es una clara muestra de la asimilación de la
lengua cervantina y de la que se conserva en otros documentos de la época,
cartas sobre todo que los indianos enviaban a sus parientes de este lado del Océano.
Trapiello, no obstante, escribe como se habla, de forma coloquial, sencilla y
transparente, sin hacer una ilusoria e inconsistente reconstrucción del habla
del siglo XVII. Delinea en su justa medida a los personajes, sin alejarse de
las personificaciones cervantinas y, al mismo tiempo, sin renunciar a su propia
creatividad. Una selecta y rica documentación le permite recrear verosímiles
ambientaciones que no desmerecen de los buenos retratos del siglo XVII.
En resumen, una divertida y nostálgica
novela plagada de aventuras que hunde sus raíces en una novela universal, pero
que, al mismo tiempo, es capaz de volar dignamente de forma autónoma.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“-¿Oyes lo que canta mi esposo? Te digo
que sospecha algo, y si no, yo he confesarlo. No, no puedo vivir en esta
mentira, ama, que le deshonra. No ha podido ser más bueno conmigo. Yo le diré, él
sabrá, si acaso no lo sabe, que yo creo que sí, él comprenderá, él me perdonará
y yo podré vivir al fin con la conciencia tranquila y en gracia. Si no se lo
digo, este secreto acabará bajándome a la sepultura.
Se lo dijo la niña Antonia al ama,
frenando su mula para quedarse atrás y no ser oída.
-¡No, no, mil veces no!-le cortó alarmadísima
Quiteria-. ¿Qué esta diciendo vuesa merced?
El ama daba tratamiento de vuesa merced
a Antonia únicamente cundo cursaba con ella asuntos de señalada gravedad.
-Creí -prosiguió- que ya vuesa merced se
había persuadido. Contad con que el hijo que lleváis en las entrañas es vuestro
y ahora también de él, y si se fueran a declarar todos los bastardos que corren
por el mundo, de reyes a villanos, ni reinos ni mayorazgos tendrían cabal
gobierno.”
…..
“Al oír los nombres de don Quijote y de
Sancho, don Gonzalo, que era hombre más efusivo que don Melchor, se puso luego
en pie, y como caballero de una gran llaneza, estrechó entre sus brazos al
escudero, y exclamó:
-Albricias, Sancho, y ya podía estar yo
dándole vueltas en el magín hasta el día del juicio preguntándome dónde y cómo os había conocido, sin atinarlo. ¿Y qué
os han hecho para que en este tiempo parezcáis otro? ¿No estabais antes gordo y
lucio? ¿No traías zaina la barba, que ahora es cana? ¿No había en vos en aquel
tiempo un mirar malicioso a todas horas, incluso callando? ¿Qué son esos huesos
del pescuezo? ¿Y el sayo? Dentro cabrían ahora dos Sanchos, que os parecéis ya
más a vuestro amo que al antiguo escudero que conocimos en Sierra Morena.”
…..
“De
Sancho Panza, en Puerto Viejo, Perú, a su mujer Teresa Panza, en la Mancha.
No
puede el hombre huir su ventura, blanda ni dura, y aquí estamos en Puerto
Viejo, más dura que blanda, esperando mejorarla, si fuere posible, que no será,
siendo tan buena como viene siendo desde que dejamos aquella. No hay mucho que
contar, sino que en todas partes cuecen habas, y aquí mueren como allá, y otros
nacen. Mi señor Sansón Carrasco fue padre de una niña, y nos viene sirviendo
una negrilla, que aquí no hay nadie que pudiendo no la tenga, y lo mismo digo
de los indios, y ya el señor Carrasco lleva en la cabeza el modo de hacerse con
algunos, si acaso su tío no los tiene, que los tendrá, pues en estas tierras el
que no los tiene no tiene que comer, al decir de todos. En dineros no corre acá
tan bien como con don Quijote, pero las promesas de haberlos son más firmes y
valederas que con él. Y has de saber también que pasada la equinoccial no hay
piojos. Mira de pedirle a nuestro amigo el cura o el barbero te haga crónica de
cómo está casa, hacienda y aldea, porque acá uno de los mayores regalos que se
tienen es saber por lo menudo las cosas de allá, y por eso te suplico que no te
canses de escribírmelas, que más se precisa aquí una carta que todos los
tesoros de las Indias. Y vete pensando cuando mande dinero, cómo y cuándo venir
y convencer a Sanchico y a Teresica te acompañen, que acá es fácil ganarlo, y
nunca preguntan a qué lo ha ganado Fulano, sino qué tiene, y diciendo que tiene
algo, tapan todos la boca y callan.
A
todos los señores vecinos y deudos besa las manos muchas veces el que desea
verte más que a sí mismo, Sancho Panza.”
(Andrés Trapiello,
El final de Sancho Panza y otras suertes, páginas 16, 85-86, 327-328)
Muy bien presentado....
ResponderEliminar