Gianrico
Carofiglio
Traducción
de Carmen Garcia-Beamud
Editorial
Anagrama, Barcelona, 2020, 167 páginas.
Un título extraído de una frase de Suave
es la noche de F. Scott Fitzgerald
(“En la verdadera noche oscura del alma
son siempre las tres de la mañana”) le sirve a Gianrico Carofiglio (Bari,
1961), magistrado y escritor, sobre todo de novelas policiacas, para rotular
esta hermosa novela de iniciación, y en la que tienen lugar momentos que marcan
para siempre la vida del joven protagonista, Antonio. Y sobre todo, nos pone en
el disparadero para rescatar sentimientos esenciales en las relaciones
paternofialiales, la manera de encarar el futuro y reconocer en la epilepsia
una fuente de conocimiento. La frase del título de la ficción describe, como
ninguna, la soledad profunda y la tristeza incurable. Pero esta metáfora
insondable en la novela, significa su contrario: a las tres de la mañana, un
hecho imprevisto lo cambia todo y para siempre. Es la metáfora que ilustra toda
la ambigüedad de la experiencia humana. Porque esa hora también es ambigua: es
noche y mañana al mismo tiempo.
Las
tres de la mañana es un relato alegre y a la vez melancólico, con ligeras
apariciones de una patología neurológica (la epilepsia). En el inicio de la
novela se lee esta frase: “Acabo de cumplir cincuenta y un años, la edad que
tenía entonces mi padre. He pensado que podría ser un buen momento para
escribir sobre aquellos días y sus noches”. Esas jornadas nocturnas, con sus
noches son las que pasó Antonio, hijo de padres separados, narrador de esta
historia, con su padre en Marsella. Su infancia se vio afectada por la
epilepsia, y la familia determinó llevarlo a un médico marsellés (Henri
Gastand), el mejor especialista en esa enfermedad y único personaje real en el
relato. Este médico había creado una posible recuperación de la enfermedad con
una nuevo tratamiento.
Tras tres años de relación, Antonio retorna
a su ciudad para comprobar si la enfermedad ha sido superada. Y para ello, en
compañía de su padre, se someterá a una prueba de estrés, que incluye pasar dos
días con sus noches sin dormir. En esas horas despierto, padre e hijo andan
erráticos por la ciudad, entran en un club de jazz, transitan por barrios poco
recomendables, van a una playa local, contactan con dos mujeres, y con ellas
participan en una fiesta de vagabundos, y Antonio se inicia en el sexo. Y sobre
todo, escucha de boca de su padre intimidades y secretos. Fueron momentos que
marcaron para siempre la vida del joven Antonio, el narrador.
El autor emplea la enfermedad como una
excusa para contar la historia. Y gracias a ella, se cumple el objetivo más
importante de la novela: el diálogo entre padre e hijo. Ambos dialogan sobre la
virginidad, sobre la sensación de tener el corazón destrozado, sobre las
aspiraciones de la edad adulta y sobre el miedo de la propia existencia - por eso
la novela se convierte en buena medida en un manual de miedos-.
El tema principal de la ficción es uno de los más
frecuentados por Carofiglio: las relaciones padre-hijo. El autor se concentra de
forma prioritaria en el hecho de que ambos (padre e hijo) precisaban de un suceso
extraordinario para derribar el muro que les separaba. El ambiente descrito en la
narración juega un papel fundamental en el desarrollo de las relaciones entre los
dos. Pero en la novela existen otros temas relevantes: la valoración del talento
de Antonio y del padre, en particular en el campo de las matemáticas, el llanto
de progenitor en mitad de la narración al repasar su propio pasado. Pero, al final
del viaje, el hijo también llorará por no haber dialogado con anterioridad con el
padre. También es relevante la reflexión sobre el sentido de la vida que aparece
al inicio del relato.
Estructuralmente la historia está narrada a través
de un largo flashback de Antonio, una vez superada la frontera de los cincuenta.
Desde el punto de vista estilístico, la novela se caracteriza por el empleo de un
registro medio y una lengua precisa. El autor concuerda con la frase de Primo Levi:
“Tenemos que responsabilizarnos de lo que escribimos, palabra por palabra y lograr
que cada palabra dé en la diana”.
En resumen, una historia que el lector ha leído
cientos de veces: la iniciación a la vida, escrita con gran precisión y belleza.
Y de fácil lectura.
Francisco Martínez
Bouzas