Nueva York
Henry James
Editorial Sexto Piso, Madrid 2010, 691 páginas.
Ha tenido que transcurrir casi un siglo para que, al menos en el ámbito hispano, comprendiéramos la importancia de Henry James. Un escritor que no solamente trabajó desde el otro lado del espejo, sino que escribió directamente sobre el estatuto de la narrativa y sus opiniones fueron fundamentales para la crítica narratológica posterior. Una de sus afirmaciones ( “La novela es la casa de la ficción, no tiene una sino un millón de ventanas… ), se ha convertido en una de las bases en las que se apoya la literatura más vanguardista de nuestros días. La narrativa dotada de afán experimentador.
Henry James ( Nueva York 1843 – Londres 1916 ) contempló la ciudad de los rascacielos entre los cinco y los doce años. Y cuando con su familia partió para Europa, la imagen de la ciudad permaneció para siempre en su memoria. Sin embargo a partir de 1855, la ciudad quedó definitivamente perdida para él y no sólo por su expatriación familiar, sino, sobre todo, porque las transformaciones que había sufrido la urbe, habían sido de tal magnitud que se convirtió en su mente como el paraíso perdido e imposible de recuperar. Ya en Europa, opta por la nacionalidad inglesa como una tabla de salvación literaria, porque en su propia práctica como escritor experimentó la desnudez literaria norteamericana ( Pascale Casanova ), lo que le llevó a escribir: “La flor del arte sólo puede florecer sobre un humus espeso ( … ), hace falta mucha historia para producir un poco de literatura”.
En la antología que edita Sexto Piso, Col Tóibín recoge algunos de los más importantes relatos menores de Henry James. Cuentos y “nouvelles”, traducidos algunos por primera vez al español: “Historia de una obra maestra”, “Un caso de lo más extraordinario”, “La coherencia de Crawford”, “Un episodio internacional”, “Washington Square”, “Impresiones de un poema”, “El alegre rincón, “La vieja Cornelia” y “Una ronda de visitas”. En todos estos relatos el tema de fondo es el extrañamiento ante el nuevo mundo que se está elevando sobre aquella ciudad de su infancia, aquel Nueva York pequeño, oscuro y homogéneo de mediados de siglo, situado entre la Quinta y la Sexta Avenida , donde vivía su abuela materna, y el Nueva York que comienza a ser poblado por los rascacielos, pero que ni siquiera posee literatura, como había escrito en la lista de las cosas de las que carecía América que incluyó en su libro sobre Hawthorne ( 1879 ).
Henry James |
Acierta pues el prologuista, Colm Tóibín cuando nos advierte que, a lo largo de estos pequeños relatos, se puede identificar una especie de “ira” de Henry James hacia Nueva York, hacia la modernización del Goliat que, en nombre del progreso, cada día se eleva un poco más sobre la Isla de Manhattan. Sin embargo en la edición de unos de los relatos, “El alegre rincón” – el único incluido en sus obras completas – Henry James insiste ante su editor en rotular con el nombre de Nueva York la edición, como homenaje a la ciudad de su infancia y para mostrarle al mundo el lado amable, como él le llamaba, de la gran urbe.
Hoy se reconoce en Henry James a un maestro de la narrativa y es precisamente en sus obras menores, como las antologadas en este volumen, donde abandona esa tendencia tan refinada de llevar al límite el análisis psicológico de sus personajes y que dio motivo para que le acusaran de que sus novelones no poseían bastante “story”, y enriquece su óptica, a la vez que se llenan de contenido diegético, incluso en la escritura de historias aparentemente intranscendentes. Un libro pues para gozar con una narrativa de gran calidad a la vez que nos empapamos de cierta iracundia y de la nostalgia por el pasado de una ciudad como Nueva York.