Mark
Twain
Traducción
de Christine Monteleone
Epílogo
de Roberto Blatt
Trama
Editorial, Madrid, 112 páginas
(Libros
de siempre)
Samuel Langhorne Clemens (Florida, Misuri1 835-
1910), más conocido por el heterónimo Mark Twian, fue un escritor de tendencia
y predilección progresista. Escritor popular, orador y humorista, alcanzó con
sus obras un gran éxito en Norteamérica. Es autor de obras tan conocidas como Las aventuras de Tom Sawyer y sobre todo Las aventuras de Hucleberry Finn,
considerada como la gran novela norteamericana. Sus ideas de corte progresista
se hicieron más radicales con el paso de los años, y aparecen reflejadas en
gran medida en Cartas desde la Tierra,
cuya primera edición no fue autorizada hasta 1962, cincuenta años después del
fallecimiento del escritor, debido a la oposición de su hija Clara Clemens que
las consideraba demasiado críticas con las creencias cristianas.
Mark Twain siempre se consideró a sí mismo
un escritor modesto, sin pretensiones de alta cultura. Sin embargo, con el paso
de los años, resultó ser uno de los grandes clásicos de la literatura de
Estados Unidos.
Cartas
desde la Tierra es una suma de ensayo, ficción y anotaciones personales del
autor, y se ha convertido en uno de los máximos exponentes de la literatura
satírica. Rebosante de humor negro y corrosivo, se trata de un libro sobre
Dios, la Biblia, la naturaleza humana y las paradojas y contradicciones de las
creencias religiosas de los seres humanos. Consideraciones sobre la evolución
de la tierra y de la humanidad, transmitidas al lector por medio de un
personaje muy especial, el Arcángel Satán, alter ego de Mark Twain.
El ingenio del escritor reproduce una
situación trágico-cómica que tiene lugar en las geografías celestes: el
arcángel Satán comenta con mucha retranca y sarcasmo algunos de los trabajos y
obras del creador. Los destinatarios de sus confidencias son los así mismo
arcángeles Miguel y Gabriel. Pero otros ángeles inferiores también escuchan las
conversaciones, y dan parte de las mismas al creador. La condena fue inmediata:
un día celestial de destierro en el espacio. Entonces busca la Tierra y percibe
como se desenvuelve el experimento de la raza humana. Y al darse cuenta de lo que
aquí acontece, empieza inmediatamente a escribir cartas a Gabriel y Miguel, sus
amigos, en las que les comenta los
estropicios y las incongruencias de la creación.
En sus comentarios aparece de forma
especial el problema que más tarde atormentaría a varios escritores
existencialistas: el problema del mal. Con una fuerte tonalidad irónica
presenta el tema y la cuestión centrales: ¿cómo es posible creer en un Dios
infinitamente bondadoso, a cuya imagen fuimos creados, mientras que en la Tierra,
el hombre, la obra más noble de Dios, mata a sus semejantes y jamás aprende de sus
errores? Mark Twain no niega directamente la existencia de Dios, pero le atribuye
características tan diferentes de las que predican las religiones, que resulta casi
imposible llegar a pensarlo o a imaginarlo.
El estilo de Mark Twain, ameno, directo, irónico
y la estructura epistolar de la obra convierten la lectura de este libro-opúsculo
en un acontecimiento placentero, y a la vez iluminador con relación a las contradicciones de las creencias religiosas.
Y no solamente las del cristianismo.
Francisco Martínez
Bouzas
Fragmentos
“Nada les he dicho
sobre el hombre que no sea cierto” Deben perdonarme si repito esta observación
de vez en cuando en mis cartas; quiero que tomen en serio lo que les cuento y
siento que si yo estuviera en el lugar de ustedes y ustedes en el mío, necesitaría
este recordatorio cada tanto para evitar que flaqueara mi credulidad. Porque no
hay nada en el hombre que no resulte extraño para un inmortal. No ve nada como
lo vemos nosotros, su sentido de las proporciones es completamente distinto y
su sentido de los valores diverge tanto que, a pesar de nuestra gran capacidad
intelectual, es improbable que aun el mejor dotado de nosotros pueda nunca
llegar a entenderlo. Tomen, por ejemplo, esta muestra: Ha imaginado un Paraíso
y dejo fuera del mismo el supremo de los deleites, el éxtasis único que ocupa
el primerísimo lugar en el corazón de todos los individuos de su raza -y de la
nuestra-: ¡el contacto sexual! Es como si a un agonizante, perdido en un
desierto abrasador, le permitiese un eventual salvador poseer todo aquello
largamente deseado, exceptuando un anhelo, y éste escogiera eliminar el agua.
Su Cielo se le asemeja: extraño, interesante, asombroso, grotesco. Les doy mi
palabra. No posee una sola característica que él realmente valore. Consiste -entera
y completamente- en diversiones que no le atraen en absoluto aquí en la Tierra,
pero que está seguro de que le gustaran en el Cielo. ¿No es extraño? ¿No es
interesante? No deben pensar que exagero, porque no es así. Les daré detalles.
La mayor parte de los hombres no cantan, no saben hacerlo, ni se quedan donde
otros cantan si el canto se prolonga por más de dos horas.”
…..
“Dios está tras
esto. Ha pensado durante seis mil años para tomar Su decisión. La idea de
exterminar el parásito fue Suya. Estuvo a punto de hacerlo antes de que lo
hiciera el doctor Charles Wardell Stiles. Pero está a tiempo para cosechar el
mérito. Siempre lo está. Va a costar un millón de dólares. Probablemente Él
estuvo a punto de contribuir con esa suma, pero alguien se le adelantó, como de
costumbre el señor Rockefeller. Él pone el millón, pero el mérito se le
atribuye a otro,como es habitual. Los diarios de la mañana nos informan sobre
la acción del parásito intestinal:
“Los parásitos intestinales a menudo disminuyen tanto la vitalidad de las personas afectadas que se retarda su desarrollo físico y mental, se vuelven más susceptibles a contraer otras enfermedades, disminuye la eficiencia laboral, y en los distritos donde la enfermedad es más notoria hay un intenso aumento en el índice de mortalidad por tuberculosis, neumonía, fiebre tifoidea y malaria. Se ha demostrado que la disminución de la vitalidad en la población, atribuida durante largo tiempo a la malaria y al clima de ciertas zonas y que afecta seriamente el progreso económico, se debe en realidad a este parásito. El mal no se limita a una determinada clase de personas; cobra su tributo de sufrimiento y muerte lo mismo entre los acomodados y altamente inteligentes que entre los menos afortunados. Un cálculo conservador señala que dos millones de habitantes están afectados por este parásito. El mal es más común y más grave en los niños de edad escolar. A pesar de ser una infección grave y de estar muy generalizada, hay un punto positivo. La enfermedad puede ser fácilmente reconocida y tratada con eficacia. Puede prevenirse (con la ayuda de Dios) mediante precauciones sanitarias apropiadas y sencillas.”
“Los parásitos intestinales a menudo disminuyen tanto la vitalidad de las personas afectadas que se retarda su desarrollo físico y mental, se vuelven más susceptibles a contraer otras enfermedades, disminuye la eficiencia laboral, y en los distritos donde la enfermedad es más notoria hay un intenso aumento en el índice de mortalidad por tuberculosis, neumonía, fiebre tifoidea y malaria. Se ha demostrado que la disminución de la vitalidad en la población, atribuida durante largo tiempo a la malaria y al clima de ciertas zonas y que afecta seriamente el progreso económico, se debe en realidad a este parásito. El mal no se limita a una determinada clase de personas; cobra su tributo de sufrimiento y muerte lo mismo entre los acomodados y altamente inteligentes que entre los menos afortunados. Un cálculo conservador señala que dos millones de habitantes están afectados por este parásito. El mal es más común y más grave en los niños de edad escolar. A pesar de ser una infección grave y de estar muy generalizada, hay un punto positivo. La enfermedad puede ser fácilmente reconocida y tratada con eficacia. Puede prevenirse (con la ayuda de Dios) mediante precauciones sanitarias apropiadas y sencillas.”
(Mark Twain, Cartas desde la Tierra)
Un gran autor ...
ResponderEliminarSaludos