Una vida violenta
Pier
Paolo Pasolini
Monte
Ávila Editores, Caracas, 284 páginas
(Libros
de siempre)
Una vida
violenta está considerada como la novela que ocupa la cúspide
de la narrativa de Pier Paolo Pasolini. Y como uno de los principales títulos
de la narrativa de posguerra. La novela es sin duda una de las más poderosas
representaciones de la realidad, porque el
escenario narrativo que nos ofrece Pasolini, en la construcción de un
mismo drama, lo encontramos todo: el día
y la noche, los actores y sus sombras, el deseo y la frustración. Y todo eso lo
logra Pasolini haciendo del lector testigo de las peripecias, romances,
desengaños y tragedias de Tommaso Puzzilli, un joven que vive en una barriada
de barracas de Pietralalata, en la periferia de Roma. Él, junto con sus
compañeros, convive con el hambre y con la delincuencia, diseña y realiza
robos, se prostituye, y se envilece a cada paso que da con comportamientos cada
vez más violentos y embrutecedores. Y cuando el amor llama a su puerta y se
convierte en la oportunidad de redención, no la puede aprovechar porque su
pasado delictivo o la tuberculosis no le permiten proyectar un rayo de
esperanza sobre su existencia.
La obra de Pasolini es ante todo un texto fundamentado
en la veracidad. Su fuerte carga de expresiva verosimilitud proviene del hecho de
que los episodios descritos están extraídos de la vida diaria de un grupo de delincuentes
de Roma en los años cincuenta; ambientes marginales que Pasolini conoció en toda
su crudeza.
Es así mismo una novela de formación que muestra
el crecimiento interior del personaje principal que llega a transformarse de pequeño
delincuente en un chico maduro y responsable del barrio INA Case. Y es finalmente
una novela con grandes dosis autobiográficas porque está sacada de las experiencias vitales del autor.
Con relación a la técnica narrativa, es preciso
anotar que Pasolini, en pleno respeto de la verosimilitud, deja que sean sus personajes
los que hablen, sin intervenir con juicios valorativos explícitos ni con moralidades,
pero situándose detrás de los mismos. El resultado es una narración con una focalización
interna múltiple ya que las acciones llegan a los ojos lectores filtradas por los
mismos personajes. El lenguaje es el apropiado para la recreación de la vida marginal:
dura, violenta y a veces incluso obscena, escabrosa y mal hablada. El idioma que
escuchaban y hablan todos los días los huérfanos y humillados del capitalismo de
posguerra.
Francisco Martínez
Bouzas
Muy bien presentado ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta