Cristina Peri Rossi
Menoscuarto Ediciones, Palencia, 2015, 137 páginas
Cristina Peri Rossi
(Montevideo, 1941), buena poeta y novelista, es así mismo una de las más
notables cultivadoras del subgénero del relato, y la habilidad que demuestra en
estos once cuentos que giran todos ellos en torno a las dificultades y
ambigüedades con las que se vive el amor en nuestro tiempo, es una prueba
inequívoca de lo que acabo de afirmar.
Una colectánea de cuentos, de mediana extensión, que exploran todas las
vertientes, variantes y recovecos del amor como emoción anímica y como impulso
carnal. La autora hispano-uruguaya confiesa que se deja seducir por las
emociones y por el subconsciente; se cierra a influencias ajenas y escribe.
Resultados de su escritura son, entre otros, los cuentos de Los amores equivocados, que, si algo
demuestran, es la complejidad a la hora
de vivir el amor en nuestros días. El amor y el componente físico, el erotismo
y la carnalidad a los que suele ir ligado. Y quizás algo más, al menos eso se
palpa en este libro: el deseo, los encuentros inesperados, a veces
clandestinos, la delicadeza, las traiciones conyugales y extraconyugales. Todo
eso y la perturbación, lo imprevisto, la fragilidad de las relaciones de pareja
o su carácter incendiario, explosivo a veces, se convierten el hilo conductor
que lleva de la mano las historias de estos relatos.
Con alguna notable excepción, el equívoco es
la regla que mide los amores que, en su escritura, visibiliza Cristina Peri
Rossi. No obstante, la autora piensa que “amar nunca es equivocado” porque,
junto con la racionalidad, constituye la quintaesencia del “homo sapiens
sapiens”. “El que ama, afirma la escritora, vive la mayor intensidad emocional,
sentimental y sensorial, por eso los cobardes y egoístas nunca aman.”
Esos amores asimétricos y socialmente
inaceptables echan a andar en la presente edición, con “Ironside”. Más que
amor, lo que late en el relato es carnalidad y agradecimiento de la chica menor
de edad que es recogida por un camionero y se empeña en ser puta para poder
alimentar a su familia. Un cuento desprovisto de amor, pero no de sexo
iniciático y suplicado por la protagonista femenina. En el cuento que rotula el
libro, la autora transmite la sensación de desencanto que siente el
protagonista por el hecho de permanecer al lado de una mujer que siempre lo
había amado, para pagar la deuda contraída
en una noche de pasión en Montevideo. Un amor ciertamente equivocado. El
encuentro real con la mujer inmensamente hermosa con la que lleva soñando desde
la adolescencia y con cuya imagen se masturba, hace que el protagonista se
sienta horriblemente feo, lo mismo que el narrador que le imita en su huida.
Una cita ocasional en la que la protagonista suplica ser llamada puta al ser
penetrada. En “De noche, la lluvia”, un relato especialmente luminoso, a pesar
de la oscuridad y la incesante lluvia, se crea un vínculo afectivo entre dos
mujeres que se encuentran por azar. La pulsión de hacer miles de fotografías a
la mujer amada para perpetuarla, para impedir que se escape. Una forma de lucha
contra la fugacidad ciertamente, pero también un amor equivocado. Un hombre
está a punto de asfixiarse al tragar un
pelo del pubis de su amante en una relación clandestina. La joven universitaria
que se acuesta con una profesora a la que tiende una trampa para ahuyentar a su
amante. En fin, las dos hermanas del último relato, “Un cuento de Navidad”, que
discuten porque ninguna de las dos quiere hacerse cargo de su madre en Navidad,
y una de ellas además no encuentra una buena fecha para separarse. Son algunas
de las líneas que reflejan las sinopsis de estos cuentos.
Cristina Peri Rossi retrata hábilmente
múltiples formas de vivir el amor en las ciudades de nuestro tiempo -las tramas
de estos relatos se desarrollan en ambientes urbanos en los que la soledad
impone su imperio- amalgamando lo emocional y lo corpóreo. No obstante, el
lector puede llegar a la conclusión de que la mayoría de estos once cuentos
están habitados por sexo, por largas sesiones de cama, por orgasmos en todas
sus modalidades. ¿Será que las múltiples variedades del amor, sin excluir las
familiares, se reducen en el fondo a encuentros fugaces? Encuentros que
Cristina Peri Rossi muestra con ese cuidadísimo estilo suyo, “combinación de
poesía y de prosa”. Una actitud lírica, pero al mismo tiempo, un lenguaje muy
preciso para darle vida escrita a alago, a la vez tan humano y tan misterioso,
mágico e irracional como la emotividad y la carnalidad y sus caracteres
explosivos.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Le
prometió que iría a buscarlo, aunque él se rió de manera condescendiente: tenía
treinta años y la suficiente experiencia como para saber que aquello que se
dice en una noche de amor es tan apasionado como frágil, escrito en la marca
del deseo. Además, él quería huir solo de esta ciudad de múltiples aguas y
vientos desbocados; le dijo que no lo intentara, no sabía cómo sería su vida en
Barcelona, no tenía dinero ni amigos: era un viaje al azar, más por malestar
que por ilusión.”
…..
“Todo
iba bien, hasta que ella, en medio del ardor impetuoso de la refriega amorosa
le suplicó que la llamara puta. «Dime
puta, puta, puta, por favor», reclamó.
Él, que estaba a punto de penetrarla, súbitamente se detuvo. Disimuló como
pudo, pero aquel órgano rebelde, no sujeto a la voluntad, pareció
desconcertado, tan desconcertado como él mismo. Siguió besándola, pero en un
giro imprevisto de los miembros, en lugar de seguir encima, aprovechó para
colocarse de costado.
-¿Qué
te pasa? -preguntó ella, asombrada. A él
no le pasaba nada, nada especial, solo que no le gustaba hablar cuando follaba
y, aún menos, que le exigieran ciertas palabras. Ni guarra, ni puta, ni ninguna
de esas cosas lo excitaban. Lo excitaba muchísimo más penetrarla silenciosa y
férreamente, sin decir palabra, dejando que los pensamientos de cada cual
fluyeran libremente y fuera un acto mudo, poderoso, bélico, pero sin estruendo
de palabras.
-No
me gusta hablar –dijo, rencoroso, mientras ella se erguía levemente, de
costado, y lo miraba a la cara.”
…..
“Claudia
se negaba a depilarse, decía que de esa manera era más natural y a él le
parecía bien, le gustaba muchísimo ese felpudo mullido, ese triángulo oscuro
donde había pelos rizados como caracolas, pero hete aquí que a veces uno se le
atragantaba, como ahora, y no atinaba ni a tragárselo ni conseguía empujarlo
hacia los labios, donde podría desembarazarse más fácilmente de él. ¡Así, así, asiiiiiii! Chillaba Claudia y él no podía, decididamente
no podía interrumpir para decirle «me
he tragado un condenado pelo», ni siquiera
se lo había tragado, estaba ahí, a medio camino, intentó aspirar pero el
clítoris se contrajo, «¿qué demonios
estás haciendo?», protestó
Claudia, él tenía que seguir succionando, seguir succionando aunque estuviera a
punto de morir de asfixia, enseguida se imaginó lo que podía ocurrir: moriría
ahogado entre las piernas de Claudia, amoratado por falta de aire, con el pelo
metido entre la glotis y el esternón, cuando ella se diera cuenta sería
demasiado tarde y habría muerto, luego vendría el rigor mortis, además Claudia
no podría avisarle a nadie, nunca le había dado el número de teléfono de su
mujer para evitar pistas, ambos estaban de acuerdo, aquello no era más que
sexo, sexo, sexo.”
…..
“La
miré. Sentada tenía un fuerte parecido a la Venus de Willendorf. De pie,
también. Pero desnuda y sentada, el parecido aumentaba porque los pliegues del
vientre se acentuaban, las piernas, menudas y regordetas, parecían más cortas
y, además, su estatura disminuía. El parecido que yo encontraba entre ella y la
antigua Venus de Willendorf había sido, sin duda, uno de los motivos de mi
deseo. El deseo habla de quien lo siente, no del objeto, como el amor habla de
quien ama, no del amado. Posiblemente yo era la única persona -y quizás su
marido también, aunque tratándose de un experto en economía, dudo mucho de que
hubiera visto alguna vez una reproducción de la famosa Venus- a quien Carmina
hacía evocar la Venus de Willendorf, pero era justamente yo quien había hecho
el amor con ella.”
(Cristina Peri Rossi, Los amores equivocados, páginas 29, 47,
83-84, 119-120)
Interesante....
ResponderEliminarMuy interesante la forma de narrar de la autora, amigo. Me he bebido todos estos párrafos que nos regalas. Contar, y contar bien, como hace ella, no es nada fácil. Un abrazo.
ResponderEliminarUn racimo de cuentos interesantes, el amor tiene muchas caras, y se liga a muchos sentimientos, que estos a la vez se ligan en más profundidad a lo que guarda la mente de cada individuo. me gusta la manera como la autora expresa el erotismo, la sensualidad y hasta los traumas psicológicos que pueda tener el personaje, siempre en busca del amor verdadero, aunque no siempre el correcto. Gracias por tu trabajo, es siempre merecedor de un fuerte aplauso. Un abrazo.
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