F.
Scott Fitzgerald
Traducción
de Justo Navarro
Editorial
Anagrama, Barcelona, 200 páginas
(Libros
de siempre)
Francis Scott Fitzgerald (1896-1940) es uno de los escritores más
importantes y emblemáticos de la literatura norteamericana, y posiblemente el
mejor cronista de toda una generación que inicia su andadura, como él mismo
escribía, para hallar muertos todos los dioses, finalizadas todas las guerras, así
como toda la fe en el ser humano, sometida además a una duda radical. Nadie como Scott
Fitzgerald supo definir la llamada “era del jazz”, la prosperidad derivada de
la Primera Guerra Mundial, los “felices años 20”. Y también diagnosticar con
crudeza su fracaso, la traición con la que, con su materialismo e ignorancia,
la nueva clase surgida del enriquecimiento fácil, terminaría por volatizar
todos los ideales del alegre sueño americano. Supo definir en su escritura las
coordenadas de ese sueño, porque Francis Scott Fitzgerald representó de forma
modélica a aquella “generación perdida”, slogan que en su día había empleado
Gertrude Stein para encuadrar a ciertos compatriotas suyos, más jóvenes y
osados que ella, que vivían y, sobre todos bebían y escribían bajo el aliento
voluptuoso de los felices años 20.
Efectivamente, el autor de El Gran Gatsby representa mucho más que
cualquier otro escritor el modelo del perdedor de la época; un hombre al que
sus escritos, especialmente sus relatos convierten en famoso de la noche a la
mañana y que termina sus días, a comienzos de la época de los cuarenta,
alcoholizado, sin dinero, abandonado por su alejada pareja amorosa y olvidado
por el público americano.
La genialidad de Scott Fitzgerald consistió
justamente en hacer de todo esto un tema artístico, en presentar literariamente
el dinero en toda su materialidad, algo voluptuoso, símbolo de un ideal que a
la vez es tan frágil y efímero como el placer.
El
Gran Gatsby es literatura que hace de la sátira social y del reflejo de la
decadencia de la sociedad norteamericana su tema central. Una novela que
tematiza amores nunca logrados de forma plena, la muerte, fiestas alocadas y
cimentadas en desvaríos, ideales
románticos, y contiene el retrato despiadado e implacable de la sociedad de
Estados Unidos tras la primera Gran Guerra, época en la que surgen, como clase
social, los nuevos ricos. Sin que los pobres lo dejen de ser. Jay Gatsby, el
protagonista de la novela, es el prototipo de esta nueva clase social, amoral e
independiente, que ansía triunfar como sea, y que finalmente será destruida por
aquellos a los que intenta imitar..
Sin embargo, Nic Carraway, narrador de la
historia, un ser con especiales cualidades para captar la falsedad, la dureza y
la aspereza del sistema clasista americano y el fracaso de su sueño, acaba
por rendirse ante el incuestionable
hechizo de Gatsby. Su aura romántica hace que el personaje no pertenezca por
entero al grupo de los ricos de origen, una clase sin moral y sin posibilidades
de redención. De hecho en Gatsby la necesidad de hacerse rico no tiene otro
origen que el de lograr el amor de Daisy.
En el fondo, Scott Fitgerald es un heredero
de la idea romántica de que la verdad equivale
a la hermosura, pero también de que es necesario vivir la vida al
instante, puesto que nada mortal es eterno. Así pues, sobre la novela planea un
cierto aire de tragedia griega. Personajes como Jay Gatsby, con esa indomable
capacidad de amar a Daisy, la chica que tiene la voz rebosante de dinero, nos
recuerdan a los grandes héroes clásicos que, cuando se acercan a la meta, esta
desaparece en el horizonte.
El
Gran Gatsby fue publicada en 1925, pero no logró el éxito popular de los
relatos breves de Scott Fitzgerald, ni los de sus primeras novelas. No
obstante, los críticos más exigentes opinaron que era de las obras más
importantes de la literatura escrita en inglés. Una categoría que queda
sobradamente demostrada al comprobar los magistrales enfoques narrativos, la
complejidad de la voz narradora, a la vez observador y partícipe en el destino
del protagonista; los diálogos perfectos; las descripciones incomparables; la
luz del embarcadero de Daisy en Long Island, que Gatsby vela en el verano y que
desde entonces se convirtió en metáfora de las ilusiones y de los sueños
inalcanzables.
F. Scott Fitzgerald |
Fragmentos
"En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas. Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien -me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas. No añadió más, pero ambos no hemos sido nunca muy comunicativos dentro de nuestra habitual reserva, por lo cual comprendí que, con sus palabras, quería decir mucho más.”
…..
“Su corazón se
hallaba en constante y turbulenta agitación, temperamento creador, tenía un don
para saber esperar y, sobre todo, una romántica presteza; era la suya una de
esas raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda
la vida no se encuentran más que cuatro o cinco veces”.
…..
“James Gatz era
víctima de un mundo al que no pertenecía: ricos, seres descuidados e
indiferentes, que aplastaban cosas y seres humanos, y luego se refugiaban en su
dinero o en su amplia irreflexión.”
…..
“Gatsby creía en el
fastuoso futuro que año tras año retrocede ante nosotros. Aunque en este
momento nos evite, no importa... Mañana correremos más rápido, estiraremos más
los brazos... Y una hermosa mañana. Y así seguimos, luchando como barcos contra
la corriente, atraídos incesantemente hacia el pasado."
(F. Socott Fitzgerald, El Gran Gatsby)
Verdaderamente un tema interesante ...
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta