Clara Usón
Seix Barral, Barcelona, 2015, 319 páginas
Muy oportuna novela esta de Clara Usón;
publicada en un momento en el que el valor absoluto no es la hombría, la
inteligencia, la honradez, la dignidad o morir por los propios ideales, sino el
dinero, el valor económico (“tanto ganas, tanto vales”, dice la autora).
Oportuna así mismo porque recupera los años 30, en los que uno de los
personajes de la novela, muestra su valor y su heroísmo, pero en los que, como
ahora, existía la percepción de un fin de ciclo, una podredumbre y una crisis
económica muy similares a las actuales Clara Usón (Barcelona, 1961) trae a
colación esos años y nos sumerge en otros episodios de nuestros días con
determinación y acierto, similares a los mostrados en La hija del Este (2012), que justifican que sea considerada como
una de las escritoras con una trayectoria muy consolidada y a la vez
prometedora.
En un relato de ensamblaje difícil en el que
se amalgaman tres historias -la última es la más independiente, aunque ya
había hecho acto de presencia en la primera-, Clara Usón es capaz de desplegar una gran tensión
narrativa que mantiene al lector en vilo hasta la última línea. La escritora,
en efecto, nos ofrece historias que se cruzan sin importar tiempos, personajes
y espacios. Y un gran leitmotiv recurrente: el valor, que cada uno de los
personajes entenderá a su manera y del que darán muestras dispares. La autora
ensambla pues tres historias, dos de ellas con fundamentos históricos y la
otra, fiel reflejo de la realidad de nuestros días. Y lo hace atando cabos y
mezclando a propósito y sin solución de continuidad, tiempos, personajes y acontecimientos, y
fusionando relatos ficcionales con otros que son reflejo de muchas de las
tensiones familiares de nuestros días.
En la primera parte Clara Usón se la juega
con tres personajes principales y varios secundarios. El capitán Fermín Galán,
que, en Jaca, una pequeña ciudad de cavernícolas, prepara un levantamiento
armado (“la cosa”) contra la corrupta monarquía de Alfonso XIII y su gobierno,
para proclamar la República. Lo hará del brazo del pueblo pero consultará con
políticos -entre ellos Casares Quiroga, a quien siempre pillan durmiendo las
revueltas militares-, aunque sabe que con políticos nunca se pone en marcha una
revolución, sino una larga cadena de reuniones: una reunión desemboca en la
convocatoria de la siguiente. Fermín Galán es percibido y narrado desde la perspectiva
del libro de texto de Mar, una
quinceañera de nuestros días, hija de Mati, directora de una sucursal de una
caja de ahorros en el Levante español, obligada a colocar preferentes estafando
incluso a su madre y autoestafándose a sí misma. La adolescente, medio
abandonada a si misma, con dos vidas, dos cuentas de Twiter y muchos secretos,
sueña con ser gogó. Y sobre todo, odia a su madre. Fermín Galán iniciará la
revolución, anticipándose unos días a los dictados de Madrid. Una revolución
contagiosa: bastaba con tener valor! Pero un levantamiento que será un
espléndido fracaso bajo el hambre, la helada y el caos. Fermín Galán mostró su
valor: murió como un héroe por sus ideas republicanas, comandando con arrogante
serenidad el pelotón que lo fusilará, junto con el también capitán Ángel García
Hernández.
En la segunda parte, Clara Usón nos
sorprende con la aterradora historia contada por un anciano sacerdote
franciscano que, sin eufemismos, tiene el valor de recuperar a través de su
memoria delirante los horrorosos acontecimientos de la Croacia de los ustachas,
un estado independiente, títere nazi durante la Segunda Guerra Mundial,
gobernada por el Poglavnik (caudillo),
Ante Paveliċ,
amigo del papa Pío XII. Durante su gobierno, doscientos cincuenta mil
cristianos ortodoxos serbios fueron obligados a convertirse al catolicismo. La
alternativa era la tortura y la muerte. El franciscano -en su exilio español,
padre Casimiro- habla en primera persona dialogando con una monja que se queja
de la falta de vocaciones en España porque desgraciadamente ya no hay hambre.
En la Croacia del Poglavnic también se persigue a los judíos, gitanos y
homosexuales. Y el franciscano lo es. Para redimir su alma, emprende la Santa
Cruzada en el campo de exterminio de Jasenovac, considerado el más cruel de
todos los tiempos. Su apostolado y el de varios sacerdotes franciscanos,
algunos nombrados comandantes o mandos del campo, consistió en rebautizar bebés
serbios estrangulándolos o imponiendo atroces torturas, tal como las describe
la autora : “Lo senté en un tronco. Le
ordené, ‘grita: ¡Viva el Poglavnik! O te corto una oreja’, pero no dijo nada, y
le arranqué la orjea. ‘Grita: ¡Viva Paveliċ!, o te corto la otra oreja’, y el
serbio igual sin hablar. ‘Di: ¡Viva Paveliċ!, o te corto la nariz’. Como no me
obedeció, le corté la otra oreja y la nariz. Una cortina de sangre le bajaba
por el rostro; él callaba. Yo estaba fuera de mí: ‘¡Grita viva Paveliċ o te
arranco el corazón!’, y entonces sí que habló, me miró con su serenidad
insoportable y dijo: ‘Criatura, haz tu trabajo’. Le saqué los ojos, el corazón,
le corté el pescuezo de oreja a oreja y lo tiré al pozo. Pero algo se rompió en
mí y ya no pude matar más en toda la noche. Bazica me ganó la apuesta.” (páginas 232-233).
Finalmente en la tercera parte, el relato recupera la historia de hoy: la
historia de Mati, su derrumbe existencial obligada a ser víctima y victimaria
del gran desfalco de las preferentes. Mati, acompañada en Valencia y Benidorm
por un falso gigoló, igualmente comprado, el postrer capricho de una mujer
madura, que sobre todo la escucha. Presta atención al largo relato de la historia de la
hija quinceañera, parapléjica debido a un atropello del que ha sido víctima al
escapar de un concurso de gogós, y que experimenta, en una terapia de
regresión, una vida anterior en la que había sido el horrible cura croata que
había cometido barbaridades en el campo de exterminio. También la escucha en el
largo relato de su trauma por el desfalco de las preferentes. Un final abrupto
en un acantilado de Benidorm produce la impresión de que la autora extiende un
manto de compasión hacia Mati y hacia todos los derrotados en fracasos
existenciales.
Una novela sumamente ambiciosa, y por lo mismo arriesgada, sobre las
arduas dificultades de asumir riesgos, de demostrar coraje, intrepidez para ser
fieles a lo que cada cual puede considerar el valor supremo: la revolución, el
fanatismo religioso, el dinero… Y ante esas historias, las decisiones y actos
humanos consecuentes son un espejo que reflejan con fidelidad nuestra condición
humana, todos sus matices, recovecos y contradicciones.
Clara Usón hilvana con destreza unas escenas con otras; los
acontecimientos de la actualidad con los de los años 30 de Fermín Galán y su
levantamiento revolucionario. La historia de cada personaje aparece narrada
junto a subhistorias colaterales o que suceden en épocas posteriores, en una
concepción griega del avance de la historia en círculos que se repiten
constantemente. Y sin romper el ritmo del relato, debido en gran parte a la
excelente narratividad con la que la autora cuenta y describe, combinando
estilos y acudiendo a veces a recursos
como el humor o lo grotesco de la barbarie para hacer más visible el horror.
Francisco Martínez Bouzas
Fragmentos
“Al disponerse a firmar la notificación del fallo ante el
tribunal, dice Galán a sus jueces:
-Ésta es la firma que con más gusto estampo porque,
convencido de que la República es el régimen que más conviene a España, espero
que mi sacrificio no será estéril. -Y añade, con desafío-: Ya estáis viendo
cómo cuando un hombre es hombre y sirve a una idea, firma su sentencia
tranquilo y sereno.
El presidente tiene una curiosidad, pregunta al condenado:
-¿Tenía usted cómplices?
-¡Sí! Vosotros, cobardes, que habéis sido traidores!”
…..
“Hasta ahora Dios ha hablado a través
de las encíclicas papales…¿Y? Se taparon los oídos…Ahora Dios ha decidido usar
otros métodos. Organizará misiones. Misiones europeas. Misiones mundiales. Y
las dirigirán no los sacerdotes sino los comandantes del ejército, comandados
por Hitler. Los sermones serán atendidos con ayuda de los cañones, las
ametralladoras, los tanques, los bombarderos…El lenguaje de estos sermones será
internacional, me escribió el
arzobispo Šariċ. ¡Debemos emplear métodos
revolucionarios al servicio de la verdad! Es indigno de los discípulos de
Cristo pensar que esta lucha se librará con los guantes puestos. Hemos lanzado
una nueva cruzada. Usted bien sabe que los cruzados de Cristo gozan de
indulgencia plenaria, ¿a qué vienen sus críticas, padre?”
…..
Muy
a mi pesar, padre, por órdenes expresas de Ljubo Miloš y de Maks
Luburiċ, anoche hube de desplazarme a Gradina y supervisar personalmente unas
ejecuciones -empezó a decir con voz compungida-. Obligué a los prisioneros a
cavar una fosa y luego los matamos con los mazos, todavía me duelen las manos,
los echamos dentro del hoyo, a los muertos y también a los vivos, porque nos cansamos de darles
mazazos y yo les mandé a los gitanos que lo cubrieran todo con tierra y con
piedras y los enterramos bien enterrados. A otros los matamos a balazos, con
cuidado, porque las balas son caras, y a algunos los degollamos. A las mujeres,
antes de matarlas las violamos, me contó el muy bruto (el penitente, padre
Filipoviċ) y yo no sabía que decirle y
él me miraba con sus ojitos grises, como diciendo a ver cómo te apañas, y yo le
mandé rezar dos padrenuestros y tres avemarías, Ego te absolvo, Dominus tecum
fili mihi, y cuando se levantó para irse después de que le hiciera la señal de
la cruz pensé me he pasado con la penitencia, tenía que haberle dicho sólo un
padrenuestro y un avemaría y estuve a punto de correr detrás de él pero me
acordé de mi dignidad sacerdotal y de todos modos tampoco me iba a hacer ni
puto caso, ¿no?”
…..
“¿Por qué es conocido Egipto? ¡Por las
pirámides! ¡A qué van los turistas a Egipto? A ver las pirámides, y dentro de
quinientos o mil años, las generaciones futuras sabrán que una vez existió una
ciudad llamada Valencia por las ruinas de la Ciudad de las Artes y las
Ciencias. ¿Qué no se había construido bien y necesitaba reparaciones? Puede.
¿Qué los políticos habían cobrado comisiones? También. «Pero es que España es
así -dijo Mati-, siempre ha sido así y siempre será así. Era así antes de
Franco, cuando Franco y después de Franco, las mismas familias que mandaban en Valencia
y en Castellón y en Alicante en tiempos de Alfonso XIII, siguen mandando, llevamos
el caciquismo en la sangre, es algo, para que me entiendas, idiosincrático» (no
la entendió, por descontado). Y si no fuera por las comisiones y las mordidas,
no se haría una carretera ni un aeropuerto en España, los políticos y los
gobernantes, en general, eran unos vagos, necesitaban un estímulo, un
aliciente, para mover el culo.”
(Clara Usón, Valor páginas 118-119, 219, 228,
268-269)
Excelente !
ResponderEliminarSaludos
Cuando leí los fragmentos, lo primero que se me ocurrió fue asociar el contenido con esa paradojal frase que a menuda se escucha en los discursos políticos de hoy: "Hacer la guerra para lograr la paz".
ResponderEliminarMe parece que uno de los intentos de la novela, por lo que tú dices es llevarnos de la mano hacia atrás en el tiempo histórico y volvernos al presente y así sucesivamente. Porque al leer esas atrocidades que nos cuenta la novela, el lector se ve sacudido por su contenido y le provoca un estado emocional que no siempre se sufre con un texto, pero que sin embargo si vemos las guerras de hoy, las explícitas y las silenciosas, ocultas, empapadas en sangre de tinta de prensa o en golpes mediáticos, veremos que no hay mucha diferencia con el ayer. Las guerras de hoy y la tortura, la masacre en estos tiempos se sigue dando, sigue existiendo detrás de imágenes disimuladas. El personaje que descubre que en su vida anterior fue ese cura croata que cometió horrorosos crímenes, nos muestra que a lo largo de la historia los ha habido y los ha seguido habiendo en el presente cercano. Lo bueno además de la honestidad y el coraje de la autora ante semejantes historias es también su técnica en la que entremezcla tiempos y personajes.
Una novela atrapante por lo que se lee.