Cauterio
Lucia Lijtmaer
Editorial Anagrama, Barcelona, 2022, 212 páginas.
Cauterio es el cuarto libro de Lucía Lijtmaer (Buenos Aires, 1977) y el que ha sido acogido con mayor aceptación tanto por parte de la crítica como del público lector (tres ediciones en el mes de marzo). Pero la autora no es un neófita, solo que sus anteriores libros son de divulgación cultural. Cauterio es pues su primera novela. En Cauterio, el lector se encuentra con dos historias que transcurren en épocas distintas: en la actualidad y en el siglo XVII. Y situaciones espaciales también distintas y muy alejadas entre sí. Mas la autora ha sido capaz de entrelazar con destreza ambas historias, logrando una sola novela en torno a temas como la huida del dolor, la resistencia, la traición, la venganza, el desarraigo, la fragilidad o la oposición ante los roles de género contemporáneo. Cauterio es pues el debut de una narradora; y a la vez punzante, cauterizadora, pero sobre todo una poderosa novela.
En Cauterio se dan cita tres voces: la de una mujer joven sin nombre, la de una pensadora y practicante religiosa, Deborah Moody, nacida en 1586 y la de la autora que amalgama hábilmente los monólogos de ambas que se alternan a lo largo de la novela. En el inicio del libro, hace acto de presencia la mujer joven sin nombre que transita por Barcelona en 2014. Vive en una profunda depresión, con fantasías apocalípticas debido al cambio climático y decide trasladarse a vivir a Madrid, con la muerte como su única meta.: “Durante mucho tiempo solo me quiero morir” (página 9). Había sido abandonada por su pareja.
La segunda protagonista, una mujer inglesa del siglo XVII, Deborah Moody, deja Inglaterra para establecerse en las colonias. Si a la protagonista contemporánea la invade una sensación de fracaso al quedarse sola sentimentalmente, la segunda, enterrada en vertical con sal y polvo de moluscos al alrededor, también sufre un doble aislamiento en relación con el puritanismo del siglo XVII. Por eso se va a las colonias y más tarde forma un grupo de seguidoras en Salem, entre ellas Anne Hutchinson, con la que solamente coinciden en la ficción. Será acusada de herejía por sus ideas innovadoras sobre la religión y obligada de nuevo a huir.
Las mujeres de Cauterio tienen la sensación de haber sido traicionadas por las trampas del amor o por el puritanismo religioso. Pero las suyas, a la vez que es una huida del dolor es también una historia de resistencia a través de la venganza como manera de salvación. Por eso Cauterio es una novela redonda sobre la huida del dolor y como forma de supervivencia..
Ambos personajes, a pesar de los siglos que las separan, funcionan en plan paralelo. Ambas cuentan momentos importantes de sus vidas: la trampa tranquilizante en la que cae la joven barcelonesa sin nombre a base de barbitúricos; o el niño muerto que pare Deborah y que, sin embargo no acaba con el linaje del marido que ya tenía un hijo con otra mujer. Un marido que se esconde de ella para fornicar con las criadas. Ella, primero en Sangus, en la bahía de Massachusetts y más tarde en Salem, es seguidora de la palabra de Dios, lleva una vida justa sin esconder su fe, aunque termina haciéndose terrateniente. Y comprende que solo a través del artilugio de la ocultación podrá sobrevivir en el puritanismo de Salem. Cosa que no ocurre y, perdiéndolo todo, se da a la fuga.
Lucia Lijtmaer
La novela es una reivindicación como expresa la misma autora de las mujeres anormales, de las que se encuentran en el límite. Mujeres que no son seres planos, seres de luz, que tienen amistades problemáticas, fantasías desordenadas, a veces incluso violentas. Y son casi siempre rebeldes tanto en su vida personal como en sus creencias religiosas. Personajes como el de Deborah Moody, construido desde el dolor. No son buenas porque están oprimidas. Son personas de carne y hueso, con virtudes, defectos, dependencias, quizás psicóticas (el caso de la mujer joven de Barcelona). Pero también personajes frágiles ante los vínculos del amor romántico, que se vuelven frágiles cuando el apego naufraga.
Una estructura dicotómica, bien aprovechada que nos va conduciendo a un ritmo normal hasta el desenlace. Y un estilo de prosa que ya desde ahora es una gran voz que es preciso tener en cuenta.
Francisco Martínez Bouzas
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