La plaza del Diamante
Mercé Rodoreda
Traducción de Enrique Sordo
Prólogo de Gabriel García Máquez
Edhasa, Barcelona, 2021, 272 páginas
(Libros de siempre)
Si
existe y se puede hablar de una literatura proletaria, he aquí un ejemplo
difícilmente irrepetible y señero. Y no solo porque la fabulación de Mercè
Rodoreda (Barcelona 1908-Gerona 1983) recrea los pedregales, las polvaredas y
pequeños rayos de felicidad de una mujer
de la clase obrera -mucho más abundantes las pesadillas que los momentos
placenteros y de ensueño-, sino sobre todo por la forma expresiva tan peculiar
de esta novela un suerte de cercado narrativo sin recovecos y rodeos;
lineal y corriente como uno imagina el discurrir de la experiencia vital de una
mujer pobre y candorosa, maltratada por
todos los gemidos, dolores y cansancios que genera la miseria. Y sobrecargada
por los huecos del hambre y de la muerte en los tiempos difíciles de la
Barcelona de Guerra Civil.
Pero de la misma forma que los hilos de las existencias humanas, incluso de las más vulgares, se iluminan de vez en cuando con chispas del calor de la emoción, del mismo modo la escrita polisémica e elemental de Mercè Rodoreda explota con gran frecuencia en verdaderos momentos de diamantes expresivos al visionar los retazos del aliento barcelonés a través de la vida doméstica y sentimental de esta mujer de la clase obrera.
Mercè Rodoreda
Y así, gira que gira Colometa, envuelta en un universo de sensaciones, de colores, y hedores de los viejos barrios barceloneses. Son las camelinas y las margaritas, los jazmines y las violetas, los arrullos de las palomas, las cegadoras luces azules, las rosas de papel. Y los pensamientos y cismas. Y el aire y el hambre y los muchos trabajos y cansancios. Todo cruza y envuelve la vieja vida de Colometa, un casi nada que desarrolla su exitencia alrededor de la Plaza del Diamante, “una caja vacía hecha de casas viejas con el cielo por tapadera”.
Y si a más de uno no le es suficiente la contemplación de la hermosura melancólica de esta obra maestra de la escritora catalana considerada la más universal de todos los tiempos y traducidas a casi todos los idiomas, y quiere avales más sólidos y relumbrantes, debe recordar que a Plaça del Diamant la incluyó Harold Bloom en la cuarta lista (“La edad caótica: una profecía canónica”) de ese canon occidental que desde hace años circula por medio mundo dando mucho que hablar (no las densas y soberbias lecciones de crítica literaria que componen realmente el libro), sino sus listados en los que a todos nos apetecería mangonear.
Francisco Martínez Bouzas
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