La mañana de un terrateniente
Lev Tolstói
Traducción del ruso de Selma Ancira
Acantilado, Barcelona, 2021, 119 páginas.
Este relato, Las mañanas de un terrateniente, uno de los cerca de setenta que salieron de su capacidad fabuladora, lo escribió Tolstoi en 1856. Pertenece pues al primer periodo en el que se suele dividir la obra del escritor ruso. Un periodo que se inicia en 1852 con la publicación de Infancia y perdura hasta 1877 en que aparece Ana Karenina. Si bien no faltan estudiosos que se oponen a diseccionar y a fragmentar a Tolstói en periodos porque desmembrarlo equivale a reducirlo, hacerlo más confuso. Tolstói es un todo completo, autor de una obra grandiosa, tanto en novela como en relatos, que, sin alcanzar las dimensiones de sus dos grandes novelas (Ana Karenina y Guerra y Paz), son sin duda obras portentosas, como lo es Historia de un caballo o Cuánta tierra necesita un hombre.
Tanto en sus grandes novelas como en los relatos menores, Lev Nikolávich Tolstói sobresale como “el gran señor de la literatura rusa”, debido tanto a la cuidada elaboración de su obra literaria como a un estilo equilibrado, si bien en muchas de sus obras hay una prédica moral.
Este relato, de transfundo autobiográfico, es uno de los considerados de “moraleja”, y marca las bases y separación entre el campesinado y la aristocracia rural. En su inicio, encontramos una carta del príncipe Nejliúdov, estudiante en la universidad,, que le comunica a su tía, la condesa Beloréstekaia, su decisión de abandonar los estudios universitarios para consagrase a la vida rural que siente como su verdadera vocación. Desoye los consejos de sus familiares, comenzando por el de la tía que califica la decisión del sobrino como un exceso de amor propio y un proyecto absurdo. El joven, desoyendo a la tía, solicita la baja en la universidad y se queda para siempre en el campo. No les negará nada a sus campesinos que son reacios a un traslado a un asentamiento mejor, a pesar de la vida mediocre en la que viven, alimentándose de pan y cebolla. Así mismo, incita a sus campesinos a trabajar porque. si nada funciona, continúa la miseria.
La actitud reacia de los campesinos hace que Nejliúdov medite sobre si todos sus sueños sobre los objetivos y obligaciones no serán más que un sueño absurdo. Sin embargo, se aferra al pensamiento de que el amor y el bien eran la única verdad, generadores de felicidad. Mas también toma conciencia de que está perdiendo los mejores años de su vida en una tarea inútil, ya que sus campesinos son reacios al cambio.
Lev Tolstói
Relato posiblemente de trasfondo autobiográfico, como ya se señaló, que muestra la sumisión total del campesinado a sus señores, los terratenientes. Y, a la vez, retrata la miseria en la que se vive en la Rusia rural. Relato lineal en el que Tolstói hace gala de excelentes descripciones de las familia campesinas: de sus isbas, de sus vestimentas, de sus míseros alimentos. La huella en definitiva de la miseria que el terrateniente quiere remediar, pero se encuentra con la tradición, con los usos y costumbres ancestrales, también con la pobreza que hace que sus esfuerzos para mejor la vida de sus campesinos resulten inútiles. Todos quizás porque en la obra de Tolstói conviven dos voces: la del narrador y la del moralista.
Francisco Martínez Bouzas
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