miércoles, 28 de abril de 2021

"REVANCHA": REALISMO SALVAJE

Revancha

Kiko Amat

Editorial Anagrama, Barcelona, 2021, 324 páginas.

 

   

    Revancha, la última novela de Kiko Amat (Sant Boi de Llobregat, Barcelona, 1971), no es la voz de un autor novel. Lo fue en su día con la novela El día que me vaya no se lo diré a nadie. Una pieza ficcional que sedujo a Jorge Herralde, el fundador de Anagrama, hasta el punto de convertirse en fan del inaugural escritor de Sant Boi.

   La nueva novela de Kiko Amat recrea la violencia, tras haberla vivido muchas veces, en sus dos formas: la vil y la justa. Ambas inspiradas en la realidad que acontece  a diario en ciertos barrios marginales de la ciudad condal. Y recrea sobre todo la violencia que sucedía en las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo, cuando los neonazis del futbol catalán cortaban dedos o lenguas. Y los que cometían talles “hazañas” se convertían en  mitos, en celebridades, pero en realidad no eran más  que los monstruos de nuestra generación.

   La novela de Kiko Amat tiene tal fuerza que te deja k.o  desde las primeras páginas, porque en ella nos relata una historia donde abunda la violencia, mezclada con pizcas de ternura. No es por eso mismo, una novela apta para pusilánimes porque en ella la violencia es vertiginosa, verbaliza la rabia, las peleas la reparación. Y un rencor inagotable.

   En la trama, la mayor parte de la acción recae sobre dos o tres personajes centrales. En principio, Amador y Alberto Cid. El primero es el número dos del grupo Lokos, un grupo ultra de F.C Barcelona, que extorsionan, trafican con droga, pegan palizas contratados como sicarios, y destruyen bandas de criminales o ultras enemigos. El kapo de la banda es Alberto Cid, alias el Cid, un tipo psicópata, del que están ausentes los escrúpulos y la más mínima pizca de humanidad. Ambos habían sido legendarios skinheads neonazis durante la década de los ochenta y noventa. Fueron inseparables durante largos años. Hasta que algo ocurrió que los alejó. Amador es portador de múltiples secretos, y sobre todo esconde su condición de homosexual.

   Otro personaje es César “Jabalí” Beltrán, rugbista años atrás. Se gana ahora la vida ejecutando venganzas por encargo a pederastas y atropelladores en fuga. Un secuestro, una redada y un botín harán que las existencias de Amador y de César se entrecrucen. Los resultados serán imprevisibles para los dos.

   Revancha es una novela  en la que la violencia anónima y al mismo tiempo justiciera chocan en las dos voces en la que Kiko Amat recrea el comportamiento intolerante de un grupo de hooligans del Barcelona de la dos últimas décadas del pasado siglo. Así como los ajustes de cuentas que César “Jabalí” Beltrán que por encargo da palizas, como ya se ha dicho. Todos estos personajes pululan por la parte obscura de la capital catalana y por sus periferias. En esas zonas, los miembros del hampa se reafirman en función de su grado de violencia en el círculo  trófico del lumpen. Si sacas un ojos, sierras un dedo o rompes la tráquea, ganas puntos y asciendes de categoría..

   La novela incorpora múltiples argots y neologismos que no tienen traducción y que nos vemos obligados a sospechar su significado por el contexto. Ese lenguaje refleja, de forma descarnada, el camino de estos desarraigados sociales, intoxicados  así mismo por un profundo desprecio hacia el mundo.

   Esta novela nos hace cuestionar si el sentimiento de venganza,, consustancial al ser humano, con el paso del tiempo se va debilitando ya la vamos desechando poco a poco. Esa necesidad de venganza es seguramente el núcleo psicológico -también narrativo- de la novela de Kiko Amat, cuya voz narrativa se centra en el realismo salvaje, la crónica negra y feroz, a través de una páginas teñidas de violencia vital y que no hace más que reflejar la crudeza de la realidad.

    

                                  

                                             Kiko Amat

 

Así pues, una novela de venganzas, de familias desestructuradas,  de ultras, de odio múltiple e indiscriminado, con alguna salpicadura de amor fraternal. Un novela cuya lectura quizás produzca dolor y repugnancia. Pero es adictiva y nos impulsa a seguir leyendo. Novela bien estructurada, con varias tramas que se entrecruzan hasta llegar a un desenlace donde todo cuadra, El ritmo de la pieza es el adecuado: la información se nos va dando poco a poco, lo que favorece el suspense. No es una novela lineal, sino con alternancias de espacios y tiempo, con analepsis y prolepsis. En definitiva, una novela dura, brutal pero que nos obliga a seguir leyendo si no somos almas timoratas que nos rasgamos las vestiduras ante una lectura thrilleresca, con personajes reales y vivos, Por eso funciona Revancha: no hay nada inventado, todo es real y existente. Y sus personajes hablan como habla la gente. Por eso son creíbles.

 

Francisco Martínez Bouzas

 

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