Juan Madrid
Alianza Editorial, Madrid, 2016, 271 página
Alianza Editorial ofrece una
nueva edición de Días contados, novela
publicada por primera vez en 1993 y que ha conocido varias reediciones. También
una exitosa versión cinematográfica dirigida por Imanol Uribe, si bien con una
trama que difiere en algunos aspectos: Antonio el protagonista no es ningún
pistolero de ETA. Su autor, Juan Madrid (1947) es un prolífico escritor de
novela policiaca, periodista y guionista de cine y TV. Con días contados aparcó
momentáneamente Juan Madrid el género detectivesco y criminal, y sacó a la luz
del libro impreso una de sus grandes obsesiones: el retrato social descarnado
de un tiempo, en buena medida mitificado: la Movida madrileña de la década de
los ochenta, y el “realismo” del enriquecimiento y de la acomodación al poder
de muchos “rojos” que habías sido huéspedes de las cárceles franquistas y que
ahora, “con la cabeza sentada”, se decantan por enriquecerse.
El autor deja claro en una nota introductoria
escrita para esta edición que todo lo narrado en la novela lo vivió durante más
de veinte años en el barrio madrileño de Malasaña, y desde Malasaña y “desde
abajo”, metido en el mundo de los explotados, los miserables y la pobre gente
que va por la vida a pie, sin futuro ni esperanza. Juan Madrid cuenta pues la
Movida madrileña y lo hace, no desde el análisis glorificador, sino desde el
realismo de lo que fueron aquellos años. Lo hace en diferido, con una mirada
retrospectiva pero llena de clarividencia, sin maquillar la realidad, sin
ocultar la mierda, la sordidez y la explotación.
Por eso, los verdaderos protagonistas de la
novela no son los progres, los niños bonitos, los reconvertidos en empresarios
explotadores que van pasar una noche de copas con compañía femenina extraída de
entre las prostitutas yonquis. Tampoco los que han olvidado sus ideales de
lucha contra el franquismo y ahora apuestan por ganar dinero a espuertas, sino
los habitantes del subterráneo. Antonio, un fotógrafo que pretende cumplir un
encargo de la Comunidad madrileña, una guía fotográfica de la Movida y retratar
el barrio de Malasaña, lo que ve en sus calles, plazas, bares garitos; y dos
prostitutas de las que se hace amigo, que sueñan con ganar dinero a base de
mamadas y de la venta de papelinas de coca en una fiesta de señoritos para la
que están contratadas. Y en torno a ellos, una difusa tribu urbana: pringados,
camellos, víctimas del caballo o del sida, policías corruptos y vengativos,
abogados laboralistas que cambiaron su pasado de lucha política por la lucha
por enriquecerse. Los que lucharon contra Franco, a la muerte del dictador, se
hicieron lúdicos y ahora se dedican a forrase de dinero. Es la movida de la
pasta.
Lo que
nos muestra la novela son los rastrojos más descarnados de lo que fue la
Movida. Y lo hace a través de un caleidoscopio y con un personaje central: un
héroe, o mejor dicho antihéroe, que instalado en un perpetuo fracaso, aunque
bien llevado, quiere hacer el mejor libro de fotos del mundo. Él, con una moral
acomodaticia, será el hilo conductor de la trama: él y sus fotos de las amigas
prostitutas yonquis a las que retrata en todas las posturas: pinchándose,
preparando chutes de caballo, calentando la cucharilla, con la jeringuilla
clavada en el cuello, masturbándose en una bañera… Fiestas sórdidas, pero de
gente real que su hermano y editor, reconvertido de rojo a aspirante a rico, se niega a editar porque quiere fotos
lúdicas, alegres, no vomitivas. Pero el fotógrafo Antonio lo que hace es
fotografiar la vida. Y la vida son tías en pelotas que se hacen pajas, tíos
drogándose, camellos cortando la droga y engañando y robando a sus clientes.
Esa es la verdadera vida de Malasaña y de tantos otros barrios de Madrid. Fue
lo que quedó después de la muerte de Franco, después de la democracia: chicas
podridas por la droga que tienen que prostituirse para sobrevivir, gente que no
sabe qué hacer ni a dónde ir, atrapados en sus vanos e ilusorios sueños. Ellos
son la generación perdida. Morirán muy pronto y nadie contará sus vidas, sus
sueños. Ni siquiera registrarán su muerte. Los otro, la gente guapa que había
cambiado las chaquetas de pana por trajes de Adolfo Domínguez, serán los
grandes explotadores, los que organizan fiestas y orgías.
Novela intensa, muy dura, mas
transitada por momentos de ternura, como
la inesperada y sórdida historia de amor
del fotógrafo y una de las chicas yonquis prostituta. Un amor de desgracias que
Juan Madrid sabe retratar con el ritmo adecuado que exige el pasado y el
presente de ambos personajes. En definitiva, Juan Madrid escribe con esta
novela un buen ajuste de cuentas con la Movida madrileña y la pone en su sitio.
Y por eso mismo, Días contados es
también una novela catártica.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“La
chica estaba acurrucada en la puerta y parecía dormir. La minifalda vaquera,
subida hasta más arriba de los muslos, mostraba el comienzo de una nalgas
respingonas, sin bragas, por donde se escapaban pelos negros y retorcidos.
Se
detuvo a su lado, conteniendo la
respiración. Las nalgas eran perfectas, blancas. Los pelos parecían hormigas
trepando por un montón de azúcar.
Le
sacudió el hombro y ella se pudo de pie de un salto. Su sonrisa le abrió la
cara.
-Me
he dormido -le dijo-. ¿Vives aquí?
-Sí,
es mi casa.
-Entonces
voy a ser tu vecina. Mi amiga Vanesa y yo hemos alquilado la buhardilla de al
lado. Me llamo Charo, ¿y tú?
-
Antonio.”
…..
“Vanesa
y Lisardo mordisqueaban galletitas de nata que había traido Antonio y veían su
televisión portátil.
Ugarte
pasaba las hojas de una raída revista Motor 16.
-¡Eh,
ahora me voy a quitar la ropa de todo. No os vayáis a poner cachondos ni nada
de eso, ¿vale? -dijo Charo.
Antonio
hizo un gesto con la mano, como si no le diera importancia, y Charo terminó de
quitarse la minifalda y comenzó a extenderse crema por la parte alta de los
muslos, el estómago y las nalgas. Cuando terminó se limpió los dedos en el
vello del sexo.
Días
antes, Antonio había visto asomarse por la puerta del cuarto oscuro a una rata
negra y peluda que le había mirado fijamente antes de desaparecer detrás de la
cubeta de revelado. La rata tenía el pelaje húmedo y reluciente, como si
hubiera estado en el agua. Aquello le hizo pensar en un posible conducto
directo y secreto entre las cloacas y el edificio. El sexo de Charo le
recordaba aquella rata.”
…..
“Claro,
hija, la verdadera Movida duró solo unos cuantos años. Puede decirse que empezó
después de febrero del ochenta y uno, cuando se acabó el golpe de Tejero, y
tuvo su punto en el ochenta y dos y en el ochenta y tres…y, si acaso, un poco
más, pero ya está…Madrid se llenó de galerías de arte, de revistas como La luna
de Madrid y Madrid me mata…Era también la época de los fotógrafos y de los
animadores culturales, fíjate tú…bueno y de los pinchadiscos. El PSOE copó
todos los Ayuntamientos y las Diputaciones en las elecciones del ochenta y dos
y se dedicaron a dar dinero y subvenciones a tuti plen…Cualquiera que tenía una
idea iba a un Ayuntamiento socialista o a una Diputación y le prestaban dinero
a fondo perdido. En realidad la cosa empezó ya a la muerte de Franco, pero en
los años ochenta y dos y ochenta y tres…Qué quieres, hija, España se puso de
moda en todo el mundo…Bueno, sobre todo Madrid…A mí me han hecho entrevistas de
casi todos los lados…Alemania, Francis, Italia. Nueva York…A propósito de Nueva
York. Íbamos y comprábamos ropa y discos a cada instante…a ver exposiciones, conciertos.
La cultura americana nos flipó.”
(Juan Madrid, Días
contados, páginas 22, 55, 237)
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