Fran Alonso
Traducción de
Moisés Barcia
Pulp Books
(sello de Rinoceronte Editora), Cangas do Morrazo, 2015, 140 páginas.
El sello Pulp Books sigue vertiendo al español algunos de los títulos
más exitosos de la narrativa gallega de los últimos años. Uno de ellos, en esta
ocasión, es Nadie del narrador, poeta y ensayista, Fran Alonso, autor
de una importante obra sobre todo en los dos primeros géneros. La narrativa de
Fran Alonso se zambulle de lleno en las entrañas más inquietantes de las
actuales sociedades urbanas. Es su gran obsesión como él mismo manifiesta en el
Epílogo de este volumen. Por mi parte concuerdo con el escritor en el hecho de
que su última incursión narrativa se amalgama de una forma muy clara con su
novela corta Silencio y también con
su poemario Persianas, pedramol e outros
nervios. Porque Fran Alonso, tanto en prosa como en verso, es un cronista
fiel y al mismo tiempo conmocionado, de las brechas de la posmodernidad; y
también de las grandes o minúsculas epopeyas que aún siguen teniendo vida en
nuestro mundo. Como las de aquella mujer de su poema “Dormirá, meu fillo,
tirando en calquera parte”. ¡Una inteligente y perspicaz prospección en los
tuétanos de las sociedades urbanas aquel poemario del año 1996! Y superlativa
si la trasladamos al momento presente. Calidoscopio de la realidad, así es la
poética y en general el universo de Fran Alonso, con independencia del género
en el que se exprese.
En esta misma senda, se alinea Nadie,
dirigiendo la voz narrativa su mirada a los vecinos, á la comunidad de vecinos,
apropiada metáfora de la convivencia en las sociedades urbanas contemporáneas.
Es preciso pues leer esta selección de relatos insertándolos en su origen
natural: el macrotexto que es la literatura de Fran Alonso que busca casi
siempre el mismo objetivo: las sociedades urbanas contemporáneas, la expresión
de la penuria infinita y polimorfa de sus demencias, sus paranoias, de las que
forman parte o a las que alimenta ese incontable número de bulos, de “hoax” que
nos llegan a través de las nuevas tecnologías.
De la presente colección de Fran Alonso forman parte diez relatos
articulados mediante una sucesión de “hoax”, de leyendas urbanas difundidas por
internet. En el pórtico de Nadie, el
relato “Vecinos”, que completaba la segunda edición de su novela breve Silencio (2001), una grabación literaria
del ruido estridente de una comunidad de vecinos que se proyecta sobre un fondo
aún más estruendoso y que concluye en una peculiar y chocante relación amorosa.
“Hombre Viejo y Mujer Vieja” relata el intento de relación unidireccional entre
un hombre y una majer que vive en el edificio de enfrente, con un final
realmente de cuento de hadas. En “Estilo de vida”, luego del retrato paródico mas real de una comunidad de vecinos
y de que el ruido se convierta en categoría absoluta, cada vez más
insoportable, la protagonista apuesta por otros estilos de vida en lugares que
arrastraban una gran carga de soledad, más no de ausencia de ruido, porque
forma parte indisoluble e irremediable de la vida contemporánea. Sin cambiar de
escenario, en “Comunidad literaria”, ficcionlaiza Fran Alonso, con grandes
dosis de ironía, las relaciones no siempre beatíficas entre el escritor y el
crítico literario, con la intervención superadora del conflicto por parte de la
figura de la lectora. “Vacaciones” es un relato paradigmático sobre la
esclavitud de las nuevas tecnologías, capaces de crear situaciones alucinantes,
desconciertos de los que somos incapaces de salir.
El relato que le da título al libro, “Nadie”, es heredero o prolongación
de la ya mencionada novela breve Silencio,
y una cala, enmarcada en una atmósfera kafkiana, en lo más absurdo de la vida
urbana, en la que incluso podemos llegar a vivir en un edificio en el que los
vecinos se evaporan y solamente se escucha el silencio y el vacío de nadie. De
nuevo una radiografía descarnada de los habitantes del edificio del Bienestar Social,
en el relato homónimo, que refleja con gran habilidad las miserias y los dramas
sociales del llamado estado de bienestar. “Poa la boca muere el pez” es un
relato sobre la soledad urbana que puede desembocar en locuras como las de
hallar la amistad que al protagonista nadie le brinda, en el silencio abisal de
los peces. También es la soledad la que empuja a la protagonista de “Esperando”,
a aceptar una cita a ciegas con alguien al que conoce solamente a través de la
red, que soporta, claro está, todas las mentiras. El último relato, “Lista de
correo, es una reflexión sobre el nivel de mediación que nos imponen las nuevas
tecnologías, ese “océano infinito” que es internet, tomando como punto de
partida la naturaleza de los “hoax” su capacidad para mentir, transgredir e
incluso para ficcionalizar, aunque sin descubrir, a diferencia de la literatura,
que su vocación es el embuste.
Así pues, piezas narrativas que pretenden no solamente entretener, sino
que nos impulsan a reflexionar sobre las relaciones sociales en un mundo cada
vez más individualista, repleto de seres solitarios, encerrados en contextos
urbanos y que de forma discreta o indiscreta ojean a sus vecinos. Cavilaciones así mismo sobre
las nuevas tecnologías y sobre su capacidad de transformar nuestras formas de
comunicación y también, lo que es más grave, nuestras vidas. Relatos en los que
el autor usa una lengua directa, precisa y sin complejos a la hora de reflejar
las realidades urbanas y el universo de las nuevas tecnologías, con el añadido
de una inteligente intertextualidad en algunos casos. Fran Alonso refleja pues
de forma muy real las coordenadas del mundo actual, la soledad, la
incomunicación, el “esparto del silencio” o los “extraños sonidos de mudez y
ausencia” para decirlo con las palabras
poéticas traducidas del poemario con el que este libro mantiene una especial
relación. La acuidad y la radicalidad
con las que el escritor presenta estas coordenadas y, en general la maestría
narrativa del autor son una buena razón para deleitarnos con estos relatos que
sin duda nos harán pensar.
Francisco Martínez Bouzas
Fragmentos
“Mis visitas a su casa (inicialmente en
busca de silencio) fueron incrementándose, en parte porque llegó un momento en que ella misma
insistía en que necesitaba que alguien le marcara los límites para ser
consciente y corregirse. Poco después, la relación de vecindad dio paso a la
amistad, e inmediatamente, al amor. Tres meses después de aquella primera
visita me trasladé al piso de arriba y abandoné el mío. Me gustaba, no había
nada que pensar. Además, sus vecinos de arriba parecían bastante silenciosos,
con lo que solucionaba mi problema. Me instalé en su casa y me vi obligado a
ejercer de padre de dos indios sioux que tenía por hijos. No soy muy consciente
de qué tipo de actitud adopté con respecto a los niños, pero un mes después, en
medio de una bronca con ellos, llamaron al timbre. Era el nuevo vecino de abajo
y traía cara de circunstancias.”
…..
“En el vecindario habitaba todo tipo de
personajes, y las juntas de la Comunidad eran su mejor retrato. Sara los tenía
bien catados y clasificados. En todos los lugares donde había vivido sucedía lo
mismo. Nunca fallaban, por ejemplo, los que no pagaban las cuotas comunitarias
(que en consecuencia tampoco se presentaban a las reuniones, por si las
moscas). Era el caso de su vecino de al lado. Y la causa no parecía estar en
los problemas económicos o, por lo menos no era eso lo que transmitían los dos
lujosos coches y la moto que aparcaba en el garaje. También es cierto que cada
vez más gente vive muy por encima de sus posibilidades, a base de créditos
constantes e interminables. Y no convenía olvidar a los que hacían de los
coches un instrumento de ostentación, comprando marcas y modelos
desproporcionados a sus sueldos. Así nunca llegaban a fin de mes. También
estaba el que amenazaba incansablemente con ir al juzgado a denunciar al perro
del tercero, que ladraba y ladraba toda la noche.”
…..
“A veces, la gente miente. Cuando las
personas no se pueden ver, mentir es fácil. ¿Le mentiría él en alguna cosa? Se
había definido insistentemente como una persona tímida. Le había confesado que había
hecho un esfuerzo por pulsar en el botón de «establecer conversación», para comenzar
a hablar con ella a través de la página.
Ella le había dicho que era romántica. Luego se había arrepentido. En la Red
también se arrepiente uno de decir esas cosas. Él parecía un tipo frío. Estaba fascinado
con la electrónica. En casa debía tener de todo. ¿Qué sueldo ganaría?
También era solidaria. Se lo había comentado.
Hacía acciones en la Red y siempre enviaba los mails de petición y ayuda.
Ella estaba en Facebook. Él aseguraba que
no, pero lo controlaba demasiado bien para ser verdad. Pese a todo, no había dado
con su página porque posiblemente empleaba otra identidad.
Ella tenía cuenta en casi todas las redes
sociales, incluido Twiter. Eso le permitía, por ejemplo, seguir directamente a algunos
famosos.”
(Fran
Alonso, Nadie, páginas 16, 28-29, 104-105)
Muy interesante....
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