Eva Yarnoz
Institución Cultural “El Brocense” de la Diputación de
Cáceres, Cáceres, 2017, 103 páginas.
Hay prólogos o simples juicios que por la
categoría de sus autores son un aval y un anticipo del convite que nos aguarda
en la lectura del texto prologado, especialmente si su contenido es poesía. Las
palabras de Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía en 2009, en el
transcurso del fallo de Premio “Flor de Jara de Poesía” de la Diputación de
Cáceres, sobre Filiación, de Eva Yárnoz que se alzó con el premio, nos
invitan, en efecto a emprender el vuelo y sumergirnos en los poemas de Eva Yárnoz:
“cumple con la función de ser un acto contra todas las humillaciones del lenguaje de la
normalización y del poder.” Eso dijo Juan Carlos Mestre sobre este libro que,
en efecto, es eso pero mucho más.
La autora lo explica con palabras que
constituyen su propia poética:”una melodía mediumnizada nacida del silencio y
del quiebre y su filiación es la filiación de todo lo creado. Filiación del
Ser, Filiación de lo Uno en sí que se diversifica en mil formas.” Y así poder
ver más allá del velo de los ojos: el jardín abierto brumoso de luz que ofusca
la vista, el dictamen de lo indecible, el ser que todo lo unge, incluida la
gaviota, el ave que devora el pez, la mirada enferma del mundo, la sombra del
tronco muerto, lo intemporal, la limitación en el displacer, la vida en el
sueño, el ojos que ofrece respuestas… Pero el sentido de esa filiación nos lo
presenta la poeta en el último poema: “No juzgues más al hijo por el padre, los
hijos son líquenes sueltos…pero el liquen busca a su madre, reconoce la filiación,
reconoce a sus madre” (página 103).
Desde el título, el libro aporta una gran
carga significativa. Poemas de la experiencia. La voz poética que en sus poemas
en prosa descarga sus pensamientos,
sobre todo sus emociones. El yo que se despliega y reitera en muchos poemas
con una tonalidad versal bastante uniforme, un componente melódico
intenso en general, mas sin descoyuntarse como un tsunami. Nada influye en ese
componente melódico la apuesta de la autora
por la poesía en prosa, no por la prosa impostada en forma de poesía.
Los textos versales de Eva Yárnoz no
transitan por territorios lingüísticos
sencillos. Pero ya he indicado que más que poeta rara y ajena al canon
poético actual, es una poeta que
amalgama ideas penetrantes e intensas con un trabajo esmerilado en cuanto a la
forma; y nos hace revivir en cierta medida la categoría de la edad de los
poetas, consagrada por Alain Badiou. Es sintomático en este sentido la cita de
Trakl (página 45), un representante de la edad de los poetas: un momento en el
que el decir poético no solo es un pensamiento e instruye sobre una verdad,
sino que también se ve obligado a pensar
el pensamiento. Un heterónimo de Alberto Pessoa, Alberto Caeiro, multiplica
las máximas.
Eva Yárnoz usa con acierto la emotividad de
las palabras, esa tonalidad afectiva que se adhiere a su significado ordinario.
Todo el incontable mundo de objetos, de gestos, de colores, de aceptaciones y
de rechazos…denotan un poder emocional, y no únicamente cuando los referimos a
su uso tradicional en el que frecuentemente se les asocia un significado
valorativo.
En Filiación
hay sin duda algo que no se puede expresar con el lenguaje. En mi opinión es la
emoción ante el constante bullir del mundo en una melodía inexpresable, creada
por todo los seres, los actos, todos los gestos, “símbolo quieto con punta y
clavos que arañan el lenguaje” pero que
difícilmente se puede decir lo que es, porque lo es todo y fatigosamente se
expresa en la mano que significa. Añádase a esto las formas que están en medio
del yo poético como en medio de la nada, “Como duda, como ojo, como reflejo” (página
67). Es por ellos que los textos
poéticos de Filiación rebosan poeticidad, aquello que convierte un
texto literario en un mensaje artístico.
Francisco Martínez Bouzas
Selección de
poemas
lobo negro
“lobo negro escarcha en la nieve llanto lánguido.
fuente de roca líquida horada de miel, nada que hacer, viene la lluvia, lobo
blanco. lobo blanco confundido en la blanca lluvia, permite que penetre en los
cálidos troncos. lobo negro escarba en la nieve, blanco es el recorrido negra
la lluvia, permite que penetre en los troncos cálidos, lobos en la tierra, lobo
vida que no muere en los campos blancos. piedra sobre tierra, nieve sobre
piedra, permite que penetre la lluvia, a ciegas en el páramo.
Blanco bosque sobrevuelas como ave, planea sobre el
fango de sol y de lluvia que penetra. cala la cálida lumbre que todo lo une,
unión de lobo en luz, permite que penetre la lluvia en los cálidos troncos.
Piedra sobre la lluvia, la nieve cala en los ojos.”
saliva
“opaca de números misteriosos, ves el azar que sucumbe
la belleza cobarde en la noche. la sangre negra abre surcos en la nieve que se
desborda, cae un huracán blanco en la sangre derramada. limpia el nombre de los
quemados.
ojos en ti salivar la vena en ti inmaterial el tacto
saliva azul, tu espalda cascada hacia el vacio. y trakl en sueños, yo
balbuceante bajaba a ciegas la pared laminada, y en el sueño, bajaba. alianza
de besos en la vegetación que nunca herrumbra bajo tu espalda y es violenta la
mano que penetra el pecho entre la niebla y los ojos.”
amarillos
“solo con amarillos inconexos del cielo. con esos
amarillos como rescoldos grito suavemente. en la hoja brillante que pálidamente
refleja, se sostiene en sus tallo un presente de blancura. blancura seca en ,los espacios vacios, cuando todo
cae. cae como mi figura, espuma de la vida o llanto vacío.
En los ojos apagados por los ojos, en los ojos
aturdidos, crear por proyección al otro que solo respira en su propio páramo.”
filiación (Sócrates)
“otorga la filiación que subyace del liquen del árbol.
No cuentes más los hijos de los objetos. Ni juzgues más al hijo por el padre.
Los hijos son líquenes suelto y los árboles son bosques. como rama que se
hunde, el liquen busca a su madre.
reconoce la filiación, el hijo reconoce a su madre. En
el boque o en el dedo corre apresurado el hombre en busca del hombre. el hombre
busca a su madre. y otorga filiación ahora en el discurso de los dedos que
abren cauces, comprende ahora que no sabes. Como Sócrates no sabes y no hay
oráculos, solo el aire. El más sabio de los hombres es liquen y busca a su
madre.”
(Eva Yárnoz, Filiación,
página 25, 45, 77, 103)
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