Matthew Weiner
Traducción de
Albert Fuentes
Editorial Seix
Barral, Barcelona, 2018, 156 páginas.
Matthew Weiner, creador y
guionista de dos de las más famosas series televisivas, Mad Men y Los Soprano, posiblemente siempre soñó
con convertirse en novelista. De hecho, y es sintomático, en las dos grandes
series televisivas, aparece o bien un mafioso o un ejecutivo de una agencia de
publicidad con aspiraciones de llegar a ser novelista. En las fantasías de sus
personajes se ha querido ver su sueño creativo, realizado finalmente en la
publicación de Heather, the Totality,
editada a principios de año por Seix Barral. El nombre del autor le ha
conferido al libro dimensiones poco menos que cósmicas. Elogios de los grandes
periódicos de habla inglesa, de revistas, de escritores como John Banville,
Michael Chabon, Philip Pullman, Zadie Smith, entre otros muchos. Es, sin duda,
la consecuencia de la proyección mediática del autor que ha impulsado a afirmar
a un alto cargo de la editorial americana que publicó la novela, que, siendo
muy actual, recuerda a Edgar Allan Poe y a Henry James.
En una narración que se desarrolla en Nueva
York y sin un marco temporal explícito,
si bien se nos dice que hay internet y teléfonos móviles, Matthew Weiner nos
traslada una trama, a primera vista, insignificante y que, aunque parezca un
thriller, realmente no lo es, sino la historia del matrimonio Breakstone, su
hija Heather y Bobby Klasky, un drogadicto maltratado por la vida que ha
conocido la prisión y ha aprendido a sobrevivir sin privilegio alguno. La
narración permite asistir al inicio de la relación entre Mark Breakstone y
Karen. Mark se mueve en el mundo de las finanzas, pero eso no le hace
millonario. Karen se ocupa del trabajo doméstico. Nace Heather, perfecta en
todos los aspectos: inteligente, hermosa, apreciada por todos. Crece y madura,
lo que provoca que la relación con sus padres poco a poco vaya cambiando,
surgiendo tensiones entre la pareja y rebeldías por parte de Heather.
Pero, como sin contrapunto difícilmente
puede haber conflicto y novela, aparece muy pronto la otra cara de la moneda.
Bobby Klasky, un joven hijo de madre drogadicta y padre desconocido, con el
alcohol, la violencia y las drogas como vivencias que rodean su crecimiento.
Los caminos de Heather y Bobby se cruzan
cuando este va a trabajar al edificio donde vive la familia. Bobby queda de
inmediato prendado de la chica y posa sus ojos en ella. En el historial de
Bobby hay un intento de violación. Se arrepiente de haber dejando viva a la
chica. Ahora, si se presta la ocasión sabe cómo debe actuar. Desea
ardientemente a Heather, la mira con los ojos lascivos de un depredador sexual.
Y aquí comienza la parte más interesante de la narración: el estrés y la
preocupación del padre ante el peligro que cree corre su hija.
Matthew Weiner no nos ofrece un thriller con
Heather como potencial víctima, sino la situación angustiosa del padre. Bobby
comienza controlar a Heather. Toma nota de sus costumbres, rutinas, horarios,
como un depredador oculto que oculta algo más que un deseo irrefrenable. La
deriva de los acontecimientos hace empeorar aún más las cosas entre la pareja,
a la vez que Heather sueña con las posibles iteraciones con el chico, para ella
sin nombre, el Trabajador blanco que cada día la traspasa con sus miradas.
Mientras tanto las pesadillas del padre no hacen más que crecer.
Matthew Weiner logra dotar al relato de
cierta tensión, especialmente a partir del capítulo 4, con un desenlace
inesperado aunque no demasiado original. Las dos primeras partes son meras
informaciones contextuales sobre la familia Breakstone y sobre su contrapunto,
la familia de Bobby y la reconstrucción de su historial delictivo.
La novela desarrolla una historia sencilla,
lineal, con alternancia de secuencias sobre la familia Breakstone y Bobby; con
personajes arquetípicos de la sociedad norteamericana: la familia que tiene
todos los privilegios, una pareja que va languideciendo paulatinamente y se vuelca
en su hija, y un maltratado por la vida que aprende a sobrevivir. Un ritmo
ágil, con escenas dinámicas y vivas y una prosa simplemente concisa. En
definitiva, un debut literario tan alejado de los excesivos elogios (“Soberbia.
Esta novela es algo especial”, Philip Pullman) como de las censuras más
radicales (“Absolutamente pobre… Weiner maestro de la televisión, parece un
adolescente novato escribiendo su primera novela”)
Matthew Weiner |
Fragmentos
“Unos diez años antes de la
primera cita de Mark y Karen nacía Robert Klasky, hijo de madre soltera, en un
hospital público de Newark, Nueva Jersey. Bobby, que es como lo llamaban, fue
un milagro que pasó desapercibido al personal médico, ya que nadie estaba al
corriente de que su madre casi no había consumido otra cosa que cerveza durante
el embarazo del que no tuvo constancia hasta prácticamente el parto. Nació con
el apellido de su Madre porque el padre podía ser cualquiera de unos cuantos
hombres que tenían el pelo castaño ceniza y los ojos azules de Bobby.”
…..
“Bobby sabía ahora todo lo que
necesitaba saber y que sus planes eran demasiado modestos y que deberían ir
mucho más allá de limitarse a encerrarla e una habitación y poseerla por
cometo, de la cabeza a los pies, en varias posturas y posiciones. Tendría que
matarla sí o sí para que no le pillaran, pero al mismo tiempo no podía dejar de
pensar en la vez que había ido a una iglesia católica con un trabajador social
cuando tenía trece años. Recordó que al tragarse la hostia y el vino sintió que
de verdad se convertían en algo en su boca, como el olor a humo después de
quemar cocaína, y que luego regresó corriendo a su casa en un arrebato de furia
destructiva a mano limpia, derribando buzones y cubos de basura y hasta
resquebrajó el parabrisas de un coche de un puñetazo. En aquel momento estaba
convencido de que la fuerza y el poder los había recibido de ese trocito
minúsculo de Dios que se había tragado y durante meses intentó volver a
comulgar, pero habían cambiado de destino al trabajador social y Bobby era demasiado
tímido para entrar solo e una iglesia.”
…..
“Se preguntó si ese cabeza rapada
bajito y sucio había esperado a su hija dos veces sólo ese día o lo hacía de
forma habitual, y si aquella mirada de depredador ocultaba algo más que un
deseo irrefrenable. Tal vez era la mirada de un hombre que daba por sentado que
lo rechazarían y odiaba a esa esbelta pijita que lo provocaba desfilando
delante de él, dueña de todo lo que él jamás podría poseer. Mark deseó que lo
que había visto dirigido a su hija fuera tan sólo deseo, y entonces se quedó
sin respiración y estuvo a punto de desmayarse en un banco, pues su cuerpo
dedujo en un segundo lo que su mente había tardado una hora en comprender: la
mirada del trabajador era tan violenta y ansiosa que en realidad Mark había
huido asustado.”
(Matthew Weiner, Absolutamente Heather, páginas 27, 92,
101)
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