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martes, 12 de junio de 2018

DIVERTIDA Y AMARGA SÁTIRA SOBRE EL SUEÑO AMERICANO




Cartero

Charles Bukowski

Traducción de Jorge Berlanga

Editorial Anagrama, Barcelona, 19ª edición, 192 páginas.

(Libros de siempre)



   

   Post Office, Cartero en la edición española de Editorial  Anagrama, fue la primera novela de Charles Bukowski (1920-1994), escrita a los cincuenta años, tras haber abandonado el servicio americano de correos, y publicada en 1971. Y la primera en la que aparece su alter ego, Henry Chinaski . La novela, lo mismo que las cinco que el escritor publicó después de esa fecha, tiene en efecto como protagonista a Henry Chinaski, un verdadero antihéroe y que, como acabo de anotar, representa al escritor nacido en Renania - Palatinado (Alemania). Bukowski logra en esta primera novela darle vida a un gran tipo, un verdadero antihéroe, con un estilo de prosa que es un verdadero paradigma del realismo sucio, en el sentido literario y literal. El realismo sucio (“Dirty realism”) es una forma de escribir que nada tiene que ver con la inmundicia, con la grosería ni con personajes hediondos, sino con el empleo de una lengua sencilla, usando los mínimos recursos (de ahí el nombre de minimalismo con el que también es conocido) para contar historias cotidianas, sin el añadido de adornos formales, huyendo del didactismo y dejando la trama argumental abierta. Y aunque no fue Bukowski el creador del realismo sucio, es, junto con Raymond Carver, Richard Ford o Tobias Wolff uno de sus grandes referentes norteamericanos.

   No deja de ser curioso y típico de la burocracia estadounidense el origen de esta novela. En 1968, los supervisores del servicio de correos advirtieron que Charles Bukowski era el autor de varios artículos obscenos publicados en una revista. Y lo que hicieron de inmediato fue interrogar a Bukowski, indagar en su vida y, dado que era un funcionario del gobierno, informar al FBI, que abrió un expediente. Sin embargo, en su conclusión definitiva, más que  la baja categoría moral, fue el absentismo el que terminó con el empleo de Bukowski en la estafeta de correos. Fue entonces cuando su amigo John Martin, editor de Black Sparrow Press, le propuso que, por un salario de cien dólares mensuales, se dedicase solamente a escribir para su editorial. Fue así como el archivo policial 140-35907 dio paso a la primera novela de Bukowski, Post Office.

   Bukowski es un escritor eminentemente biográfico. Lo que relata en Cartero son los cerca de doce años que sobrevivió a la jungla urbana como empleado en una sórdida oficina de correos de Los Angeles. Henry Chinaski es un holgazán y borrachín que vive en Los Angeles, de espaldas y alejado de cualquier trabajo. Pero un día, un compañero de sus excursiones etílicas le comunica que están empleando a cualquiera que se presente en la oficina de correos. Debido a las ganas de conseguir dinero y pensando que se trataba de un oficio cómodo y fácil, y que además le permitiría desahogar  sus impulsos sexuales con alguna de las mujeres que se imaginaba hallar en el reparto de la correspondencia, se presentó y fue seleccionado.

   La novela narra la historia de estos años en los que Bukowski trabajó como cartero. Sus días de resaca, los exabruptos con los jefes, su obsesión por las mujeres. Un retrato irónico, descarnado, la otra cara del sueño americano que habla sobre borrachos, prostitutas, infelicidad y desventuras. Un mundo del que formaba parte el mismo protagonista. Doce años transitando por las calles de Los Angeles, por sus hipódromos, sorteando calamidades, mujeres alocadas, lidiando con constantes trancas, curdas, borracheras…

   Una divertida y al mismo tiempo amarga sátira sobre el sueño americano, en la que el escritor renuncia a todo aquello que no le resulta imprescindible para la narración. Mínimas descripciones, lenguaje natural y plano, con personajes que sobreviven como pueden a la desesperanza y a la mediocridad. Bukowski logra, en esta su primera novela, no perder el control sobre su antihéroe. Al contrario, nos agasaja  con la figura de un gran tipo que nos descubre toda la basura que se esconde debajo de la dorada alfombra de América. Charles Bukowski, no solamente bebe todo cuanto puede, escribe todo cuanto piensa, sin disfrazar nada, ni siquiera las posturas misóginas. Realismo sucio, desnudo, descoronado  de atavíos formales, con historias rutinarias y vulgares. Y, sin embargo, alta literatura.






 
Charles Bukowski





Fragmentos



“Yo estaba liado con una tipa, pero ella a veces desaparecía durante unos días y yo realmente me sentía solo. Solo y deseoso de aquel culo que tenía a mi lado.

Entonces, una noche, Betty, mi amor, me lo soltó, después de la primera copa:

-¡Hank, ya no puedo soportarlo!

-¿El qué no puedes soportar, nena?

-La situación.

-¿Qué situación, nena?

-El que yo trabaje y tú te hagas el holgazán. Todos los vecinos piensan que yo te mantengo.

-Coño, antes yo trabajaba y tú holgazaneabas.

-Es diferente. Tu eres un hombre, yo una mujer.

-Oh, no sabía eso. Creía que las perras como tú andabais siempre pidiendo a gritos la igualdad de derechos.

Tengo que decir una cosa de aquella perra: sabía cocinar. Sabía cocinar mejor que cualquier mujer que hubiera conocido antes. La comida es buena para los nervios y para el espíritu. El coraje viene del estómago, todo lo demás es desesperación.

-Tenemos que conseguir los dos trabajo-decía- para probarles que no vas detrás de su dinero, para probarles que somos autosuficientes.

-Nena, eso es parvulario. Cualquier imbécil puede tener un trabajo; vivir sin trabajar es cosa de sabios. Por aquí lo llamamos chulear. A mí me gusta ser un buen chulo.”



…..

 

 

“Le señalé dónde tenía que firmar y le di un bolígrafo. Miré sus tetas y el resto de su cuerpo y pensé, qué pena que esté chiflada, qué pena, qué pena.
Me devolvió el bolígrafo y el papel firmado con un simple garabato.. Abrió la carta y empezó a leerla mientras yo me disponía a irme.
Entonces se cruzó delante mío en la puerta, con los brazos extendidos. La carta estaba en el suelo.
– ¡Obseso, obseso, obseso! ¡Ha venido aquí para violarme!
– Mire, señora, déjeme…
– ¡SE LE VE LA MALDAD ESCRITA EN LA CARA!
– ¿Cree que no lo sé? ¡Ahora déjeme salir!
Con una mano intenté apartarla a un lado. Me clavó las uñas en una de las mejillas. Solté la saca, se me cayó la gorra, y mientras me ponía un pañuelo para limpiarme la sangre, ella me lanzó otro zarpazo y me rasgó la otra mejilla.
– ¡TU, ZORRA! ¿¡QUÉ COÑO PASA CONTIGO!?
– ¿Lo ve? ¿Lo ve? ¡ES USTED UN MANIÁTICO!
Estaba pegada a mí. La agarré por el culo y pegué mi boca a la suya. Notaba sus tetas pegadas contra mi cuerpo. Ella apartó su cabeza hacia atrás.
– ¡Violador! ¡Violador! ¡Maníaco violador!
Bajé con mi boca y agarré una de sus tetas, luego pasé a la otra.
– ¡Violación! ¡Violación! ¡Me están violando!
Tenía razón. Le bajé las bragas, luego me desabroché la cremallera y se la metí, luego la llevé en volandas hasta el sofá. Caímos sobre él.
Levantó sus piernas bien alto.
– ¡VIOLACIÓN! -gritaba.
Acabé, me abroché la cremallera, recogí el correo y salí, dejándola mirando lánguidamente el techo.”



…..



“-Oiga, porqué no hace nada con la mujer del  45 c? Betty Williams.
-Estamos haciendo todo lo que podemos, señor.
-Pero allí no hay nadie
-Hacemos nuestras rondas regulares, señor
-Señor, señor, olvídense de esa mierda, apuesto a que su estuviera ahí el presidente, o el gobernador, o el alcalde, o algún rico hijo de puta, esa habitación estaría llena de doctores haciendo algo. Por lo menos engáñeme y mande alguien con delantal blanco a la habitación.”


(Charles Bukowski, Cartero)

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