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sábado, 16 de junio de 2018

RETRATO DEL MAL




La crueldad de abril

Diego Ameixeiras

Ediciones Akal, Madrid 2018, 132 páginas



   

   Sus once novelas de la serie negra o detectivesca han impulsado a más de un periodista a considerar a Diego Ameixeiras (Lousanne, Suiza, 1976) como la gran esperanza blanca de la novela negra. Ha publicado varias novelas negras ambientadas en Ourense, Baixo mínimos (2004), O cidadán do mes (2006), ambas protagonizadas por el detective Horacio Dopico. Narrador, autor  teatral y coguionista de varias series televisivas, Diego Ameixeiras escribe fundamentalmente en gallego, pero algunas de sus obras, Dime algo sucio, se hallan traducidas al español. La crueldad de abril, su última obra, vio la luz simultáneamente en español y en gallego.

   Si Baixo mínimos supuso la presentación literaria de Diego Ameixeiras para los lectores gallegos, así como la del detective Horacio Dopico -hay otro investigador, Alberte Cudeiro que indaga en su novela Asasinato no Consello Nacional (2010)-, La crueldad de abril  retrata y profundiza en el tema del mal, un subgénero relacionado con la novela negra, aunque bajo otra perspectiva escritural: el mal gravitando en todos los tejidos de la sociedad. Esa tenebrosidad  que forma parte de la realidad actual, que genera múltiples historias sobre la marginalidad y sobre la doblez que los seres humanos solemos llevar dentro. Así pues, una novela sobre la crueldad, como ya nos advierte el título del libro; y que supera sobradamente la literatura detectivesca o de resolución de enigmas.

   La novela, estructurada en tres partes (El amor, La venganza, El odio), se inicia con la presentación de los sin techo y con una breve referencia a sus existencias pasadas: Elvira, Fara, El Cata, El Negro. Seres cuyo mundo es un bosque perdido entre las tinieblas, asombrados por el peso de sus nostalgias, que llegan a pensar que son una anomalía de la sociedad, paseadores de tristezas y con un cartón de vino como único consuelo. Es destacable de forma muy especial el retrato del personaje femenino, la mujer de veinte años a la que el deseo de morir le viene de lejos. Todos ellos duermen o amparan su desconsuelo en el Casino, una casa abandonada. Pero de pronto y de forma inesperada, las llamas arrasan con la casa; llamas “prendidas” por la codicia predadora. Dos cadáveres calcinados, el de una mujer y el de un hombre.

   Un salto en el tiempo de varios años, y un hermano de Elvira decide investigar las causas y la naturaleza de aquel incendio de la casa abandonada ya que las pistas e indicios que halla parecen no concordar con la versión oficial. Y tras esa investigación, el lector descubre la venganza, quién era el hombre invisible de los tres que apalearon a los que se refugiaban en el Casino y provocaron que el caserón fuera consumido por las llamas: por qué lo hicieron, por qué organizaron la cacería de los sin techo, cuya muerte no había conmovido a nadie y había caído en el olvido.

   A pesar de que Diego Ameixeiras no abandona inclinaciones detectivescas -en esta novela, no obstante no se trata de un detective profesional-, el enfoque y el punto de vista son otros. Si algo pretende el escritor es fotografiar lo que somos, el mal, la perversidad humana, poner al día la cruel demencia de la naturaleza humana; el principio y el horizonte de la demencia furiosa de nuestra especie, le irrupción del desorden, la ubris, el desenfreno criminal y depredador que en cada momento del devenir histórico sabe adaptarse a sus circunstancias. De forma desmesurada en las sociedades contemporáneas.

    
                                                 
Diego Ameixeiras

   Y de forma paralela, un recorrido por las sendas de las vidas heridas, estragadas, derrengadas: las del mundo marginal y las de aquellos y aquellas que lo habitan, hartos y cansados de vivir. He aquí  pues la razón de que esta novela breve entre, con toda justicia,  en la nómina, no de la novela-enigma, sino en la de la novela negra que tiene como principal objetivo el retrato crítico de la sociedad

   La modalidad narrativa que emplea Diego Ameixeiras se sustenta en capítulos cortos que aceleran el ritmo de la narración, en la voluntad de hacernos llegar una lengua coloquial, urbana, repleta de fraseología y giros del habla corriente. Con saltos en el tiempo que no supone, sin embargo, ningún obstáculo para la lectura, y espacios vacíos para que  el lector pueda construir su propia versión de esta historia del mal y del amor aprisionado por el fuego. Poesía de la crueldad, como se ha escrito, cruda poesía de la desesperanza, de la indefensión y de incontables derrotas. Por todo ello, La crueldad de abril, no obstante su brevedad, es en mi opinión la mejor pieza narrativa que Diego Ameixeiras ha publicado hasta ahora.






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