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viernes, 16 de febrero de 2018

UNA NOVELA SOBRE LA REALIDAD ESCOLAR



La clase

François Bégaudeau

Traducción de Julieta Carmona Lombardo

El Aleph Editores, Barcelona, 232 páginas

(Libros de siempre)



   
    Profesor, periodista deportivo, cantante de rock, actor. También escritor de éxito en Francia con su cuarta novela, Entre les murs (2006), traducida a numerosos idiomas y que dio lugar a la película homónima, galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2008, en la que el narrador interpreta su propio papel. En la versión española, la novela fue traducida con un título, La clase, menos claustrofóbico que el original francés. Como primera apreciación se puede decir que este desasosegante bestseller, engruesa una literatura que podemos rotular como de género de la escuela, siguiendo la estela de Domenico Starmone, Dominique Sampiero y, sobre todo. Daniel Pennac (Mal de escuela), que centra su atención en la figura del alumno necio e ignorante.

   Pero La clase constituye un testimonio mucho más crudo de la realidad educativa. En la novela de François Bégaudeau, los protagonistas no son los alumnos menos capacitados, sino los más conflictivos de un instituto en un barrio periférico de París.

   El libro, en efecto únicamente se propone describir un año escolar y las experiencias cotidianas que en él suceden. François es un profesor nuevo de lengua en un instituto de una bauliene parisiense. Los nombres de sus alumnos (Tarek, Hadia, Khumba, Souleyman, Ming…) revelan  de una forma muy clara sus orígenes multiétnicos. Todos los profesores se preparan a conciencia para enfrentarse al nuevo curso, armándose sobre todo contra el desánimo. Mas las culturas y la actitudes brotan de inmediato en cada aula, verdadero microcosmos de una Francia contemporánea, mestiza y cosmopolita.

   El libro presenta, como una fotografía obtenida por un fotógrafo, rico en sensibilidad e ironía, este universo en el que interactúa el grupo de alumnos, sin ningún temor reverencial, absolutamente espontáneos y, a veces, incluso insolentes y fanfarrones, que consideran a la escuela una institución inútil, pero inevitable hastío en el que no son capaces de orientarse dentro de una cultura y una lengua extranjera para la mayoría de ellos; y defienden sus formas expresivas, su slang, a la vez que ridiculizan la lengua literaria. También dentro de esos muros escolares tiene cabida el universo de los docentes, con sus conversaciones, preocupaciones, confidencias, con su cotidianidad familiar que deben compartir junto con las desilusiones del trabajo. Y así mañana tras mañana, sin que nada varíe un solo milímetro.

   Las clase puede ser vista como un crudo y duro documental en el que, sin retóricas, se narra el día a día de una escuela francesa y el maremágnum de contradicciones propias de una sociedad en pleno proceso de mestizaje cultural. Pero difícilmente resiste la calificación de novela, porque en la misma no existe una dirección narrativa clara, ni una trama argumental que se desenvuelva englobando no o varios acontecimientos. Hay consejos de disciplina, enfrentamientos profesor-alumno, mas solamente son un hecho más entre tantos otros.

   

                                            
Fraçois Bégaudeau
   
   Lo que a Bégaudeau le interesa retratar es ese devenir del curso escolar, con todas las expectativas y contradicciones de esta escuela multicultural. Y lo hace acumulando, a modo de collage, escenas repetitivas que no responden a ningún orden cronológico y dejan al lector esperando el desarrollo de una historia. Tampoco hay personajes, sino un grupo amorfo de individuos que no evolucionan y que solamente conforman un colectivo (profesores, padres, alumnos). Estos últimos visten camisetas deportivas, usan piercings, cometen faltas de ortografía, son petulantes… pero nada más. El lector no logra verlos más que como extras de una historia que jamás empieza realmente. Así pues, poco tirón narrativo, pero sí un perfecto espejo documental que revela la complejidad de la realidad escolar que revienta las generalidades, tópicos y clichés, que no absuelve ni condena a nadie y que muestra que en sistema educativo hay sitio para todo.





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