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jueves, 25 de junio de 2020

POR LOS MARES DEL ATLÁNTICO NORTE


Las aventuras del capitán Duchesnoy
Xavier Queipo
Editorial Ézaro, Madrid, 2008, 244 páginas.

   


   Fue en su día un libro largamente aguardado y esperado, sobre todo en la narrativa gallega, debido en parte a la ausencia de de ficciones relativas al mar en un país de 1490 kilómetros de costa. Pero tampoco en español la literatura ha sido pródiga con piezas en las que el mar no solo es un espacio, más bien decorativo, sino el principal o uno de los primordiales protagonistas. Por eso revisito con placer la novela que, con el título O paso do noroeste publicó Xavier Queipo en 1996, traducido al castellano con el título Las aventuras del capitán Duchesnoy. Una historia de aventuras que es también la de la descomposición de una personalidad y de una época absolutista, a la que seguiría de inmediato la Revolución francesa. Una novela además que ha sido reconocida por la crítica como la mejor novela de tema marino escrita en gallego, al menos hasta la navegación alucinada  de Extramunde, también del mismo autor Advierto sin embargo que Las aventuras del capitán Duchesnoy es un relato de aventuras marinas, pero muy alejadas de las costas y mares gallegos.
   Pero un libro que, en correlación con el prólogo de Joseph Conrad a la novela The Niger of Narcisus, apela a nuestra capacidad para el deleite, para la admiración, para la reflexión:  a nuestra intuición del misterio que rodea la vida cuando esta parece que va a sufrir los efectos de la derrota física y moral.
   Xavier Queipo, partiendo del artificio del manuscrito hallado bajo una losa de la fortaleza de Mont Saint-Michel, articula  con dominio del oficio, verosimilitud, alineándose con esa atmósfera mágica que se produce en su producción literaria anterior, y narra o “compila” la tentativa de la fragata de La Royale L´ Épée, al mando del capitán Jean Christophe de Simonet, barón de Duchesnoy, de fraccionar los hielos árticos, y hallar una ruta - el paso del Noroeste-, buscando por el norte el camino de las Indias, de Japón y de China.
   En el periplo marítimo por los mares del Atlántico Norte fluye de forma abundante la aventura. Con noches de calmazo, de rugir del viento, con nieblas ubicuas, mares grises y revueltos, superficies brumosas, descomunales monstruos  marinos, encuentros con civilizaciones  desconocidas. Y sobre todo con ese mar intemporal y fantasmagórico y la inmensa llanura de la banquisa, las peligrosas capas de hielo flotante, que está presente en toda la narración y aferra a hombres y navíos, obligándoles a navegar entre los miedos y las incertidumbres.
   Y como en muchos otros libros de aventuras, también ese transcurrir sutil, un trasfondo inequívoco, que podemos leer en clave alegórica, que se ceba sobre todo con la vida de un hombre, el capitán Duchesnoy, que, con pasión y empeño inquebrantable, acepta el desafío: construirse a sí mismo y  buscar el sentido y la realización de la propia existencia en su relación con el mundo de su tiempo, en vísperas de una radical transformación. Mas, a medida de que sus hombres van siendo arrebatados por las olas y arrecia el frío y la blancura silenciosa del mar, Duchesnoy experimenta el crecimiento, como bola de nieve, de la sensación de atemporalidad, desaliento, congelación, predestinación y tragedia.
   

                                              
Xavier Queipo


 En el desenlace, sobre el rostro interior del marino francés las marcas de la derrota ética, derivadas de un doble naufragio: el del navío y el del propio yo minado por el derrumbamiento de ilusiones, proyecto y valores, en la antesala de un tiempo en crisis: el de la Revolución de 1789.
   Un buen relato de aventuras, tanto las que se producen en el mar impenetrable, como en las insondables profundidades interiores de un hombre que finalmente toma consciencia de su derrota y de la desintegración de su identidad.  Xavier Queipo hace presente, sin distorsiones y largar cavilaciones que desviarían la atención del lector, un intento de reflexión sobre el ser  humano y el lugar que le corresponde ocupar en el mundo. Sobre la realidad natural y sus contrastes, sobre la ética y el sentimiento de construcción y dominio de la propia personalidad; sobre eses mundos que la voluntad siempre ha estado tentada de vivirlos, antes incluso de ser capaz de explicarlos.

Francisco Martínez Bouzas

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