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miércoles, 1 de julio de 2020

REALISMO MÁGICO Y LITERATURA DEL ABSURDO


Breve crónica de una paulatina desaparición

Juliana Kálnay

Acantilado, Barcelona  2020, 209 páginas.



    

   

   Esta novela escrita en alemán por Juliana Kálnay, que creció y  se hizo escritora entre Colonia y Málaga, y con la que debuta y ella misma traduce al español, subvierte la preceptiva canónica  de la novela (inicio, nudo y desenlace), rompe con cualquier linealidad a la hora de narrar, emplea diferentes formas expresivas, mezcla las voces narrativas (primera y tercera persona), funde diálogos, de naturaleza poco menos que teatral, con microcuentos. Un ejercicio narrativo no fácil de asimilar por el lector que además no halla orden en el argumento. Sin embargo, Breve crónica de una paulatina desaparición fue y es una pieza narrativa galardonada con distintos premios, sin duda porque la autora fue capaz de suturar un cierto realismo mágico con la literatura del absurdo. En este imaginario tan peculiar y al mismo tiempo  atractivo y complejo, deberá moverse el lector del debut narrativo  de una joven escritora, Juliana Kálnay (Hamburgo, 1988).

   El título de la novela, especialmente las palabras “paulatina desaparición” puede hacernos pensar que nos encontramos ante una pieza de enigmas e intriga. No obstante los rasgos que definen la novela de Juliana Kálnay, son otros: en primer lugar el manejo de ciertas situaciones absurdas y su capacidad para desconcertarnos por lo insólito de las mismas; un cierto realismo mágico centralizado en torno al edificio 29, habitado por unos vecinos sumamente peculiares, con una vidas insólitas en muchos aspectos, porque la autora ha dado prioridad a la faceta expresiva de la novela por encima de otros intereses. Así pues, un libro raro y posiblemente poco comercial, y que quizás cueste entender en toda su plenitud.

   Hago mía la sinopsis de la contraportada como adecuado resumen de la trama de la novela: “El edificio de vecinos del número 29 es un microcosmos en el que casi cualquier cosas insólita puede ocurrir. En él conviven la primera vecina, Rita, siempre presente y vigilante, y tan vieja como el propio edificio; Maia, la niña a la que le gusta cavar hoyos en el suelo para esconderse; Lina y su marido Don, que sufre una extraña metamorfosis; Tom, que vive inadvertidamente en el ascensor; los insomnes crónicos, siempre alerta, suerte de ejército de Rita; y otros muchos personajes sorprendentes pero profundamente humanos…”

   Hay más personajes insólitos en sus comportamientos, pero pienso que con la precedente relación es suficiente para darnos cuenta de la especial fauna que habita el edificio 29, con múltiples situaciones rayanas con el absurdo o el surrealismo que son los que verdaderamente le aportan un plus a la lectura, ya que, detrás de la historia de cada vecino se esconden situaciones insólitas, atractivas, divertidas, pero todas ellas teñidas de realismo mágico, y a veces bastante reales.

   De todos modos, la novela es un experimento no apto para todos los paladares, especialmente para aquellos lectores que se sienten satisfechos con la forma de novelas de siempre, con una narrativa lineal, y esta es una novela experimental que sí será del agrado de aquellos lectores que se sienten en una zona de beneplácito e incluso de comodidad con la narrativa posmoderna . A pesar de los muchos escépticos, no debemos olvidar que la novela es el reino de la libertad de contenido y de forma, y por su naturaleza es proteica y abierta.

   Por otra parte, en la novela hay no pocos aspectos  que funcionan perfectamente, incluso como secuencias-retratos independientes. Los personajes, en sus rarezas y manías, están bien perfilados. Las secuencias fantástico-surrealistas  no solo divierten al lector, sino que pueden ser interpretadas alegóricamente (por ejemplo la metamorfosis del hombre que se convirtió en árbol.) La autora juega con imágenes que casi siempre impresionan por su rotundidad metafórica y carga imaginativa.  

   

                                            
Juliana Kálnay

 Todo ello y otros rasgos que cada lector puede hallar en Breve crónica de una paulatina desaparición deben desparecer ante aquellos lectores dispuestos a aceptar nuevas formas de narrar, la obscuridad y la peculiaridad de la novela.

   Una novela, en definitiva,  que requiere esfuerzo mental, que posiblemente nos cueste entender del todo, pero que no por ello es una novela rechazable ni absolutamente negativa, siempre, reitero, que la leamos con la mente abierta a los elementos mágicos y a las situaciones absurdas que tienen capacidad para desconcertarnos, precisamente porque la autora, en mi opinión,  las trata con solvencia, a pesar de que puedan desconcertarnos en algún momento y nos cueste entender sus dobles sentidos.



Francisco Martínez Bouzas

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