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sábado, 23 de febrero de 2019

ILUSOS Y PERDEDORES


Sánchez
Esther García Llovet
Editorial Anagrama, Barcelona, 2019, 130 páginas.

    


   Esther Garcia Llovet vive como en un cercano oeste, a cien metros de la M-30 madrileña. Para muchos un no-lugar, para ella un potente observatorio porque le permite conocer ese otro Madrid de personajes secundarios extraordinarios, personajes insomnes que buscan la vida procurando que la suya no se les vaya de las manos entre deudas, trapicheos, un bar  a la deriva, un galgo que no tienen con el que pretenden montar una carrera y obtener un botín. Un antiguo novio gafado, y un  joven amigo de una familia acaudalado, el último dinero del paro. Es el Madrid de los personajes estrafalarios que recrea la ciudad rebosante de timbas ilegales, gente que trafica con anabolizantes, buscavidas que se ganan el manduque  dando golpes a la gente, niños pijos que encadenan una fiesta tras otra.
   Es el Madrid tan real como el día, que nutre la segunda entrega de la Trilogía intensa de Madrid que publica la autora, tras Cómo dejar de escribir. La nueva novela es un artefacto narrativo que en nada se parece ni remeda a las novelas sobre el Madrid de los años ochenta y noventa. Es otro el contexto el modelo y el paradigma. Sánchez, que podría perfectamente titularse Nikki o Beltrán, los otros dos personajes principales, es una extremada novela corta que nos precipita, casi sin percibirlo, e los bajos fondos madrileños. En una noche de los urbanitas del Madrid más cutre. Unos bajos fondos sin crimines, sin gran tráfico de dogas ni atracos. Protagonistas de baja estofa, macarras, que se buscan la vida en algo más prosaico: timbas, trapiche, butrones, una historia de enrancia, de sonambulismo y delirio por un Madrid suburbano, si bien sus alucinados actantes podrían muy bien haber surgido de los barrios bien.
   La acción se desarrolla en una noche, y transformada en trama novelesca, es a la vez un thriller canallesco y un road movie. Narra la historia en primera persona Nikki, una estudiante de Filología que dice ser la encargada de un bar de copas, pero que sobrevive con los que le sale. Busca un galgo de pura sangre con el que tiene la intención de montar una carrera ilegal. Pero para ello debe localizar a al gafe de su antiguo novio, Sánchez, “un macarra de bajona” · y a  Beltrán,  un pijo raro, último dueño del perro.
   Personajes estrafalarios que, en una noche de estrellas fugaces, transitan por un Madrid extrarradio  persiguiendo una quimérica oportunidad. Son tres personajes insomnes, con varios días sin dormir que en lo único que piensan es buscarse el galgo llamado Cromwell con el que esperan obtener el botín.
   El ritmo de la novela es endiablado, porque la acción se concentra en una noche, con diálogos tan vivos como cuidados y con la virtud de reproducir la jerga, el lenguaje a la vez marginal y cotidiano y casi siempre surreal. El lenguaje de la calle con  el alfabeto y la gramática de sus tribus suburbiales.
   En definitiva, una novela breve, un pequeño artefacto narrativo, mitad novela negra, mitad road movie por la que transitan en una sola noche ilusos perdedores, que tienen bastante -y sienten que han cumplido- con sobrevivir en los bajos fondos madrileños. Es el destino, centrado en uno de sus polos opuestos: el del infortunio.

Francisco Martínez Bouzas



Esther García Llovet


Fragmentos

“La última vez que había visto a Sánchez fue unos tres años atrás, en una timba de las que montaban por Tetuán, muy cerca de la Dehesa de la Villa, en la trastienda de un local de uñas de gel que hacía esquina y que unos meses más tarde reconocí en u reportaje de la tele sobre juego clandestino en Madrid. En el reportaje hablaban de cómo se montaban las timbas, era un programa de los de madrugada, a veces sacaban La Mecco por dentro o entrevistaban a gente del clan de los Charlines o a los rumanos de los que recataban los botines millonarios en forma de cobre de nuestra infinita basura ambulante.”

…..

“Les pidió a unos chavales que dejaran de beber pero no le hicieron caso, y la guardia se marchó como si no hubiera dicho nada. Tenía un brazo más largo que otro. Fui a encender la radio. No había radio. Era un coche de sordomudos. Llegó un autobús interurbano y se bajo una familia entera de borrachos,
 el  padre, la madre, los dos hijos adolescentes y uno pequeño, los cinco borrachos como cubas, haciendo eses, sin tener ni idea de dónde estaban. Sánchez me miró. Se levantó, arrojó el cartón de arroz a la basura y cruzó la avenida dirigiéndose al coche. Se me ocurrió de pronto que igual en su momento fui yo también una novia imaginaria.”

(Esther García Llovet,  Sánchez, páginas 13, 49)

domingo, 17 de febrero de 2019

FILIACION: LO INEXPLICABLE


Filiación
Eva Yarnoz
Institución Cultural “El Brocense” de la Diputación de Cáceres, Cáceres, 2017, 103 páginas.

   


   Hay prólogos o simples juicios que por la categoría de sus autores son un aval y un anticipo del convite que nos aguarda en la lectura del texto prologado, especialmente si su contenido es poesía. Las palabras de Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía en 2009, en el transcurso del fallo de Premio “Flor de Jara de Poesía” de la Diputación de Cáceres, sobre Filiación,  de Eva Yárnoz que se alzó con el premio, nos invitan, en efecto a emprender el vuelo y sumergirnos en los poemas de Eva Yárnoz: “cumple con la función de ser un acto contra  todas las humillaciones del lenguaje de la normalización y del poder.” Eso dijo Juan Carlos Mestre sobre este libro que, en efecto, es eso pero mucho más.
   La autora lo explica con palabras que constituyen su propia poética:”una melodía mediumnizada nacida del silencio y del quiebre y su filiación es la filiación de todo lo creado. Filiación del Ser, Filiación de lo Uno en sí que se diversifica en mil formas.” Y así poder ver más allá del velo de los ojos: el jardín abierto brumoso de luz que ofusca la vista, el dictamen de lo indecible, el ser que todo lo unge, incluida la gaviota, el ave que devora el pez, la mirada enferma del mundo, la sombra del tronco muerto, lo intemporal, la limitación en el displacer, la vida en el sueño, el ojos que ofrece respuestas… Pero el sentido de esa filiación nos lo presenta la poeta en el último poema: “No juzgues más al hijo por el padre, los hijos son líquenes sueltos…pero el liquen busca a su madre, reconoce la filiación, reconoce a sus madre” (página 103).
   Desde el título, el libro aporta una gran carga significativa. Poemas de la experiencia. La voz poética que en sus poemas en prosa  descarga sus pensamientos, sobre todo sus emociones. El yo que se despliega y reitera en muchos   poemas  con una tonalidad versal bastante uniforme, un componente melódico intenso en general, mas sin descoyuntarse como un tsunami. Nada influye en ese componente melódico  la apuesta de la autora por la poesía en prosa, no por la prosa impostada en forma de poesía.
   Los textos versales de Eva Yárnoz no transitan por  territorios lingüísticos sencillos. Pero ya he indicado que más que poeta rara y ajena al canon poético  actual, es una poeta que amalgama ideas penetrantes e intensas con un trabajo esmerilado en cuanto a la forma; y nos hace revivir en cierta medida la categoría de la edad de los poetas, consagrada por Alain Badiou. Es sintomático en este sentido la cita de Trakl (página 45), un representante de la edad de los poetas: un momento en el que el decir poético no solo es un pensamiento e instruye sobre una verdad, sino que también se ve obligado a pensar el pensamiento. Un heterónimo de Alberto Pessoa, Alberto Caeiro, multiplica las máximas.
   Eva Yárnoz usa con acierto la emotividad de las palabras, esa tonalidad afectiva que se adhiere a su significado ordinario. Todo el incontable mundo de objetos, de gestos, de colores, de aceptaciones y de rechazos…denotan un poder emocional, y no únicamente cuando los referimos a su uso tradicional en el que frecuentemente se les asocia un significado valorativo.
   En Filiación hay sin duda algo que no se puede expresar con el lenguaje. En mi opinión es la emoción ante el constante bullir del mundo en una melodía inexpresable, creada por todo los seres, los actos, todos los gestos, “símbolo quieto con punta y clavos  que arañan el lenguaje” pero que difícilmente se puede decir lo que es, porque lo es todo y fatigosamente se expresa en la mano que significa. Añádase a esto las formas que están en medio del yo poético como en medio de la nada, “Como duda, como ojo, como reflejo” (página 67). Es por   ellos que los textos poéticos de Filiación rebosan poeticidad, aquello que convierte un texto literario en un mensaje artístico.

Francisco Martínez Bouzas





Selección de poemas

lobo negro

“lobo negro escarcha en la nieve llanto lánguido. fuente de roca líquida horada de miel, nada que hacer, viene la lluvia, lobo blanco. lobo blanco confundido en la blanca lluvia, permite que penetre en los cálidos troncos. lobo negro escarba en la nieve, blanco es el recorrido negra la lluvia, permite que penetre en los troncos cálidos, lobos en la tierra, lobo vida que no muere en los campos blancos. piedra sobre tierra, nieve sobre piedra, permite que penetre la lluvia, a ciegas en el páramo.
Blanco bosque sobrevuelas como ave, planea sobre el fango de sol y de lluvia que penetra. cala la cálida lumbre que todo lo une, unión de lobo en luz, permite que penetre la lluvia en los cálidos troncos. Piedra sobre la lluvia, la nieve cala en los ojos.”

saliva

“opaca de números misteriosos, ves el azar que sucumbe la belleza cobarde en la noche. la sangre negra abre surcos en la nieve que se desborda, cae un huracán blanco en la sangre derramada. limpia el nombre de los quemados.
ojos en ti salivar la vena en ti inmaterial el tacto saliva azul, tu espalda cascada hacia el vacio. y trakl en sueños, yo balbuceante bajaba a ciegas la pared laminada, y en el sueño, bajaba. alianza de besos en la vegetación que nunca herrumbra bajo tu espalda y es violenta la mano que penetra el pecho entre la niebla y los ojos.”

amarillos

“solo con amarillos inconexos del cielo. con esos amarillos como rescoldos grito suavemente. en la hoja brillante que pálidamente refleja, se sostiene en sus tallo un presente de blancura. blancura  seca en ,los espacios vacios, cuando todo cae. cae como mi figura, espuma de la vida o llanto vacío.
En los ojos apagados por los ojos, en los ojos aturdidos, crear por proyección al otro que solo respira en su propio páramo.”

filiación (Sócrates)

“otorga la filiación que subyace del liquen del árbol. No cuentes más los hijos de los objetos. Ni juzgues más al hijo por el padre. Los hijos son líquenes suelto y los árboles son bosques. como rama que se hunde, el liquen busca a su madre.

reconoce la filiación, el hijo reconoce a su madre. En el boque o en el dedo corre apresurado el hombre en busca del hombre. el hombre busca a su madre. y otorga filiación ahora en el discurso de los dedos que abren cauces, comprende ahora que no sabes. Como Sócrates no sabes y no hay oráculos, solo el aire. El más sabio de los hombres es liquen y busca a su madre.”

(Eva Yárnoz, Filiación, página 25,  45, 77, 103)


jueves, 14 de febrero de 2019

LOS VANOS AVATARES DE LA ESPRENZA


Tango satánico

László Krasznahorkai

Trdcuuón del húngaro de Adan Kovacsis

Acantialado, Barcelona, 2018, 302 páginas.



   


    Lászlo Krasznohorkai (Gyula,  Hungría, 1954) es un escritor heredero de la tradición kafkiana centroeuropea, autor de obras maestras como Melancolía de la resistencia, Tango satánico o Guerra y Guerra. Krasznahorkai, si algo pretende, es enseñarnos de nuevo a leer, como se ha escrito. Leer en el sentido literal, siendo fieles a su mecanismo escritural de frases perfectamente perfiladas que ocupan  a veces páginas enteras, y en una dimensión más profunda, haciendo que el cerebro experimente una sacudida brutal al contemplar las imágenes inquietantes que ocupan sus páginas. Con eso, con la inmersión en un sistema de pensamiento complejo ajeno a  los  razonamientos dualistas de la   lógica clásica, el escritor húngaro non enseña a leer de nuevo, pero de otro modo, cuyo equivalente es mirar el mundo otra vez y de otra forma.

   A Krasznahorkai, si algo le interesa es no olvidarse del siglo XX con sus grandes autores como James Joyce, Samuel Beckett o Roberto Bolaño y que no se pierdan en nuestra desmemoria personajes como Viktor Orban, epígonos del totalitarismo moscovita, Trump o Le Pen. Es una garantía que Susan Sontag y W.G. Sebald hayan apoyado a László Krasznahorkai, haciendo hincapié en la influencia de Gogol en sus obra, muchos años antes de sus publicación.

   László Krasznahorkai sitúa la trama de la novela en una remota región de la Hungría postcomunista. Una región rural azotada por el viento y la incesante lluvia. Allí, en una cooperativa agrícola, un grupo de lugareños, antiguos trabajadores de la explotación, ahora abandonada, intentan sobrevivir como pueden.  Sus vivencias se hallan sumidas en una absoluta desesperanza que confían resolver con la llegada de un personaje que consideraban fallecido Irimiás, al que buen parte de los aldeanos consideran un profeta. Otros, un demonio. Y en efecto, se despiertan un día y escuchan unas misteriosas campananadas y que el olor de la tierra es diferente. Reunidos en la taberna, se enteran de la llegada de Irimiás y Petrina. ¿Pondrán convertirse ellos  en la esperanza anhelada por los habitantes de la vieja cooperativa?

   En el presente narrativo la cooperativa húngara está completamente muerta. Por eso Tango satánico es una reflexión alrededor de los roles de poder y sobre el hecho de que cuando se ha perdido la fe y la esperanza, se transforman los discursos vacíos en vaticinios proféticos. Y a ello se acomodan los lugareños de la cooperativa. Son títeres atados a una rutina vacua: un médico sin pacientes que examina a la gente en una turbera - fonda infestada de arañas, núcleo miserable de socialización, diversos matrimonios cuya relación de pareja consiste en criticarse mutuamente, fingiendo, sin embargo, que no se odian, madres que descuidan a sus hijas…

   Tango satánico es claramente una novela psicológica: juega con la conciencia y los vicios de la humanidad, sus poderes y falsos poderes como el de Irimiás que los parraquianos podrán comprobar que son papel mojado. La novela efectúa además un examen sobre las personas y las relaciones que entre ellas se establecen. Y la conclusión no puede ser otra: en la destartalada cooperativa sigue habiendo dominados y dominadores: el médico pretende controlar a todo el pueblo, una madre controla la voluntad de sus hija y un hermano la anima a tomarse matarratas para que  muera. Y el mismo Irimiás es un guía que con un discurso populista, los engaña a todos. Finalmente la atosigante desesperanza en el día de mañana será igual de desesperada.

   Novela circular sin posibilidades de escapatoria, una parábola sobre la vacua ilusión humana de un líder salvador, alguien a quien admirar, aunque nos siga engañando. Y un retrato mordaz de una sociedad resquebrajada, decadente que se aferra a una falsa esperanza como a cabo ardiendo.

   Debido a la complejidad de la trama y a la estructura de la que se sirve el autor, Tango satánico no resulta una obra fácil. El desarrollo narrativo desencaja las expectativas del lector:

falsas revelaciones, sucias biblias, campanadas que anuncian el juicio final, rezos desesperados… conviven en una trama compleja, preanunciada por el título de la novela. Añádase a eso la especial estructura que el autor ha elegido para erguir la novela: no se escriben los diálogos, cada capítulo  de las dos partes en que está dividida la novela, está compuesto por un solo y larguísimo párrafo. El autor ha querido previsiblemente dictaminar con esta estructura compositiva que el texto se desarrolla de una forma lenta, atendiendo a la minuciosidad de los detalles, un voluntario ritmo continuo   tanto en el tiempo como en el espacio. Todo ello sirve de confirmación de las palabras de traductor inglés que define la  novela  de László Krasznahorkai “como un lento flujo de lava de la narrativa, un vasto río negro que lleva por callejones oscuros, como entrar y salir de las bodegas.”

   Tango satánico  se abre a multiplicad de enfoques. Un estilo que es capaz de reproducir de forma encomiable las incesantes lluvias la pesadez de los barrizales, la claustrofobia, la agorafobia que supone vivir rodeado, agobiado por los demás, resulta tan potente que es imposible no dejarse arrastrar por la novela, a pesar de las dificultades estructurales aludidas.



Francisco Martínez Bouzas





Lásló Krasznahokiai



Fragmentos



“Desde que se desmanteló la explotación, desde que la gente se dispersó a la misma velocidad y con el mismo ímpetu con el que en su día se presentó, y él se quedó allí varado -igual que algunas familias, el médico y el director de la escuela, quienes tampoco tenían a donde ir- examinaba todos los días el sabor de las comidas, pues consideraba que lo primero que hacía la muerte era instalarse en las solapas, en las carnes, en las paredes: muchas vueltas les daba a los bocados entre la lengua y el paladar antes de tragarlos, sorbía poco a poco el agua o el escaso vino que a veces le llegaba, y a veces sentía un deseo irrefrenable de arrancarle un trozo de salitroso revoque a la sala de bombas de la nave de la maquinaria, donde vivía, y probarlo para reconocer por ciertas irregularidades en el orden los  aromas y sabores la Señal, confiado en que  la muerte fuera algo así como una advertencia y no lo desesperantemente definitivo.”



…..



“Las graves palabras de Irimiás zumbaban sombrías en la fonda, como si doblaran unas campanas que por el momento sólo expresaban horror, aunque no se supiera aún la causa. La gente - con los rostros marcados por las pesadillas de la noche anterior y por las siniestras tinieblas del duermevela- lo rodeaba muda, angustiada, hechizada, como si acabara de despertarse en ese instante y esperara aturdida, con la ropa arrugada, el pelo revuelto y las huellas de la almohada en las sienes, una explicación, ya que mientras dormían el mundo se había puesto patas arriba y todo se había desquiciado. Irimiás, sentado entre ellos con las piernas cruzadas, re reclinó lleno de dignidad en su asiento, procurando evitar esos ojos sanguinolentos y ojerosos, su nariz aguileña, con una mueca en el centro a la altura de los pómulos….”



…..



“Los habitantes de la explotación, asustados, se arrimaron unos a otros y se vieron obligados a entornar incuso los ojos bajo esas últimas frases que cayeron como un mazazo sobre ellos, porque no sólo el fuego que irradiaban las palabras, sino también la mirada de Irimiás quemaba y abrasaba… La señora Halics absorbía esos sonidos retumbantes con la expresión de una penitente  y a punto estuvo de retorcerse de placer ente Irimiás. La señora Kráner cogía del brazo a su marido y lo apretaba con tal fuerza que a él no le quedaba más remedio que llamarle la atención a su susurros en varias ocasiones.”



(Lászlo Krasznahorkai, Tano satánico, páginas 17, 182-83, 191-192)

miércoles, 13 de febrero de 2019

OTRO ANTIHÉROE HOULLEBECQUIANO


Serotonina

Muchel Houellebecq
Traducción de Jaime Zulaika

Editorial Anagrama, Barcelona 2019, 282 páginas.



   


    No posee dotes visionarias ni proféticas pero Michel Houellebecq sabe conectar con gran habilidad con la actualidad, con las cuestiones candentes, y es capaz de ofrecerle a sus lectores, no un análisis sereno y razonado, pero sí la dosis ansiada de carnada, una mistura que incluye el vacio vital de nuestro tiempo, el espinoso tema de la islamización de las sociedades europeas, sexo mercenario, afirmaciones polémicas y muy provocadoras y, sobre todo un retrato cáustico del malestar y del disgusto difuso que vivimos en nuestros días. Pero Houlllebecq un peón avezado de la tradición reaccionaria, a pesar de todo eso epata como intelectual progresista. Houllebecqu sigue siendo valorado sin límites ni mesuras. Y ni la concesión del Premio Goucourt por La carte et le territoire (El mapa y el territorio) en 2010 ha sido capaz de poner mesura en las fobias y en la filias hacia su figura: primera  referencia de la literatura francesa actual, el gran novelista del pueblo (Le Figaro), el último provocador, verdadero escritor, escéptico, determinista, imprescindible, desolador, mas nietzcheano que e mismo Nietzsche, misántropo, misógino, racista, antropólogo vestido de cínico. El escritor francés más leído y más odiado.

   Houellebecq irrumpre de nuevo,  para muchos con el libro más decepcionante de todos los que ha escrito, aunque, como todos los suyos, ha sido esperado como un gran acontecimiento. Un libro que se nutre del afán provocador del escritor, y en el que le da vida a las peripecias de un hombre depresivo, repugnante y merecedor de muchas más calificaciones, dueño de provocadores torpezas y tribulaciones, que va y viene por las rutas de la transgresión, como antes de él lo han hecho tantos otros. Lo que de ellos le diferencia es que lo hace desde una pose burguesa.

   La idea capital que subyace en la trama de Serotonina y a la que la mayoría de las novelas de Houellebecq hacen referencia, es que el sexo y una confusa idea del amor es el motor de la vida de los seres humanos. Y el eje temático de la novela, acompañemos o no al protagonizo el relatos de sus correrías, es la decadencia de la cultura europea: “Ya nadie será feliz en Occidente”.

   Antes de sus publicación y venciendo el hermetismo en torno al libro, se escribió que la novela podía leerse como la historia sórdida de la desintegración de un hombre, que es a su vez, la de una civilización.

   En el despegue del libro se presenta al protagonista Florent-Claude Labrouste, cuarenta y seis años, incapaz de controlar su propia vida. Combate su depresión con un nuevo medicamento: Captorix, con efectos secundarios como las nauseas, la desaparición de la libido y la impotencia. Y comienza la historia en España, en la provincia de Almería, donde el protagonista ayuda a dos veinteañeras en short a tomar posesión de las ruedas de su coche. Pero allí no sucedió nada, a pesar de que el protagonista desea chicas frescas, ecológicas y amantes de los tríos. Asqueado de la relación tóxica con su novia japonesa, cuya relación se hallaba en fase terminal: descubre los videos porno y de orgias que ella ocultaba y que follaba con un doberman. Y empachado en igual medida de su trabajo en el Ministerio de Agricultura -detestaba de París, infestada de burgueses- decide poner fin a tantas idioteces,  e inicia una huida de si, con el convencimiento de encaminarse a su propio destino. Engrosar las nóminas de los desaparecidos voluntariamente, alojándose por el momento en algún hotel en el que se permitiese fumar.

   Y desde una perspectiva fundamentalmente sexual, pasa revista a las mujeres o amantes que han estado en las entretelas de sus fracasos; relaciones sentimentales marcadas por los desastres, unas veces cómicos, otras patéticos: la danesa Kate con la que no salvó el mudo y el amor no triunfó; Claire, una semiactriz a la que encargaban tonterías intelectualoides que odiaba, una mujer que apetecía dejarse follar por ella, más que a la inversa y que seduce a  la mayoría de los amantes de su madre, lo mismo que hacía la madre con los novietes de sus hija. Y sobre todo Camille, cinco años de felicidad. Tras ellas, se queda solo con el “humus adaptado de los placeres solitarios”. Escribe su propia vida con humor ácido y deja entrever el mundo que le rodea. Se reencuentra con viejos amigos, recorre las calles de París, viaja por Normandía y entra en contacto con los productores de leche que protestaban por los bajo precios.

   El protagonista de Serotonina es un tipo que había perdido toda esperanza de ser feliz, si bien todavía ambiciona escapar de la demencia. Por eso acude al psiquiatra que le había recetado Captorix que le dice que tiene la impresión de que se está muriendo de pena y le propone sustituir el antidepresivo  por putas.

   Antes de la recta final, en un mundo sin erecciones ni masturbaciones y que se transforma para él en una superficie neutra, todavía tiene fuerzas para renegar de la cultura del mundo occidental, personificado en La montaña mágica de Thoman Mann y En el tiempo recobrado de Marcel Proust. Tras esto, la recta final.

   Lo interésate  de la novela no son sus muchas secuencias insulsas y prescindibles, sino el hecho de haberle dado forma Houllebecq a un personaje que narra su propia autodestrucción, su desarraigo, su deriva existencial, su indolencia terminal, su nihilismo sin causa. Un personaje que responde  a las visiones crepusculares que suelen anidar en el escritor francés. Es el único mérito de una novela prácticamente desprovista de argumento y en la que el autor deja caer opiniones candentes y para muchos lectores rechazables. Una clara mofa de las feministas con chistes misóginos y homófobos (Entre el protagonista y las mujeres solo median las mamadas). La repugnancia por la Europa socialdemócrata, la atracción por el ultraliberalismo. No juzga la pedofilia, la prostitución, las drogas; se siente orgulloso de su incivismo, Franco fue el verdadero inventor a escala mundial del turismo de masas. La obsesión del protagonista por el sexo, especialmente el oral, se vuelve insoportable. Y alguna reflexión certera como su rebelión contra el puritanismo o la ausencia de la libertad individual como detonante de la soledad.

   En definitiva, un redescubrimiento sentimental trufado por las ausencia de sentimientos, por relaciones fallidas, con ciertas dosis de melancolía y una cierto ensueño de felicidad. Una prosa simple, funcional, plana como una helada Siberia viste este desolador retrato del hombre occidental. Pero la verdad es que no precisaba otra cosa.



Francisco Martínez Bouzas




 
Michel Houllebecq

Fragmentos



“… era realmente alucinante la cantidad de objetos para ella indispensables para mantener su condición femenina, las mujeres suelen ignorarlo, pero es algo que desagrada alos hombres, que los asquea incluso, que acaba por darles la sensación de que han adquirido un producto adulterado cuya belleza solo consigue mantenerse barcias a artificios infinitos, artificios que pronto (sea cual sea la indulgencia inicial que puede manifestar su macho por las catalogadas imperfecciones femeninas) acaban considerando inmorales, y yo había podido darme cuenta durante nuestras vacaciones juntos del hecho de que Yuzu pasaba un tiempo increíble en el cuarto de baño: había calculado que entre el aseo de la mañana (alrededor del mediodía), el arreglo un poco más sumario a media tarde y el ceremonial interminable y exasperante de su baño vespertino (un día me había confesado que usaba dieciocho cremas y lociones diferentes), consagraba a arreglarse  seis horas al día…”



…..



“Se me reprochará quizá que concedo excesiva importancia al sexo; no lo creo. Aunque no ignoro que otras alegrías ocupan poco a poco su lugar, en el curso del desarrollo normal de una vida el sexo sigue siendo el único momento en el que involucras personal y directamente tus órganos, por lo cual el paso por el sexo, y por un sexo intenso, sigue siendo obligado para que se produzca la fusión amorosa, nada puede realizarse sin él, y todo lo demás, normalmente, dimana de él suavemente.”



…..



“-Bueno…-dijo-, el índice de testosterona es francamente bajo, eso me lo esperaba, es por el Captorix. Pero también tiene un nivel de cortisol muy elevado, es increíble el nivel de cortisol que segrega usted. De hecho…, ¿puedo ser franco con usted?

Le dije que sí que la franqueza eea más bien la tónica de nuestra relación hasta aquel momento.

-Pues bien, de hecho… -Aun vaciló, le temblaron ligeramente los labios ates de decirme -: Tengo la impresión de que usted sencillamente se está muriendo d  pena.

¿Existe un morirse de pena, tiene sentido? –Fue la única respuesta que se me pasó por la cabeza (…)

-Con el cortisol es inevitable, va engordar cada vez más, va a volverse realmente obeso. Y cuando lo sea no le faltarán las enfermedades mortales, hay para elegir (…)

-¿Entonces me aconseja dejar el Captorix?

-Pues…no está claro, como opción. Porque si lo deja volverá a la depresión, resurgirá incluso mucho más fuerte, se convertirá usted en una auténtica larva. Por otro lado, si lo sigue tomando puede tachar con un aspa su sexualidad. Lo que haría falta es mantener la serotonina a un nivel correcto, hasta ahí todo bien, todo el orden, pro bajando el cortisol, y quizás aumentar un poco l dopamina y las endorfinas, que sería lo ideal. Pero tengo la sensación de no ser muy claro, ¿sí, me sigue usted)

-No del todo, la verdad.

-Bueno… -Echo de nuevo una ojeada al papel, una ojeada un tanto extraviada, me daba la impresión de que no creía realmente en sus propios cálculos, hasta que alzó la mirada y me soltó-: ¿Ha pensado en las putas?”


(Muchel Houllebecq, Serotonina, páginas 54-55, 61, 255-256)