Vida & de William Walker
Patrick
Deville
Traducción
de José Manuel Fajardo
Editorial
Anagrama, Barcelona, 2018, 279 páginas
Pura vida. Vida
& de William Walker es el título con el que
Patrick Deville (Saint-Brevin-les Pins, 1957) inició su saga de historias que,
partiendo del año fronterizo de 1860,
forman parte de un ambicioso proyecto de doce piezas narrativas
rotuladas con el “dictum” latino: “Sic Transit Gloria Mundi”. Las seis primeras
viajan de Oeste a Este. Las otras seis harán el viaje al revés. Todas ellas, Pura vida incluida, nacen con el
propósito de recorrer el mundo acompañando a héroes o antihéroes, radiantes o
fracasados pero que están en el origen o participaron en el desarrollo de una
exploración o de una conquista, muchas veces descabellada. Novelas de no
ficción que convierten hechos históricos en prosa literaria, y cimentadas en un
laborioso trabajo de investigación y numerosos viajes. Se convierten en
literatura cuando el escritor detiene la investigación e inventa una forma.
En ese proyecto transformador de la
literatura en historia y viceversa, han salido de la pluma de Deville Ecuatoria
(2006), Kampuchea (2011), Peste & Cólera (2012), Viva (2014). Lo hace ahora, en la
edición española de Anagrama, el relato de aventuras reales del filibustero
William Walker, Pura vida, que inició
la serie en el años 2004.
En la misma línea de las cuatro precedentes,
Pura vida es una “novela de aventuras
de verdad”. Y, al igual que ellas, profusamente documentada, intensamente épica
y trágica y adecuadamente ficcional. Transitada así mismo por múltiples
personajes que han construido la Historia para bien o para mal.
Con Pura
vida Patrick Deville le da existencia, o mejor dicho les permite recuperarla,
a libertadores y conquistadores, revolucionarios y dictadores, figuras que
forman parte de la Historia de Centroamérica como Gonzalo Fernández Oviedo, Bolívar, Francisco Morazán, Narciso
López, Antonio de la Guardia, el general Sandino, Somoza, el dictador
neroniano, el Che, el Che.50, el poeta Roque Dalton, Ernesto Cardenal, Sergio
Ramírez… y sobre todo William Walker, un personaje que bascula entre los
grotesco y lo extravagante, un loco arrebatado por ideales de aventura, ideales
improvisados y que una mano oculta, la del imperialismo norteamericano -el
Destino Manifiesto de los Estados Unidos para extenderse hacia el Sur- que ya
en el siglo XIX movía desde la sombra la política y las revoluciones de América
Latina.
La vida de William Walker es en sí misma una
fabulación, una novela marcada por la impronta de una utopía ideológica
amalgamada con no poco maquiavelismo. La existencia de un héroe negativo, un
verdadero filibustero norteamericano, se despliega en una novela poliédrica,
laberíntica, ramificada en múltiples historias como quería Borges. En ella,
desde la amalgama de historia y ficción, nos ofrece Patrick Deville, un retrato
de la historia agitada de Centroamérica, con figuras legendarias y quijotescas
y no poca crueldad que se deja ver en múltiples batallas y peripecias tan
desmesuradas y utópicas que parecen irreales.
La novela se inicia con una prolepsis que
nos sitúa en septiembre de 1860: William Walker, tras años de combate y múltiples
fracasos e intentos de conquistas imposibles, culminará pronto su derrota
definitiva. Antes ha barrido a sangre y fuego buena parte de América Central.
Pero a renglón seguido, reconstruye Patrick Deville la existencia de William
Walker, nacido en Nashville y con una adolescencia conmocionada por el
descubrimiento de los poetas románticos, Lord Byron en especial, y por la
muerte del único amor de su vida, una muchacha sordomuda de largos cabellos
negros. Una muerte que lo transforma en un temible soldado de fortuna, con un
único sueño: presidir una república. Y, en efecto, tras recortar territorio
mexicano de Sonora, logró ser, en unas elecciones amañadas, elegido presidente
de Nicaragua con el propósito de restablecer la esclavitud y construir un canal
interoceánico. Los ejércitos de cinco países
lo expulsarán de inmediato, mas muy pronto ataca una zona costera de
Honduras. Terminaría su vida fusilado en una playa de Trujillo.
William Walker es sin duda el centro del
libro. Pero Patrick Deville, como ya hiciera en sus otras cuatros
novelas-verdad, despliega en Pura vida
un inabarcable mosaico de historias, compuesto de gestas, inútiles sueños de
locos y elegidos, relacionadas entre sí a pesar de las distancias temporales.
Un pretexto para reflexionar sobre la historia política y social de
Centroamérica. Vidas llenas de actos de bravura, de felonías asesinas, de
inmensas traiciones que, como escribe Deville, nada tienen que envidiar a las
de los hombres ilustres de Plutarco. Una verdadera galería de iluminados de
primer orden, eternos perdedores. Por ellos, por los fracasados, confiesa
Deville su fascinación. Fresco también de pesadillas, de violaciones
sistemáticas de los derechos humanos, de la bala en la nuca, de la carta blanca que tenían los torturadores
de Centroamérica, igual que sus colegas del Cono Sur. La misma ética de buitre,
como escribió en 1985 Roberto Sosa. Topografía de las basuras de la Historia
que nos permite rehacer el mapa corrupto no solo de América Central, sino
también de buena parte del Continente.
Novela fragmentaria, con múltiples rupturas
temporales, con anticipos, avances y retrocesos. Patrick Deville maneja con
oficio y eficacia esta su primera combinación de historia, biografía y
reportaje. Acierta así mismo con esa técnica de las estructuras paralelas: los
dos hilos narrativos con los que se teje este libro. La novela alterna, en
efecto, secuencias de la vida, pasión y muerte de William Walker, de sus locas
gestas y de los héroes y antihéroes, casi todos iluminados, que le precedieron
o que, tras él, contribuyeron a crear la convulsa historia de Latinoamérica,
con las propias errancias, por los mismos derroteros del escritor, y sus
encuentros con Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez, Roberto Sosa, entre otros
muchos.
Ficción y no ficción, relatadas con un
estilo de prosa claro y conciso, pero que adopta con frecuencia una clara
tonalidad épica gran fuerza evocativa y
un acertado manejo del color, de la frescura narrativa y no pocas dosis de
escepticismo e ironía. El resultado: una novela exultante que nos traslada a lo
más profundo, brillante y sórdido de América Latina.
Fragmentos
“Durante todos aquellos meses pasados en compañía de
William Walker, recorriendo América Central
tras las huellas de su ejército fantasma, había ido descubriendo poco a
poco que algunas de aquellas vidas llenas de actos de bravura admirables, de
traiciones inmensas y de felonías asesinas, no tenían nada que envidiar a las
de los hombres ilustres que había reunido Plutarco. Y me quedó claro que,
durante los dos últimos siglos, esta
región del mundo no había sido más avara en héroes, traidores y cobardes
de lo que fueron las provincias griegas y latinas en la Antigüedad: también
aquí los hombres habían soñado con ser más grandes que ellos mismos y habían
fracasado. Y me vino la idea de reunir algunas de esas vidas.”
…..
“En menos de un
año, el hombrecito de levita negra se ha desgarrado por dentro: sigue siendo
aquel niño tranquilo y tímido de Nashville y se ha convertido en el temible
aventurero William Walker. Tiene la mirada alucinada de los locos y de los
conquistadores. Ahora considera en secreto la posibilidad de atacar Sonora de
nuevo, pero es Nicaragua la que lo espera más al sur, y en ella entrará a
sangre y fuego antes de ir a morir a Trujillo, Honduras.
Varias decenas de
años después de su muerte, Augusto César Sandino, el general de los hombres
libres escribirá esa frase en su día grabada con un buril en mármol del Parque
Central de Managua: Vuestras manos deben ser ciclón sobre los descendientes de
William Walker.”
…..
“Al frente de
ellos, el jovencito de levita negra manchada de sangre todavía no es consciente
de que ese es su fin. Solo sabe que desde su primera expedición a Sonora, siete
años antes, nunca se ha encontrado en una situación tan peligrosa.
Peo este tipo de
hombre nunca se cree perdido, incluso si es perseguido como una bestia y no
tiene salida, incluso si tiene una herida de bala en la pierna, ya sea en la jungla
de la Mosquitia, en Honduras o en la quebrada de Yuro, en Bolivia. William
Walker cree que todavía puede encontrar por casualidad en el bosque al general
Cabañas y a sus hombres. Que se unirá a ellos para hacer frente al ejército
hondureño que les pisa los talones. Su imaginación bulle al ritmo de su sangre
enloquecida.”
(Patrick
Deville, Pura vida, páginas 29,
87-88, 257-258)