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miércoles, 3 de mayo de 2017

LA HISTORIA OCULTA DE LOS FILIICHRISTI DE AGULO



El misterio de los filiichristi de Agulo
Daniel María
Baile del Sol Ediciones, Tenerife, 2016, 154 páginas.


   Poeta y ensayista sobre literatura y cine, Daniel María (Agulo, La Gomera, 1985) nos ilustra en su último libro, El misterio de los filiichristi  de Agulo sobre un tema canario que simplemente por el título suscita la curiosidad lectora. El surgimiento de una comunidad que amalgamó un estilo de vida en el que las ideas filosóficas y religiosas tejieron las existencias, la biografía individual y colectiva de varios hombres y de alguna mujer que, en la década de los años veinte del siglo pasado, crearon en Agulo (Isla de la Gomera) una asociación teosófica-cristiana conocida con el nombre de los filiichristi. Sus miembros fueron un grupo de intelectuales y escritores motivados por ideales cristianos, pero influenciados así mismo por ideas masónicas y teosóficas. Daniel María recuperó sus huellas y las plasmó en este libro editado por Baile del Sol en su colección “Textos del desorden”. Una investigación ejemplar, elaborada exclusivamente a partir de testimonios orales, documentos oficiales, las publicaciones de los filiichristi y alguna breve entrevista que concedieron.

   El autor se encontró con la leyenda de los filiichristi y comenzó a investigar sobre su naturaleza enigmática, nutrida de mística, misterio y ascetismo. Los filiichristi pertenecieron a una comunidad aparentemente cristiana, si bien en sus creencias tuvieron cabida otras creencias. Un sincretismo religioso e ideológico que incorporó un estilo de vida con prácticas como el celibato, la hipnosis, cierto grado de brujería, la mediumnidad, la adivinación, el contacto con los muertos, reuniones secretas y unas formas de vida que los acercaba a los eremitas.

   La congregación estuvo formada por un grupo de amigos, naturales todos ellos, con una excepción, de Agulo. Fueron fundamentalmente librepensadores interesados en conocimientos, sabidurías y creencias provenientes de distintas fuentes, especialmente de la masonería. El iniciador y líder de la comunidad fue Agustín Bethencourt Padilla y estuvo compuesta por su esposa, Luz López, Domingo Montesinos, Pascasio Trujillo, Juan Saravia, Pedro Sánchez Padilla. También se suele incluir  a Pedro Bethencourt Padilla y José Bethencourt Padilla que, aunque sin participar de forma plena en el devenir de la congregación, mantuvieron estrechos vínculos con sus miembros.

   Fue en Cuba donde se gestó el germen de los filiichristi. A la Isla caribeña habían emigrado, a inicios del siglo XX, los hermanos Bethencourt Padilla. Allí tuvieron acceso a una educación esmerada que, entre otras facetas, les permitió entrar en contacto con métodos esotéricos y espirituales que les acompañarán a su regreso a Agulo a inicios  de los años diez. Agustín viajará por Europa, lo que le permitió contactar con la Sociedad Teosófica de Madrid y conocer a su esposa y madre de sus hijos, Luz López. Tras una breve estancia en Roma, la pareja retorna a Agulo y se dedica a instruir a la población, analfabeta en un alto porcentaje. En el año 1927, el matrimonio crea la congregación de los filiichristi. Una congregación que parte de la teosofía y practica el cristianismo, en palabras de su fundador. Entre las normas que deben cumplir los integrantes de la sociedad, las más llamativas consistían en dejarse el pelo largo, vestir hábito, no ingerir carne, pescado y alcohol, renunciar a las pasiones, hacer votos de castidad, pobreza y obediencia. El mismo Agustín Bethencourt es consciente de ese ideal ascético, y por esa razón su matrimonio con Luz López queda abolido. Crían al hijo que habían tenido a base de plátanos, y los tres duermen en el suelo. Sus modelos de vida sencilla muy próxima al eremitismo son Teresa de Jesús y Tomás Kempis.

   Daniel María presenta a los distintos miembros de los filiichristi, especialmente en aquellos perfiles relacionados con la teosofía y el espiritismo.

   Pero, sin duda, el capítulo más interesante de la investigación es el que  lleva por título “La sospecha franquista”. Debido a sus relaciones con la masonería, el régimen franquista inició muy pronto la persecución y procesamiento de los hermanos Bethencourt Padilla, así como la de algún otro miembro  de la congregación (Pascasio Trujillo). En abril de 1948, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo inició la búsqueda de Agustín Bethencourt Padilla, acusado de pertenecer a una logia masónica. Y lo mismo ocurre con su hermano Pedro, condenado a varios años de reclusión menor. También fue detenido y procesado Pascasio Trujillo. Todos ellos víctimas del discurso de rechazo y condena de la masonería por parte de la dictadura franquista.

   La obra de Daniel María reúne  en una segunda parte una antología de textos escritos y publicados por los filiichristi. Entre ellos, el poemario Salterio, el ensayo La corrupción del mundo o el imperio de la magia de Pedro Bethencourt Padilla y la novela La efigie de cera de la autoría de José Bethencourt Padilla.

   Un libro que, en definitiva, visibiliza la existencia de un grupo de seres humanos preocupados, y en cierta medida alienados por inquietudes religiosas, mágicas y esotéricas que conectan con la universal tendencia del ser humano de transcender la realidad del mundo material que percibimos por los sentidos.



Francisco Martínez Bouzas



                                                  
Daniel María. A la derecha fotografía de Agustín Bethencourt



Fragmentos



“Un hijo. Que el hermano Bethencourt tuviera un hijo era algo extraordinario.

-Sí- nos responde-, tengo un hijo de veinte meses que ingresará en la religión, como sacerdote usual, como yo no pude ser. Duerme en el suelo, lo hemos llevado siempre forrado en una manta, como un maletín de viaje. Solo come plátanos y está sano, fuerte. Yo -continúa un soplo de sonrisa- vine a estas ideas cuando entré por primera vez en las Catacumbas. Me llamó la atención que la obra más grande de la humanidad no fuera hecha por un poder secreto. También originó mi vocación al estudio. Mi orden trata de la abolición del individuo y de estudiar, de llegar a la comprensión de él en sí mismo. Yo leo con preferencia la Biblia, en general. Prefiero los Evangelios al Nuevo Testamento. La escuela de Santa Teresa del Carmelo figura entre mis predilecciones. También el Kempis”

(Entrevista concedida por Agustín Bethencourt Padilla y publicada en Hespérides, 1927), página 92



…..



De La magia universal



“No me propongo hacer aquí ninguna exposición especulativa acerca de lo que ha venido llamándose Ocultismo o Ciencia Oculta. Trataré simplemente de señalar las causas que, a mi juicio, determinan la corrupción del hombre y, por consecuencia, del mundo entero.

(…)

El instinto de conservación en las clases privilegiadas alienta las tiranías gubernamentales, que el ejército ampara; más cuando este no ofrece las garantías necesarias para el sostenimiento de las oligarquías reinantes, suele venir, en auxilio de estas, otro poder no sospechado. La MAGIA.

No habré de distinguir entre magia «blanca» y magia «negra». Veréis por qué.

Para mí, magia es el poder abusivo del pensamiento sobre la voluntad de los demás, ya sea para bien o para mal; de modo que, según mi entender, toda magia es negativa para el progreso real del hombre que busca la Verdad.

Si hemos de servir a esta, debemos empezar por la eliminación de todos los prejuicios en que se basa la rutina del vivir.

Yo hablo aquí de magia en el sentido de sugestión; de modo que no debéis discutir sobre el significado de esta palabra, que he de emplear muy a menudo en las páginas que siguen.”

(Pedro Bethencourt Padilla, La corrupción del mundo o el imperio de la magia, 1933), página 108.

2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante la historia, sobre todo por la filosofía, el misterio y el esoterismo que encierra, en torno a los Filiichristi. Gracias por la orientación literaria, aunque tardé esta vez en llegar, nunca me perderé tu bello trabajo. Felicidades por tu magnífica reseña, un abrazo.

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