Las esquinas
de la luz
Rosy Paláu
Portada:La brevedad azul del sueño (Fragmento) de Miguel Ángel Ojeda
Instituto Sinaloense de Cultura, Culiacán, 2015, 59
páginas
Desde Culiacán (Sinaloa, México) y tras un
periplo que superó la duración de las navegaciones colombinas, la
“eficaz” colaboración de Correos de México y Correos de España deposita en mis
manos el último libro de Rosy Paláu, el poemario Las esquinas de la luz. Si la escritora mexicana me había fascinado
con anterioridad con su colectánea de relatos, las fantásticas imposturas de La Casa del Arrayán (2005), lo vuelve a
hacer ahora, a la vez que me hace pensar con las secretas substancias de estos
veintiocho poemas de Las esquinas de la
luz. Porque la poesía, cuando es digna de ese nombre, es a la vez un lugar
de emociones y un lugar de pensamiento. Como escribió el pensador francés Alain
Badiou, el lugar del lenguaje donde se ejerce una proposición sobre el ser y
sobre el tiempo. Con un fructífero uso de la rima, una de las fuerzas
primordiales de la poesía, y de moldes métricos tradicionales, cuando los
considera oportunos, y de otros que no lo son tanto, mas sin sentirse
constreñida nunca para decir lo que quiere, Rosy Paláu prosigue en este libro
el cultivo de la palabra poética que inició en 1990, e imanta con delicadeza el
lenguaje entre si, y a nosotros los lectores nos introduce en lugares
insospechados del ser, de la realidad y de nosotros mismos.
Sin renunciar pues a la forma -esencial para
el verdadero poema, incluso en el verso libre-, Rosy Paláu nos entrega este
poemario “hecho con palabras que buscan alcanzar aquello que sin la poesía no
podríamos decir”, como ella misma define su libro en la entrañable dedicatoria
que lo acompaña.
No defraudan los poemas de Rosy Paláu a los
amantes de esa gran verdad del mundo que es la poesía. Con un ritmo interior
pausado, huyendo del lirismo explosivo o volcánico, la palabra poética de Rosy
Paláu nos transmite su imaginario, una operación de verdad que se anticipa y
responde a miles de preguntas que se albergan y emergen en cada uno de
nosotros, y nos incitan a meditar, entre otros muchos conceptos e interrogantes,
sobre el paso del tiempo (“el tiempo del tiempo”), en la suma de ese cero que
es la muerte y su rotundidad, imposibles de detener, en un poema, “Décimas a la
muerte” que firmaría el mismo Jorge Manrique, si bien superando la tonalidad
elegíaca del poeta prerrenacentista. En las soledades del alma; la definitiva
ausencia de ese ser que ya no podremos esperar; las infinitas esquinas de la
luz frente a la oscuridad de la nada; o la noche y su incesante segundero. Hasta el silencio halla en este poemario su
espiral de palabras mágicas que, con precisas y evocadoras imágenes y
privilegios fonocéntricos, nos incitan a penetrar en los insondables
territorios del ser, de las cosas, del yo con sus arduas o gozosas
circunstancias. Pero es sobre todo esa luz, tan reiterada en sus múltiples
formas y reflejos, la más celebrada en este microtexto poético de Rosy Paláu.
También lo es la luna, otra esquina de luz a la que la poeta ya había homenajeado
en una antología, Las lunas de mi cielo (2013),
compilación de poemas y cuentos sobre la luna de autores de todo el mundo.
Concluyo este comentario con unas
insignificantes palabras con las que Rosy Paláu me honra al reproducirlas en la
contraportada del libro. E invitando especialmente a descubrir por propia
experiencia las fuerzas mágicas del decir poético de Rosy Paláu, para
convencernos de que la poesía es fuerte (Michel Deguy), o como afirmaban los
clásicos de mi tierra, con hechizos verbales también reveladores, que la poesía
es el gran milagro del mundo:
“Rosy Paláu en este nuevo poemario nos
regala palabras, solo palabras. Construye poemas que no son nada, pero pueden
serlo todo, porque son capaces de sacarnos de nosotros mismos, de nuestro ser
superficial, y al mismo tiempo volcarnos en el interior de nuestro ser. Es la
magia de la palabra poética, capaz de transmitir sentimientos y de remover
todos los cardiogramas del alma. Ello solo es posible cuando la poeta, Rosy
Paláu, vive el arte creador como un arte demiúrgico y su voz lidia, con afanes
interminables, los espejos del ser, las profundidades abisales de los misterios
que nos rodean. La soledad del alma, ese misterio del tiempo y su paso
inexorable al que le mendigamos inútiles eternidades, tan presentes en estos
versos que se convierten en meditación poético-existencial sobre el tiempo que
es solo la memoria de nuestra alma.
Y
llegan a los lectores estos versos, no excesivamente largos, podados
intencionadamente de coloridos sensuales, pero desprendiendo el fulgor, la magnificencia de una obra intensamente lírica que, sin duda, nos atrapa. Esquinas de luz e infinitas espirales
de magia, de esa aura luminosa que adquieren las palabras cuando no solamente
denotan seres, objetos, sino magia. Es la palabra interna, latente, que
descubre la poeta y que nos emociona. Estos poemas de Rosy Paláu, expresando lo
inexpresable, meditando sobre el tiempo, sobre esa muerte siempre visionaria de
nuestro ser y sobre los misterios que nos constituyen en lo que somos y como
somos, ordeñan las ubres de la eternidad, como diría Vicente Huidobro.”
Francisco
Martínez Bouzas
Rosy Paláu en la presentación de "Las esquinas de la luz" |
Cuatro
poemas de Las esquinas de la luz
DÉCIMAS A LA MUERTE
“No hay quien
pueda detenerte,
de tu gozo
pasajera
haces viaje
de la espera,
visionaria de
mi suerte.
Cuando duermo
puedo verte
y de luz tu
sombra oscura
va luciendo
la estatura
de algún
sueño pretendiente
que con
cuerpo transparente
le da amor a
la negrura.
¡Qué derroche
de presencia,
cuánto
espacio bien formado,
un fantasma
exagerado
por el don de
su existencia!
Más allá de
toda ciencia,
casi al ras
de lo ordinario,
es un hecho
milenario
encontrarte
en lo desierto,
viva en el
ardor incierto
de un reflejo
solitario.
Te imagino
interrogante
consultar el
segundero
derritiéndose
de esmero
blanda cera
del instante.
Del silencio
consonante
rimas tiempo
con materia.
Solo soy la
vieja historia,
olvido,
palabra, polvo,
ese deseo en
el que vuelvo
repetida de
memoria.
Voy
conociéndote en partes,
así está
firmado el pacto
que aparezcas
en el acto
mientas rezo
porque faltes.
Aunque
cuentes y más cuentes
la verdad es que no quiero
ser la suma
de ese cero,
estar triste
cuando gozas,
deshacerme de
mis cosas
solamente
porque muero.”
LA NOCHE
“La noche, lo
gris,
el incesante
segundero.
No sabe el
tiempo del tiempo deshacerse.
Hay en el
aquí, un allá mismo,
una lejanía
que el instante abrevia.
Todo se
cierra para poder hallarte,
el silencio
lleva luz
de lo
solamente tuyo.
Cueva de
reflejos,
palabras en
la lumbre de su imagen;
rumores
desordenan la penumbra;
aire, sed de
las cosas,
la nada
inventa lo que arrastra,
en lo bajo
las estrellas
desprenden de
una orilla
la oscuridad
de la ventana.
Entre lo que
se va y lo que se queda,
mi alma es un
adentro de infinitos.”
TE BUSCO
“Te busco
como la luz
en los
espejos sin salida
no más lejos
de las sombras,
con la visión
de los sentidos.
Qué oficio el
de soñar,
poner la hora
en el silencio
del mismo
día,
volverse
eterno de lo breve,
mientras la
noche avanza
entre las
cosas
hace la resta
de lo vivo.”
SOLO DE LUNA
“Llanura donde
la noche
toca su solo de
luna,
duermes.
Lo claro en ti
pesa lo que el
cielo
sobre el agua.
El tiempo es la
memoria de tu alma,
luz de lo apagado
hace mucho.
Los sueños te
separan de lo continuo.
Por la ventana
el silencio alcanza
su mayor altura,
rumor de fantasmas
removidos por el aire,
pasan las cosas
sin ser vistas,
vive cerca la
distancia.
El espejo te trasluce,
sales a las superficie,
brillo que toma
brillo del instante.
Los días llegan
de esconderse
entre las sombras,
las palabras que
el viento dispersa
se juntan en el
deseo.
Nada más el amor
tenemos
para encender
la ceniza invencible
de lo muerto.
La soledad nos
guarda el secreto
de saberlo.
Cada quien se
hunde como quien es.”
(Rosy Paláu, Las
esquinas de la luz, páginas 15, 28, 36, 56-57)
Gran artículo...muy bien preparado...
ResponderEliminarSaludos