Jorge Amado
Traducción de Dante Hermo
El Aleph Editores, Barcelona, 446 páginas
(Libros de fondo)
En 1926, con solo catorce años, Jorge Amado
decidió que su vocación sería la literatura. Junto con otros nuevos escritores,
entre ellos João Cordeiro, Días da Costa, Alves Riveiro… fundó la
“Academia dos Rebeldes”, y desde ese conciliábulo intentó darle un soplo de
aire fresco a la marchita vida de las letras bahianas. Desde entonces, con más
de veinte novelas, libros de relatos, literatura infantil, teatro y libros de
memorias, se hizo patente y total la identificación del escritor con su entorno
geográfico, hasta el punto de llegar a definirse él mismo como “un bahiano
romántico y sensual”.
La colosal obra literaria de Jorge Amado,
una de esas figuras a las que claramente se le hurtó el Premio Nobel de
Literatura, es un reflejo de la cultura tradicional bahiana, de las raíces indioafricanas del nordeste brasileño. Desde
el localismo de un territorio muy concreto, Jorge Amado se convirtió en un
escritor universal con más de ochenta millones de libros vendidos en la fecha
de su fallecimiento (6 de agosto de 2001). Y una obra traducida a cerca de cincuenta
idiomas.
Desde la nómina de los no-Nobel, Jorge Amado
escribió alguno de los libros a los que siempre se vuelve, y fue capaz de crear
escenas y personajes en los que hallamos el sabor siempre fresco y colorista de
la mitología bahiana, poblada de mulatas, de héroes cotidianos, vagabundos
generosos, prostitutas sentimentales. Un costumbrismo localista que, no
obstante, permite una proyección universal del imaginario brasileño.
Uno de esos personajes de proyección
universal de Jorge Amado, es la protagonista y figura central de la novela Gabriela, clavo y canela, reeditado en
España en varias ocasiones, una de ellas la de El Aleph Editores. De la misma
forma que la música popular brasileña brota con “Garota de Ipanema” (“Olha que
coisa mais linda, mais cheia de graça”), el personaje de Gabriela nos estimula
a convertirla en símbolo y retrato de la mujer brasileña. También en su
homenaje. La hermosa Gabriela, que sazona con clavo y canela, pero también con
fuego el restaurante y la vida del sirio Nacib, allá por los años veinte del
siglo pasado cuando la modernidad se asienta en Ilhéus, es uno de los
personajes más atrayentes y seductores de la literatura del siglo XX. Gabriela
es la competidora, hermosa y excitante, indómita, imprevisible, dulce, sensual
e inocente, abanderada del amor pasional, capaz de poner en tela de juicio las
costumbres y convenciones más arcaicas de una sociedad de terratenientes y
militares.
La fabulación de Gabriela, clavo y canela marca un punto de inflexión en la narrativa
de Jorge Amado. La celebración del amor y de los placeres de la vida, y la
creación de esta figura de honda sugestión erótica, marcan el final de una
novelística inspirada en el realismo socialista y el inicio de una escritura
rebosante de realismo y viveza, que bebe en la oralidad de la que conserva su
gracia, en la que este clásico de las letras brasileñas celebra de forma
heterodoxa el la sensualidad amorosa y los placeres de la existencia.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Bajo
el sol ardiente, con el torso desnudo, las hoces presas a largas varas, los
trabajadores recogían mazorcas de cacao. Caían con un golpe seco los frutos
amarillos, mujeres y niños los apilaban y los partían a golpe de machete. Se
amontonaban los granos de cacao tierno,
blancos de miel, los metían en los cestos de mimbre, se los llevaban a los
secaderos a lomos de los burros. El trabajo comenzaba al despuntar el día,
terminaba al caer la noche; a la hora de
más sol, paraban a comer con prisa un pedazo de charqui asado con harina y una
jaca madura. Las voces de las mujeres se elevaban con amargos cánticos de
trabajo…”
…..
“Era
el peor de los circos. El negrito Tuísca meneaba la cabeza, parado ante el
vacilante mástil, casi tan pequeño como un mástil de saveiro. Más pequeño y
miserable, imposible. El paño de lona de la carpa estaba agujereado como el
cielo de una noche estrellada o el vestido de la loca María Ma Dá. No era mucho
mayor que el puesto del pescado, apenas lo tapaba en el descampado del puerto.
Si no fuera por la probada lealtad que lo caracterizaba, el negrito Tuísca se
habría desentendido por completo del Circo Três Américas. ¡Qué diferencia con
el Grande Circo Balcánico, con su monumental pabellón, las jaulas de las
fieras, los cuatro payasos, el enano y el gigante, los caballos amaestrados,
los trapecistas más intrépidos! Había sido una fiesta en la ciudad. Tuísca no
se perdió ni un espectáculo. Meneaba la cabeza.
Amores
y devociones se cobijaban en su pequeño y cálido corazón: la negra Raimunda, su
madre, felizmente recuperada ya de su reumatismo, lavando y planchando ropa; la
pequeña Rosinha, de cabellos de oro, la hija de Tonico Bastos, su amor secreto;
doña Gabriela y el señor Nacib…”
…..
“Desnuda,
extendida en la cama de matrimonio, Gabriela con una sonrisa. Desnudo, sentado
en el borde del lecho, Tonico con los ojos espesos de deseo. ¿Por qué no los
mató Nacib? ¿No lo mandaba la ley, la antigua ley cruel e indiscutida, observada con escrúpulo
siempre que se presentaba la ocasión y
la necesidad? La honra del marido engañado se lavaba con la sangre de los
culpables. Aún no hacía un año que el coronel Jesuíno Mendoça la había
ejecutado…¿Por qué no los mató? ¿Acaso no lo había pensado la noche anterior,
en la cama, cuando sentía las caderas ardientes de Gabriela quemándole la
pierna? ¿No se había jurado hacerlo? ¿Por qué no lo hizo?¿No llevaba el
revólver en la cintura, no lo había sacado del cajón de la barra? ¿Acaso no
quería seguir mirando con la cabeza alta a sus amigos de Ilhéus? Pese a todo no
lo hizo.”
(Jorge Amado, Gabriela, clavo y canela, páginas 225-226, 303, 380-381)
En el día de San Valentín !
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