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martes, 3 de noviembre de 2015

DOS NOVEDADES DE EDITORIAL CANDAYA



   Candaya, un pequeño sello editorial barcelonés radicado en Les Gunyoles (Aviyonet del Penedés), se caracteriza desde su fundación por ofertas editoriales, no muy numerosas a lo largo del año, en tres géneros: narrativa, ensayo y poesía, pero de indiscutible calidad. Libros que difícilmente se convertirán en best sellers, pero satisfarán en cambio las apetencias y los paladares de los lectores más exigentes. Con mimo artesanal y un ojos perspicaz para saber situar la literatura más innovadora que se escribe en España y, sobre todo, en Latinoamérica. Los lectores fieles a Candaya perciben sin dificultad la calidad de los productos literarios que Olga Martínez y Paca Robles eligen para su edición en Candaya.

   Por eso, y en una perspectiva simplemente informativa, me acerco hoy en este avance editorial a dos de las más recientes propuestas narrativas de Editorial Candaya. Más tarde la valoración crítica recorrerá de nuevo las páginas de estas dos novedades de Editorial Candaya




Invasión

David Monteagudo

Editorial Cadaya,  Avinyonet del Penedés, 2015, 189 páginas

   
 David Monteagudo nació en Viveiro, provincia de Lugo, en 1962. A los 5 años se trasladó con su familia a Cataluña. Trabajó en una fábrica de cartonaje en Vilafranca del Penedès, ajeno a los círculos literarios, aunque siempre se sintió atraído por los libros y la escritura.
   En 2009 su novela Fin fue recibida por la crítica como “una bocanada de aire fresco para las letras de este país” y  tuvo una espectacular acogida entre los lectores (más de 50.000 ejemplares vendidos).  En 2012 fue llevada al cine con ese mismo título. Desde entonces ha publicado tres nuevos libros: las novelas  Marcos Montes (2010) y Brañaganda (2011), y el volumen de relatos El edificio (2012). Sus obras han sido traducidas al francés, alemán, holandés, italiano, catalán y ruso.

 Sinopsis: “¿Estoy loco, o es el mundo el que se ha vuelto loco?” se pregunta García, un hombre discreto y más bien taciturno que trabaja desde hace años en una compañía de seguros. García, que no tiene hijos aunque vive en pareja, ha conseguido una cierta estabilidad material y emocional, y a lo único que aspira es a que le dejen en paz y nada turbe la mediocridad confortable que poco a poco se ha ido construyendo.

   García tiene las cosas muy claras, pero ahora unos extraños sucesos pondrán a prueba los fundamentos de toda su existencia. A lo largo de la novela, iremos viendo si García elude este nuevo problema, como ha eludido tantos otros en su vida, o se enfrenta a esa realidad delirante que todos parecen empeñados en imponerle. Y al final será el lector quien deba dilucidar si la de García es simplemente una crisis personal o asistimos a una transformación radical de su entorno y del mundo.



 
Tambor de arranque

Francisco Bitar

Editorial Candaya, Avinyonet del Penedés, 2015, 105 páginas

   
   Francisco Bitar nació en Santa Fe, Argentina, en 1981, ciudad en la que actualmente reside. Publicó los libros de poemas Negativos (2007), El olimpo (2009), Ropa vieja: la muerte de una estrella (2011) y The Volturno Poems ( 2015); los libros de cuentos Luces de Navidad (2014) y Acá había un río (2015); y la crónica Historia oral de la cerveza (2015).

    En el año 2012 le fue concedido el premio Ciudad de Rosario por la novela Tambor de arranque, de gran aceptación por parte del público y la crítica de su país; y en el 2013, la Beca del Fondo Nacional de las Artes. Cuentos y poemas de su autoría integran diversas antologías y  han sido traducidos al inglés y al alemán.

 Sinopsis: un matrimonio joven, al borde de la desintegración, viaja a un pueblo de provincia con la idea de comprar un auto. “Puede ser lo último que hagamos juntos si las cosas no van bien”, dice Leo, el protagonista. Y las cosas no van nada bien. Todo lo contrario. De aquí en adelante, Tambor de arranque contará varias historias a la vez: el declive final de la joven familia, la disolución existencial del protagonista y el refugio familiar por el que opta su mujer.

   Los objetos asumen en este contexto una presencia excluyente: son metáforas de las ilusiones grises, pero ilusiones al fin, propias de una época de decadencia, narrada a la manera de cuadros hasta el derrumbe final.


Francisco Martínez Bouzas

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