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lunes, 1 de diciembre de 2014

"MI ROMANCE": UNA NOVELA CAÓTICA QUE DESCRIBE EL MUNDO



Mi romance
Gordon Lish
Traducción de Juan Sebastián Cárdenas
Editorial Periférica, Cáceres, 2014, 141 páginas

    Editorial Periférica se ha propuesto ofrecer en traducción al español la obra de Gordon Lish (Nueva York, 1934). En 2009, gracias a la editorial cacereña, pudimos leer la traducción de Perú. Dos años más tarde, Epígrafe, y éste se nos brinda la oportunidad de degustar Mi romance. Gordon Lish, Captain Fiction, es conocido sobre todo por haber descubierto y publicado a algunos de los escritores más relevantes de la literatura norteamericana, por haber sido el director literario de la editorial Alfred A. Knopf y por haber podado muchos de los relatos del icono del realismo sucio, Raymond Carver. Pero todo eso son motivos erróneos, como escribe Don DeLillo. Sus verdaderos créditos que le catapultan a la fama por merecimientos propios, es el hecho de haber escrito, aunque tardíamente, algunas de las ficciones más especiales y complejas de los últimos años. My Romance (1993) es una de ellas.
   Como en Epígrafe, en Mi romance el lector se va a encontrar con una prosa delirante, preñada de interrogantes: ¿dónde acaba la ficción y dónde da comienzo la realidad? Porque Gordon Lish juega constantemente con el equívoco entre invención y mundo real. Para ello el escritor, en la voz vicaria de una narrador con el que comparte nombre, es editor en sus mismas casas editoras, ha escrito sus mismos libros, cuenta cómo trabajó para la revista Esquire, revela sus problemas con el alcohol y con la psoriasis, sus medicamentos, la enfermedad terminal de su esposa, el reloj heredado de su padre, el valor de la vendimia… Y lo hace desde la tribuna de un congreso de literatura en el que proclama que les va a contar a los congresistas una novela light que acaba de improvisar y cuya última sección se titula precisamente “Mi romance”.
   El texto de Gordon Lish es un monólogo, una historia carente de capítulos y puntos y aparte, redactada en un solo párrafo escrito para este congreso de literatos en el que “cumple” hablando a los congresistas entre los que se halla Jim Salter. El excéntrico personaje que se dirige a los escritores desde el estrado con una retahíla de historias aparentemente banales, elimina, como he dicho, las fronteras entre realidad y ficción ya que alude a personajes reales como James Salter o al crítico Denis Donoghue, y, al mismo tiempo se desnuda antes sus ficticios oyentes  y sus reales lectores, mostrándoles y revelándonos su faceta más cínica y extraña. A todo ello le llama Gordon Lish una “novela light”, mas lo que en el fondo es su texto es un relato aparentemente  improvisado, y sobre todo obsesivo, rebosante de incongruencias, reiteraciones de frases e ideas, de comentarios a primera vista “manicomiales” o tremendamente impúdicos, comicidad desvariada, engañosos trivialidades, confesiones inhumanas y sobre todo patéticas que escuchamos de la boca de un orador desaforado y que parece haber perdido el tino.
   Y sin embargo Gordon Lish no es un chiflado y su discurso que nos relata de forma desordenada escenas de su propia vida, ha de tener necesariamente un sentido que la crítica norteamericana ha sabido posiblemente descifrar: al contar Gordon Lish de esa forma tan perturbada capítulos de su vida, no solo está transmitiendo sus propios problemas con la familia, la pésima relación con su hermana, sus dificultades con la enfermedad que le obligaban a salir a tomar el sol, gracias a lo cual conoció a una voyeur que lo observaba, la relación con su padre, con sus tíos… sino algo mucho más profundo. El incoherente discurso de Gordon Lish es una metáfora del caótico desorden del mundo, indescifrable y, por lo mismo repleto de complejidad y extrañeza. Rumiar y dar voz a un cúmulo de discordancias e incoherencias personales para reflejar las incongruencias del mundo en el que vivimos.
   Mi romance no una novela ni un texto fácil -se nos advierte en la misma presentación editorial- pero tampoco es la obra de un alucinado “listillo” que abusa de la generosa cortesía de sus lectores. Así como los absurdos monólogos beckttianos transmitían claros mensajes, el caos escritural de Mi romance habla igualmente a los lectores y aquellos que sepan leer entre líneas, hallarán no solamente un bosquejo biográfico del escritor, humor negro, negrísimo, sino una parábola de nuestra vida cotidiana en la que el cosmos hace tiempo que dejó de ser tal, suplantado por la imprevisible aleatoriedad.

Francisco Martínez Bouzas

                                                    
Gordon Lish
Fragmentos

De, ésta es, creo recordar, o quizás no estoy dispuesto a admitir lo contrario, es  la primera vez en años que le pido un trago a alguien. Veréis, antes solía beberme una botella y media al día, a veces incluso dos botellas al día, una cantidad que, por cierto, supongo, me complace revelaros, pues soy un tipo bajito, como ya habréis visto, no soy muy alto que digamos, desde luego lo habréis notado, y un consumo semejante de whisky obviamente es una cosa salida de madre y bastante desproporcionada. Pero dejé de hacerlo, dejé de beber así, de hecho, dejé el whisky por completo en 1983, creo que fue ese año. Estoy casi seguro de que ese fue el año en que dejé de hacerlo, memorizar datos no es precisamente mi fuerte, cosa que mis profesores de gramática en la escuela no consiguieron comprender y menos retener sin cierta dificultad.”

…..

“Tanto en los tiempos de la azotea de Esquire como ahora que estoy en Knopf y voy a la de Picwick, la edición de los manuscritos, la corrección, todo tengo que hacerlo con los ojos prácticamente cerrados. Además, mirad cualquiera de los manuscritos en los que he trabajado cuando he tenido que trabajar en la azotea; porque muy probablemente lo que veréis, supongo, serán todos esos lugares donde mi rotulador se encuentra con alguno de los chorretones de aceite mineral, a resultas de los cual la tinta del rotulador no funciona. Y es que yo no puedo estar ocioso, creedme. Incluso ella, incluso esa mujer es testigo. O sea, testigo de que cuando yo estaba en la azotea para mi sesión de sol, mis manos siempre estaban ocupadas en algo, porque, veréis, yo siempre aprovecho mi tiempo, siempre estoy ocupado en algo, nunca estoy sentado allí sin hacer nada.”

(Gordon Lish, Mi romance, páginas 14, 113-114)

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