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viernes, 28 de noviembre de 2014

"FESTINA LENTE": INTRIGAS, LIBROS PROHIBIDOS EN UN GRAN FRESCO DE COMPOSTELA EN EL SIGLO XVII



Festina Lente
Marcos Calveiro
Traducción de Moisés Barcia
Pulp Books (un sello de Rinoceronte Editora), Cangas do Morrazo, 2014, 247 páginas.

   Festina Lente, editada originariamente en gallego en el año 2008, es la primera novela que Marcos Calveiro publicó en una colección destinada en principio para lectores adultos, aunque, hemos de reconocer que por su contenido podría ser leída igualmente por un público juvenil. Una novela que el escritor encuadra en el subgénero de la novela histórica y que pretende ser un gran fresco histórico-ficcional de la ciudad de Santiago de Compostela en la época en la que los primeros impresores se asentaron de forma definitiva en la ciudad. El título del libro (Festina lente) es un homenaje al humanista e impresor veneciano Aldo Manucio ( 1449-1515), que rotulaba sus libros con esa frase latina, cuya traducción al español viene a decir. “Corre despacio”. Con ese mismo lema, homenajea Marcos Calveiro a aquellos primeros peones de la cultura editorial gallega: constructores de libros, tipógrafos, encuadernadores, libreros que en el último cuarto del siglo XVI y en los primeros años del XVII cobran vida en los cuadernos de Ambrosio Cavaleiro, la figura protagónica de la novela.
   Una incursión pues en una época fascinante, poco conocida no obstante en la historia de Galicia, y en la que ciertos personajes jugaban literalmente su vida por imprimir o vender un libro prohibido.
   La novela aparentemente trata de imprentas, de libros y refleja el proceso de creación de un libro en un contexto de intrigas, denuncias, libros prohibidos, actuación del Santo Oficio, quema de brujas, en una ciudad pequeña, cerrada pero a la vez gran centro de poder. En este ambiente sitúa Marcos Calveiro la trama del libro. Trama que gira en torno a la figura de Ambrosio Cavaleiro, desde su adolescencia como aprendiz en un taller de encuadernación hasta su muerte.
   Un narrador en tercera persona reconstruye la historia de este adolescente, al que su padre pone en manos de Ubaldo Lauaces, encuadernador y dorador para que en seis años le adiestre en el arte de la impresión de libros. La narración prosigue con el relato de la vida de este personaje sumamente complejo y de difícil encaje en la época: un homosexual, descreído, misántropo que reniega de la vida en sociedad y se mantiene encerrado en su mundo libresco, en una ciudad doblemente amurallada como era Santiago de Compostela en aquellos años: rodeada de murallas que cuando se cerraban, la aislaban del resto del mundo, y controlada desde el punto de vista ideológico y doctrinal por la Inquisición. Una ciudad ciertamente claustrofóbica, amenazadas por pestes bubónicas, pasto de la suciedad, enfermedades, malos olores, pero sobre todo, amedrentada por los círculos opresivos del Santo Oficio. Y un submundo al que el narrador  añade su pizca de intriga, con asesinatos, circulación clandestina de libros prohibidos y la  búsqueda un oculto códice de la misteriosa cofradía de los lavancos.
   La narración de Marcos Calveiro se halla enriquecida por otros muchos elementos contextuales: la descripción de las cofradías gremiales, la lista casi  infinita de las reliquias compostelanas, regidores, notarios, arzobispos, la correlación dialéctica entre la religión y el libre albedrío, el eramismo, los luteranos, la hechicería con la quema de una bruja portuguesa, la sombra de un presunto lobishome, la esclavitud, las reatas de fanáticos perseguidores de fuegos eternos.
   Personajes reales, personajes inventados, un alto grado de veromilitud, con el empleo de un leguaje reflejo de la época -el de los “arxinas” (el idioma de los canteros). Mas todo ello en un libro de ficción histórica, no de historia, que discurre, no obstante, por sendas muy distintas de las generadas por los grandes best sellers  de la psudo narrativa histórica de los últimos tiempos, donde imposibles fantasías suplantan el trasfondo histórico. El ejercicio literario de Marcos Calveiro se aleja de esta pseudo literatura de consumo masivo y está escrita con un aliento cuyo norte es la verosmilitud en su viaje por el mundo de los libros y del conocimiento en una época de gran intolerancia.
   No cabe duda de que en la novela hay carencias, sobre todo genéricas. El papel de la mujer no traspasa los tópicos: prostitutas, barraganas, brujas o monjas licenciosas. Sin duda que en la Compostela del siglo XVII hubo no pocos personajes femeninos, ricos y complejos, que no se acomodan a esos tópicos, pero carecieron de visibilidad, de proyección pública para poder llegar a configurar la visión de una ciudad cerrada y con muchos claroscuros. Esa ciudad doblemente tapiada es en el fondo la verdadera protagonista de este ejercicio narrativo.

Francisco Martínez Bouzas


Marcos Calveiro

Fragmentos

“El día veintisiete de abril del ano de Nuestro Señor 1578 con la última luz del atardecer, Ambrosio el aprendiz, después de una larga y polvorienta jornada por caminos y veredas, llega unos pasos por detrás de su maestro a las viejas murallas de Santiago que, construidas antaño por el excomulgado obispo Cresconio, de la poderosa familia de los Traba, parecen hundirse en la tierra seca como las raíces de un árbol milenario. Cansado, y con sus pies llenos de ampollas por aquellos zapatos nuevos comprados por su padre antes de partir de la villa de los Andrade, el muchacho queda asombrado con el espectáculo que se le presenta ante los ojos abiertos de par en par. Ante todo aquel nuevo y sorprendente bullicio que lo  rodea, no sabe dónde posar su curiosidad, que se apresura saltarina de un rincón a otro como un perrillo espoleado por su dueño en busca de la presa huidiza que se esconde en el matorral.”

…..

“Al atardecer, la ciudad permanece cerrada con sus nueve puertas y postigos bien atrancados, pero esta vez el aroma del laurel y del romero quemado para contrarrestar los aires perniciosos no invade sus calles pestilentes. Una epidemia peor que el mal de bubas y nacidas ha anidado en los corazones de los habitantes de Compostela y no hay ungüento, pócima o cuarentena para remediarlo. Una peste silenciosa recorre los mercados, los soportales, los pazos y las mancebías: el miedo. Nadie habla de su causa, mas todos saben que fuera de la cerca cerrada a cal y canto, en las laderas ásperas y sombrías de las colinas, está su origen y los vecinos tiemblan horrorizados cuando oyen a lo lejos los aullidos del anochecer.”

…..

“A comienzos del año de gracia 1600, los vecinos de Compostela aún miraban desconfiados y recelosos a los esclavos negros y mulatos traídos de tierras brasileiras, a donde habían llegado sus ancestros en los barcos negreros de los portugueses desde las cosas de África para cortar la dulce caña de azúcar. Se decía que incluso el singular obispo Fonseca había tenido dos a su servicio en el palacio epicopal, uno parduzco, de nombre cristiano Francisco, y otro mulato llamado Pedro, cuyas acrobáticas hazañas en los jergones de hoja de maíz son legendarias en las calles y aún recordadas por las lumias de las mancebías en los melancólicos y  ociosos días de la Semana Santa, cuando sus habituales y viciosos clientes se ponen el hábito y la capucha de su cofradía para acarrear los pasos o sostener la cera en las procesiones nocturnas, procurando provisoria penitencia para sus libidinosos y diarios pecados.”

(Marcos Calveiro, Festina Lente, páginas 23, 95, 107)

2 comentarios:

  1. Me parece de sumo interés, amigo. Una obra sin edulcorantes facilistas, una especie de crónica de época donde la ficción puede muy bien haber sido realidad. Un abrazo y gracias.

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  2. Un relato que sabe enganchar al lector....

    Saludos

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