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miércoles, 26 de noviembre de 2014

"LAS BELLAS EXTRANJERAS": UNA MORDAZ DISECCIÓN DEL MUNDO LITERARIO



Las Bellas Extranjeras
Mircea Cărtărescu
Traducción de Marian Ochoa de Eribe
Editorial Impedimenta, Madrid 2014, 249 páginas

   No obtuvo el Premio Novel 2014 al que era candidato según sus editores, pero sí y con este libro, el Premio de Narrativa Euskadi de Plata, concedido por una entidad de menos empaque que la Academia Sueca, aunque no por ello menos informada: el  Gremio de Libreros de Guipuzcoa. Me refiero a Mircea Cărtărescu, (Bucarest, 1956), poeta, narrador y ensayista y, sin ninguna duda, el escritor rumano más conocido internacionalmente, en especial desde que se consagró con Nostalgia (1993), Lulu (1994) y Orbitor (1996-2007), una trilogía de tema onírico, posiblemente su obra más madura. Su última obra en narrativa, Las Bellas Extranjeras, tres relatos publicados en formato folletín, que aparecieron originalmente en una revista rumana y el tono de los mismos, basculante entre el humor y la autoironía, la hace distinta de lo publicado hasta entonces por Mircea Cărtărescu que, en una nota que precede la edición rumana, avisa a sus compatriotas “de carácter más solemne que utilicen su tiempo libre de un modo más adecuado” que en la lectura de estas tres historias, rotuladas con el título de la segunda. El lector también se enfrenta, -lo avisa expresamente el escritor- con tres relatos que derivan sutilmente hacia lo cómico, lo burlesco e incluso hacia lo grotesco.
   En estos tres relatos Cărtărescu hace gala de sus dotes de brillante cronista de peripecias surrealistas de las que el propio escritor es protagonista, testigo o espectador privilegiado. A Cărtărescu no le importa reírse de si mismo al dar cuenta en sus tres relatos, rebosantes de humor negro, de tres episodios por él vividos en su condición de escritor. Porque los tres relatos que le dan cuerpo al volumen, parten  de anécdotas o sucesos autobiográficos, aunque se hallen distorsionadas al hacerlas transitar por los caminos del humor negro y de la mordacidad.
   “Ántrax” es el relato que abre el volumen. En el mismo, haciendo gala de una gran ironía, Cărtărescu relata como, en plena paranoia del 11 de Septiembre recibe un sobre sin remitente, aunque enviado desde Dinamarca, que aparentemente contenía ántrax. Después de arrojar el sobre a una papelera, lo recoge de nuevo y decide llevarlo a la policía para que investiguen su contenido y confirmen, sobre todo, si hay presencia de ántrax. Pero tanto él como su esposa son de inmediato víctimas de peripecias sin sentido en lucha con la burocracia gubernamental, con un desenlace absolutamente insólito. Lo cómico y lo demencial se dan cita en este relato.
   El segundo relato anuncia ya en su subtítulo pistas sobre su contenido: “Las Bellas Extranjeras (o Cómo me convertí en un escritor adocenado”). Es con mucho la pieza principal de este volumen. “Las Bellas Extranjeras” es el nombre  atribuido  a un grupo de doce escritores rumanos, entre los que se halla el propio Cărtărescu, que son invitados a realizar un viaje por Francia para dar a conocer el momento presente de las letras rumanas. El relato es una genial e irónica caricatura de la vida literaria. Viajes por Francia, descripción sin ningún pudor de las pugnas y puyazos entre escritores. Así como una visión también mordaz, pero sobre todo realista del mundo literario francés e incluso de los campesinos del Pirineo y los simplistas estereotipos que tienen de los rumanos. Una destornillante colección de tópicos, triquiñuelas y envidias. Pero sobre todo una disección realista de la figura del escritor, que interpreta con exaltada dignidad la cultura de su propio país, aunque lo que subyace sea una supina ignorancia, hábilmente enmascarada.
   El libro se cierra con el relato “El viaje del hambre” Un pequeño diario de autoficción en el que el escritor nos cuenta de una forma descarnada y cruel un viaje  que, en los años ochenta, los años gélidos del comunismo, realiza a una remota localidad rumana, invitado por un amigo, el poeta local para una lectura de poemas. Cărtărescu vive una experiencia absolutamente descarnada y esperpéntica, con una pésima organización, un fiasco la lectura de poemas, los anfitriones, una banda de descerebrados que no tienen reparo  en  incluir, en un periplo que tiene mucho de road movie, la visita a una prostituta como pago de los honorarios del poeta invitado.
   Un libro pues que nos permite descubrir el envés de Mircea Cărtărescu. El escritor sólido, calificado como posmoderno, que rechaza explícitamente las técnicas realistas y le da cabida en su obra a lo poético, a lo surrealista y a lo onírico, abandona en estos tres relatos todo aquello que le hace ser deudor de Kafka, Musil, Joyce, Borges o Cortázar, para hacernos llegar, en un tono realista, tres episodios del presente y del pasado de Rumania, relatados con una desenfadada prosa satírica. Vivencias personales muy divertidas en cuyo relato el escritor se despoja de todo su pudor y es de sí mismo el primero del que se ríe.

Francisco Martínez Bouzas


Mircea Cartarescu

Fragmentos

Era la época de la histeria del ántrax. Unos criminales desconocidos habían enviado, poco después del desastre del 11 de septiembre, unos sobres con ántrax a la Casa Blanca, al Pentágono y a otros lugares del mundo. Habían muerto varias personas -sobre todo trabajadores del servicio de correos- y mientras tanto los terroristas seguían en el anonimato. En televisión no dejaban de repetir lo peligroso que era el ántrax, lo fácil que era conseguirlo, de qué modo se mezclaba con otras sustancias para hacerlo más volátil y así poder propagarlo con más facilidad…Bastaba con inhalar una sola vez así un sobre así y…eras hombre muerto. Además la muerte por ántrax no era en absoluto feliz: se te encharcaban los pulmones y morías por asfixia, lentamente tras varias horas de agonía.
No era como para tomárselos en broma. Aquella invitación del estornudo se me antojaba ahora una alusión de lo más clara. ¿Cuándo estornuda alguien? Cuando aspira un polvillo, unas partículas…Ya había sucedido en Bucarest algo parecido. Alguien encontró en una alameda de Cismigiu un polvo blanco y alertaron a la policía. Se presentó el alcalde en persona, un antiguo oficial de la marina que se puso a cuatro patas, cogió un poco de polvo con un dedo, se lo llevó a la lengua y se incorporó decepcionado: «¡Esto es solo harina, hombre!»

…..

“Leí algunos fragmentos de mis textos. Mury leyó unos poemas, luego siguieron las preguntas habituales con que nos topamos a lo largo de todo nuestro periplo francés: «¿Tienen bibliotecas en Rumanía?» «¿Utilizan teléfonos móviles?»  «¿Hay editoriales en Rumanía?» «¿Tienen agua corriente en el baño?» y otras similares. En un determinado momento, Mury no pudo aguantar más y, orgulloso como uno de los dacios de la columna de Trajano, se levantó y dijo: «Mais nous ne sommes pas des sauvages, madame!»

…..

“No te muevas. Dime qué esta pasando aquí. ¿Adónde vamos?
Ciubotaru sitió que la broma había ido demasiado lejos. Tenía que darme una explicación
-Entrad vosotros, que os seguimos enseguida -les dijo a los demás mientras nosotros nos retirábamos hacia el panel de buzones.
El fuego del mechero rugió de nuevo y vi, junto  a mi rostro el bigote conspirativo del escritor.
-Verás, hombre…Aquí vive una chica muy guapa, se llama Lili. La conocemos todos porque solía venir al cenáculo…Que sepas que lee, no es una chica tonta…Y cuando decidimos invitarte…¿qué se nos ocurrió? El chaval es joven…escribe bien…poemas de amor...esas cosas…¿entiendes?
Una extraña sospecha se coló en mi alma:
-¿Me habéis traído de putas? -le pregunté con un tono glacial.
El prosista permaneció en silencio, tragó en seco y solo un rato después recuperó la voz. En la oscuridad del portal, alargada temblorosamente por la llama del mechero, nos mirábamos a los ojos, a la hora de la verdad,  como Dimitri Karamazov y el padre de Zosima.
-Venga, no te lo tomes así…Quédate aquí, calentito, y nosotros seguimos nuestro camino. Te recogemos mañana al mediodía. Ya verás tú cómo te apañas con la chica. Si quieres hacer algo, bien, y si no…Estáis en la cama y os recitáis poemas. Todo está pagado de antemano, ¿sabes?, puedes hacerlo…
-Mira, yo no me quedo aquí con la tipa esa.
-Pero ¿por qué hombre? Está todo arreglado…
-Que no me quedo. Me vuelvo al coche. Llevadme otra vez a Băcău!
Ciubotaru analizó la situación durante un instante.
-De acuerdo –dijo-, no te quedes, estás en tu derecho. Te digo yo que no volverás a estar con una tía así en tu puñetera  vida. Ten en cuenta que lee…me ha leído incluso a mí…Pero como tú quieras. Entramos solo un poco a calentarnos, nos tomamos un cafetito…ya verás que maja es Lilica. No tienes que…”

(Mircea Cărtărescu, Las bellas Extranjeras, páginas 15-16, 142, 230-231)

2 comentarios:

  1. Qué bien disecada la obra con unos pocos bisturetazos al meollo del argumento, amigo. Me arruinaré seguramente si acabo adquiriendo todas esta obras que reseñas con tanta garra. Te agradezco mucho la confianza que me regalas de que la literatura se mantiene saludable y en marcha con los tiempos, amén. Un abrazo fuerte.

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