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miércoles, 24 de abril de 2013

"LAS MÉDULAS": FORMAS DE ESTAR EN EL MUNDO



Las Médulas

Silvia Bardelás

Traducción de Carmen Pereiro

Pulp Books, Cangas do Morrazo, 2013, 256 páginas.





   Pulp Books es un pequeño sello editorial perteneciente a Rinoceronte Editora, nacido con la finalidad de dar a conocer la literatura gallega, especialmente la narrativa, más allá de las fronteras de Galicia. Lo hizo primero con traducciones al castellano y lo hace ahora también con  versiones al catalán de dos piezas narrativas, una de Iolanda Zúñiga y otra de Diego Ameixeiras. Un paso más al que se suma la traducción al castellano que acaba de hacer Carmen Pereiro de As Médulas de Silvia Bardelás.

   Las Médulas es una novela con un alto grado innovador, tanto en su forma como en su contenido. La novela de Silvia Bardelás reniega de las concepciones canónicas a la hora de narrar y en ella no falta el vanguardismo ni la experimentación. Por eso mismo, su lectura exige lectores activos que no quieran ver un obstáculo para la lectura ni en la disposición del texto, sin capítulos, prácticamente sin puntos y a parte, aunque sí con muchos epígrafes, y sobre todo en el contenido narrativo que va creciendo entre las fronteras de la literatura y de la filosofía. Ignorar estas nuevas sendas de narrar, posmodernas o experimentales, equivale a desconocer que el mundo se mueve constantemente hacia alguna parte. La literatura y las demás expresiones artísticas no tienen más remedio que acompañarlo.

   Debemos pues leer esta novela de Silvia Bardelás teniendo presente lo que afirma un reputado estudioso de la narratología: la novela es el reino de la libertad, libertad de contenido y de forma y es por naturaleza proteica y abierta. No metamorfosea  ciertamente Silvia Bardelás el carácter novelesco de su propuesta narrativa, pero es preciso reconocer que la autora asume riesgos tanto con el contenido como con la manera de plasmarlo. La escritora nos sumerge en las vivencias y preguntas de dos parejas que viven un profundo desencuentro, emotivo y relacional. Una verdadera crisis existencial recorre los latidos vitales de la que forman Sara y Juan. Su afectividad no había crecido todo aquello que debería haber medrado y por eso se sienten muy alejados. La otra pareja, la formada por Flora y José, provienen del mundo de la emigración y, sobre todo el personaje femenino, una musulmana a la que el mundo le había incluso cambiado el nombre para poder hacerle un hueco, es una mujer profundamente inadaptada. El azar hace que se encuentren en Voces, una pequeña aldea muy próxima a Las Médulas. Y allí, en ese paisaje idílico, pero que también actúa como una muralla envolvente (las paredes- montañas de Las Médulas cortan el infinito), intentan llevar a término el proceso de revisión de sus vidas, lo que obliga a Sara a abandonar la casa y a hacer un viaje.

   El relato de sus experiencias vitales con la recuperación del pasado en continuas analépsis que influye en el presente, constituye el argumento de la novela. Lo que acontece en esas semanas de convivencia es insignificante. Incluso el adulterio, narrado de tal forma que el lector apenas lo percibe, es algo circunstancial, irrepetible y no dispara ningún drama.

   Para mi gusto, Las Médulas es una buena muestra de la novela introspectiva, cimentada en claras e innegables transferencias filosóficas. Sin abusar de la intertextualidad con pensadores -las únicas citas son breves referencias a Maslow, Heidegger y Sartre- me atrevería a decir que Las Médulas es una de las novelas más filosóficas, quizás la más existencial, de la literatura gallega. Actuando como portavoz omnisciente de las conciencias de los personajes, la narradora relata formas de estar en el mundo, reflexiona sobre el orden para volver a la realidad, sobre el peso del destino, sobre esas reglas que tiene la vida y que no conocemos, pero que no por eso dejan de funcionar inexorablemente. Una reflexión especialmente sobre la crisis existencial, la angustia y las posibles vías para salir de la misma.

   Con relación a los aspectos formales de la novela, resaltaría en este comentario el carácter poliédrico de la narración, el juego narrativo con personajes modelados que evolucionan hasta el punto de que su evolución se convierte en la esencia de la novela. Y de manera muy significativa, la apuesta de la autora por el lenguaje que confluye en una minuciosidad descriptiva, a veces incluso hiriente e insultante. Hay sobreabundancia  de descripciones de objetos y acciones hecho que invita a comparar la escritura de Silvia Bordelás con la de los autores del “Nouveau roman”. Pero a diferencia del objetivismo de Robbe-Grillet y compañía, en la escritura de Silvia Bardelás, el lector puede entrever horizontes estéticos y axiológicos y no es la nada la destinataria de su discurso.



Francisco Martínez Bouzas







Silvia Bardelás

Fragmentos





“Lo que le gustaba a Juan de Sartre era el reconocimiento de la responsabilidad del hombre, colocarlo en su humanidad, darle un lugar, limitarlo, eres libre chaval, por lo tanto, limitado. Eso ya lo pone él, cree lo de limitado, no se acuerda exactamente de la teoría de Sartre, sí de la sensación que producía la palabra libertad mirando al otro lado de la ventana cuando empezaba la primavera. El mundo por descubrir, entonces nunca se le habría podido pasar por la cabeza que la libertad era una limitación, la libertad era salir y sentir, quedar, estar sin padres, leer, escuchar música, mañana quedamos y te escucho, escucho lo que me puedas contar sobre el mundo con tu piel blanca y tu pelo negro y tus ojos azules y tus pecas en la nariz.”



…..

  



 “Siente dentro, siente fuera, solo pensar en él, no necesita nada más, eso es lo que alimenta la situación. Y si se fue, si lo dejó allí tumbado y lo tapó bien y colocó el embozo de la cama para que le resultase más fácil moverse dentro y no encendió la luz y dejó una toalla limpia para que pudiese ducharse nada más levantarse y dejó un vaso de agua en la mesa de esa habitación y recogió la ropa y la metió en el armario para que ningún elemento distorsionase el momento, si pudo verlo desde la puerta y desear estar a su lado y aún así irse, fue porque él necesita descansar, ahora puede descansar. Antes de quedarse dormido, le pasó la mano por detrás y sintió las gracias, eran gracias y se quedó dormido, así que Flora tiene la sensación de haberse portado bien, ha conseguido que alguien inquieto, más que inquieto, perdido y enfermo, pudiese descansar y eso solo lo puede hacer ese sentimiento que la domina, que ella dice, sigue, por favor, sigue, porque aunque no sabe que se puede ir porque nunca lo ha tenido, tiene la sensación de haber entrado en otro mundo, el de verdad, quiere quedarse siempre así, sabe que ese sentimiento es la verdad, la bondad y la belleza porque todo le parece bonito, y porque cuando el chico se quedaba dormido en la habitación y el sol se había ido y era el último momento del calor malva al fondo, quiso volver a su casa y darle de cenar a José…”



(Silvia Bordelás, Las Médulas, páginas 1001, 132-133)

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