La enfermedad del lado izquierdo
Esteban Gutiérrez Gómez
Editorial Eutelequia, Madrid, 2011, 107 páginas.
Otra editorial independiente, llegada del este con “el buen propósito” de aunar arte, filosofía y narrativa, todavía con una parca carta de navegación, pero con un futuro prometedor porque edita de forma exquisita, nos acerca a la narrativa de Esteban Gutiérrez Gómez, un “ser disociado” que publica poesía bajo pseudónimo, imparte talleres literarios y siente simpatías por cuentos escritos por rockeros. La enfermedad del lado izquierdo es su tercer libro. Una novela breve estructurada en dos partes (Morbus e Medeor), que el paratexto diferencia mediante un cambio de numeración de los capítulos: creciente en la primera, decreciente en la segunda.
Una voz testimonial en primera persona narra lo que aparentemente se nos presenta como una pequeña odisea: un viaje de ida y de vuelta de un hombre común, anodino, manipulable. Desde un cuchitril en una buhardilla desde la que avista en el horizonte la montaña azul, el protagonista nos hace partícipes de su particular caída, su descenso y su encierro en la jaula que le prepara su mujer nada más casarse. Convive durante años junto a una mujer desconocida y a unos hijos-pájaro. Norma, la mujer, le reprocha constantemente y en un cuaderno de hule azul, marca las normas: decide los hijos que van a tener, los coitos anuales (once en todo el año), las horas de la ducha, las veces que se tendrá que afeitar por semana. Todo programado. Él intenta hacerse insumiso y buscar resquicios, pero en el fondo traga con todo, guardando una mudez sacramental. Sin más azul que el de las inalcanzables montañas, su camino por la vida es un dejar de ser, una caída en la rutina, una vida gris que se somatiza en progresivas dolencias en el lado izquierdo de su cuerpo.
Esteban Gutiérrez Gómez |
Y cuando todo parecía perdido, encuentra el otro lado de la montaña, comienza a romper las cadenas y a ser lo que debería haber sido, anunciado desde el principio por la cita de George Eliot (“Nunca es tarde para ser lo que deberías haber sido”). Es la cura, el tratamiento de una enfermedad según las reglas, en cuyo proceso juega un papel fundamental la figura de otra mujer, África, símbolo de la naturaleza, de la fuerza sanadora del amor. De este modo, este personaje al que una existencia deshumanizada enferma la parte de su cuerpo que aloja el corazón, irá descubriendo el verdadero sentido de la vida: la amistad, el amor, el compañerismo e incluso una nueva relación con sus hijos.
La novela, sobre todo en esta segunda parte, es una huida del mundo artificial, de la locura financiera, del consumismo desaforado, de la vida esclavizada por reglas que no son las emanadas de la naturaleza. Y un canto a la positividad, a los saltos hacia el futuro, a los viajes hacia lo desconocido. Una búsqueda de la felicidad en culturas ancestrales, en su espiritualidad. En definitiva, otra filosofía de la vida: aquella que nos dice que la verdadera sabiduría se encuentra dentro de uno mismo. Y en buena medida, sobre todo para aquellos que son fieles al curso de la materia, esta novela es también una deriva hacia realidades que se sitúan entre la magia y un cierto misticismo laico. Una mística alienación en la que Esteban Gutiérrez Gómez sumerge al lector por medio de una prosa límpida, ágil, vaporosa, dispuesta en capítulos cortos que se leen con suma facilidad.
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