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martes, 13 de diciembre de 2022

LA GRAMÁTICA ALUCINADA DE EGON SHIELE

En la cuerda floja de lo eterno              

Carla Carmna

Acantilado, Barcelona, 146 páginas.

 

   

 

    Por cortesía del departamento de prensa da la casa editora Acantilado puedo disfrutar hoy de esta profunda interpretación de la obra de Egon Shiele. Pienso que tanto la editorial como la analista son las apropiadas para abordar la obra de Shiele, la gramática alucinada del pintor expresionista vienés. Acantilado que nos tiene habituados a monografías ensayísticas en general de gran calado, y Carla Carmona (Sevilla, 1982), doctora en Filosofía y profesora de la Universidad de Extremadura, especializada en la Viena finisecular, estudiosa de Egon Shiele, del pensamiento de Wittgenstein, de su dimensión estética y editora de la revista Egon Shield Jahrbuch.

   En este lúcido y complejo ensayo, Carla Carmona no solo analiza el devenir vital de Egon Shiele, comenzando por sus sueños y tendencias de niño que mostrará a lo largo de su obra pictórica y poética, sino que intenta buscar analogías entre la obra artística del pintor vienés y la poesía, igualmente expresionista del poeta Georg Trakl, su poesía falsamente inclinada por Heidegger hacía una sacralización de la presencia, un poeta de la llamada por Badiou “la edad de los poetas” y que sostuvo que el pensamiento está siempre bajo el imperativo visible de la muerte. Y lo mismo hará con el pensamiento de Ludwig Wittgenstein y la relaciones que establece entre ética, estética y filosofía.

  Shiele que dejó poco hueco para las construcciones humanas, y le prestó la máxima atención a la figura humana, muchas veces desparramada, a sus ropas, mas en la antípodas de Gustav Klimt, aunque parecieran sacos; y que a los poderosos y acomodados trató como a las modelos más pobres, mitad momias, mitad arañas. Es el caso del retrato de la señorita Friederik Marie Beer..

   En 1910 Shiele encuentra su propio camino, liberado de la influencia de Klimt. Pintó tumbas, los ojos de su padre tapiados ( cuadro “Ermitaños” de la portada), y a la muerte la cargó de connotaciones sexuales y de una tonalidad esquizofrénica que marcaron su obra. Y a la par de la muerte, el agua. “Todas las ciudades-agua que retrató Shiele son estampas de la muerte” afirma Carla Cardona. Todo en su obra, ríos incluidos, está muerto. Quizás esa omnipresencia de la muerte en la obra de Shiele se puede entender como el duelo de su propia muerte, de su muerte en vida. Sus figuras alienadas parecen marionetas desarticuladas. Logró así mismo representar la alienación mediante muecas devastadoras.

   Analiza la autora las relaciones entre Shiele con Wittgenstein y Trakl. Wittgensteis en el Tractatus lógico-philosophicus estableció la diferencia entre lo que puede ser dicho y lo que no, mostrando un abismo insalvable entre lo que se puede decir y lo que solamente puede ser mostrado. La obra de Shiele muestra además de decir, en un sentido similar al de Wittgenstein. El pintor austriaco, con sus recursos pictóricos, es capaz de comunicar contenidos específicos. Y logró mantener el equilibrio wittgensteniano entre lo dicho y lo silenciado, con excepción de sus obras estrictamente ponográficas -si es qe de pronografía se puede hablar en arte-. También es preciso reconocer que en ocasiones, especialmente en el arte de lo feo, no supo callar lo suficiente. Sin embargo, la sintaxis de Shiele matuvo en general la ilusión, el secreto de las cosas. Hubo ocasiones en la que Shiele no renunció  a lo indecible, como aconsejaba Wittgenstein. Y esto aparece sobre todo en los autorretratos. Obras hay en las que Shiele trata de captar el proceso creativo al completo: la modelo o lo que tenía a la vista y a sí mismo dibujándolo.

 

 

                                          

                                       Carla Carmona
 

   

  Con respecto a Trakl se han mostrado problemas entre la visión de la naturaleza y la representación de la muerte que aparecen en la pintura de Shiele. Son múltiples los parecidos vivenciales entre ellos. En los poemas de Trakl hay luz y muerte, con ideas suicidas que le persiguieron durante toda su vida. Según Carla Carmona, Shiele y Trakl fueron dos artistas vueltos hacia dentro, que solo pueden mirarse a sí mismos. Pero hay más detalles que les acercan: los paisajes de Trakl, igual que los de Shiele, están cargados de luto, como los paisajes de su memoria. Los paisajes urbanos del poeta como los del pintor se hallan desiertos. Y también muertos los corazones que los habitan, las iglesias y los sacerdotes. Muchos cuadros de Shiele -el paradigma puede ser “Ermitaños”- son lugares desolados.

   Pocos artistas, o quizás ninguno, se esforzaron tanto por pintar la muerte como hizo Shiele. Pintaba poco antes de morir, pinturas pues de memoria para impedir el olvido. Un mausoleo familiar para sí mismo.

   Todo esto y mucho más en este ensayo profundo, sin lagunas que nos ofrece las claves para entender a Egon Shiele, mucho más que un simple pintor expresionista.

Francisco Martínez Bouzas

 

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