Enrique IV
Luigi Pirandello
Traducción de Alfonso Grande y Manuel Bosch Barret
Ediciones Irreverentes, Madrid, 88 páginas.
(Libros de siempre)
Castillo de Canosa, enero de 1077, durante tres días y tres noches con los pies descalzos enterrados en la nieve, vistiendo una sayo de penitente, Enrique IV, el emperador salio, imploraba con fingida humildad y astucia raposera, delante de Gregorio VII, la revocación de la excomunión que le había sido impuesta por haberse atrevido a deponer al pontífice romano en el Sínodo de Worms; y proclamar que el poder imperial proviene directamente de Dios y al papa le corresponde ser báculo del emperador. Hugo de Cluny y la gran papista Matilde de Toscana consiguen ablandar al papa.
Al año siguiente, Enrique IV comienza de nuevo las luchas contra el papa Hildebrando y se suceden los acontecimientos: el gesto del papa que reconoce al anti rey Rodolfo de Suabia, el Sínodo de Brixen, la designación del antipapa Clemente III, la conquista de Roma y el sitio de Gregorio VII en Sant’Angelo, que morirá desterrado, viendo como sus concepciones del mundo como civitas Dei y del papa como supremo señor feudal quedaban arruinadas. Son años cruciales para la tradición cultural, social y religiosa europea. Los tiempos del carácter bárbaro del gobierno imperial, la mundanidad y corrupción del clero, al que precisamente en estas fechas se le niega la vida matrimonial, los tiempos de la simonía y de la lucha de las investiduras.
Luigi Pirandello
Personajes y eventos dramáticos y melodramáticos en busca de autor. Un autor como Luigi Pirandello obsesionado por los problemas que giran en torno a a la personalidad, a la locura, debido al dilema humano de escoger entre la ilusión engañosa y el baldío desasosiego racional, con un motivo predilecto: el “teatro del teatro”. Porque el protagonista, como consecuencia de una enfermedad cree ser Enrique IV, el monarca germano, y el resto de los personajes le siguen la corriente. Después de doce años recupera la cordura, pero opta por fingir no haberla recobrado. Finalmente el protagonista queda encerrado en sí mismo detrás de la máscara del alemán, llevando una vida que representa el engaño.
No obstante, no será el acontecer histórico ni esta cantidad personajes verdaderamente dramatizables el objeto del virtuosismo teatral de Pirandello, sino los problemas de la locura y sus disfraces. La figura de Enrique IV -paradigma del fingimiento, maestro del engaño- únicamente es la escusa del autor para teatralizar el drama de un hombre que verdaderamente loco a causa de una caída de un caballo, al recuperar la cordura, se ve obligado a disfrazarla de delirio para poder soportar las carnavaladas de sus acompañantes que representan los papeles con los que consideran seguir el juego de la locura de quien, en la noche de su cerebro, creía ser Enrique IV y que al final se dará cuenta de que la demencia, a la fuerza y para siempre será su destino y que los locos tienen la felicidad de no razonar.
Francisco Martínez Bouzas
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