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domingo, 16 de enero de 2022

UNA NOVELA CUYO PRECIO ES LA PRISIÓN

La república era esto

Alaa Al Aswani

Traducción de árabe por Noemí Fierro

Editorial Anagrama, Barcelona, 2021, 495 páginas.

 

  

 

 

   La república era esto” es la traducción al español del libro del escritor egipcio Alaa Al Aswani,  Jumhurriya ka-anna (Beirut, 2018). Una obra censurada en Egipto, el país natal del escritor y en otros países árabes. La novela se centra en la revolución egipcia de enero de 2011 en la plaza Tahir. “El régimen de Egipto no puede tolerar una novela como esta porque es un espejo en el que vemos la dictadura, no solo en su aspecto político, sino también en el social y familiar”, escribe Alaa Al Aswani, residente actualmente en Estados Unidos, puesto que su regreso a Egipto significaría de inmediato su encarcelamiento..

   Alaa Al Aswani (El Cairo, 1957), criado en una familia de intelectuales cercanos a la izquierda, alcanzó la fama, sobre todo en el mundo árabe, en  2002 con su novela El edificio Yacobián, traducida a muchos idiomas, incluidos algunos minoritarios como el gallego. Otras obras suyas han sido traducidas en España.

   Me centraré primero en los antecedentes. En febrero de 2011, el quinto presidente y dictador egipcio Hosni Mubarak dimite de su cargo tras décadas controlando con mano férrea el país del Nilo. Una renuncia provocada por “la revolución de los jóvenes” que, en múltiples manifestaciones solicitaban el cese del dictador; manifestaciones a las que acudieron centenares de miles de personas, concentradas en las calles del país y especialmente en la plaza Tahir. Entre los millares de asistentes a aquellas manifestaciones se encontraba Alaa Al Aswani. Un mes más tarde, en un plató de televisión, se encontraba el primer ministro Ahmed Shafik y entre los contertulios Alaa Al Aswani. Tras elogiar el primer ministro el carácter dialogante del nuevo gobierno, Alaa Al Aswani le interrumpió con esta escueta pregunta: “¿Y los mártires?”, refiriéndose a los incontables manifestantes fallecidos a manos del ejército. Al Aswani lanzó dardos como nunca se habían visto en la televisión egipcia: “¿qué piensas de la gente que fue asesinada?”, “ Qué hay de las mil doscientas personas que perdieron su ojos?”. El primer ministro, tras haber perdido la compostura, dimitió al día siguiente.

   Desde entonces Alaa Al Aswani, que ya era el escritor egipcio más conocido, se erigió en el gran defensor de la revolución que ocupó la plaza Tahir. Las manifestaciones siguieron activas durante dieciocho días.

   La república era esto relata lo que ocurrió en aquellos días de la revolución de los jóvenes,  a través de la existencia y vicisitudes de varios personajes ficticios, que, sin embargo, son el reflejo de los diversos perfiles de la sociedad egipcia. El libro narra, en efecto, a través de capítulos alternos, la diversa suerte de diversas personas, situados a favor o en contra de la insurrección durante la revolución.

   

 

                                              

                                             Alaa Al Aswani

 

     Al Aswani ensambla o entrelaza los destinos de una docena de personajes: Asma, una joven profesora de inglés que reniega del velo y que representa el sufrimiento del que fue y es víctima la mujer egipcia; una estudiante de Medicina cuyo padre trabaja en los servicios secretos del régimen, y su compañero de facultad, una desconcienciada presentadora de la televisión, un ingeniero inmerso de lleno en labores sindicales; el responsable de una fábrica que había soñado ideales revolucionarios en la década de los setenta, un actor copto adicto al hachis y que está convencido de que Dios lo envió para soportar la estupidez de otras personas; su esposa que lo detesta.

   Al Aswani narra sus vidas de forma paralela, resaltando la sensación de incertidumbre, el cambio que se ve venir, el optimismo alicaído. Novela salpicada de gotas de cinismo, y chaparrones de violencia y torturas por parte de los militares. Y una amargura omnipresente ante la impotencia de que el pueblo egipcio se revele de verdad porque se halla sometido al poder, a unos gobernantes considerados divinidades ya  desde la ápoca de los faraones. La diatadura de Abdelfath El-Sisi así lo confirma. Así pues una novela imprescindible para entender la primavera árabe y cuyo precio sería la prisión de su autor.

 

Francisco Martínez Bouzas


 

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