Flaubet for ever
Marie-Hélène Lafon
Tradución de Lluís Maria Todó
Editorial Minúscula, Barcelona, 2020, 70 páginas.
Es un verdadero deleite, difícilmente explicable o inexplicable el gozo que lectores como yo sentimos al ver renacer y florecer una brevísima colección de libros como es “Micra” de la editorial barcelonesa Minúscula, que con admirable perseverancia dirige Valeria Bergalli. El tópico “Small is beautiful” lo pequeño es hermoso” se cumple en este libro de apenas setenta páginas de forma difícilmente igualable. Flaubert for ever. Sí, Flaubert a caballo, guapo, joven, glorioso, fulminado a los diecisiete años sigue siendo inagotable.
Por eso la autora, Marie-Hélène Lafon lo elogia hasta límites insospechados: “Comérselo. Comérselo de memoria. A tragos cortos. Sólidos. A chorros (…) asaetarlo, soltarlo, a los amigos, a las amantes. A los alumnos”. Pero sobre todo a los lectores porque Flaubert es el centro. Y no es suficiente conocer a Flaubert por la película de 1949: “Madame Bovary c’est moi”. Fue Costumbres de provincia el título original que más tarde será conocida como Maame Bovary. Y cinco años de árdua y penosa escritura los que le convierten en el escritor alejado del reconocimiento y que prioritariamente entiende la escritura como arte, “como la nueva tabla de salvación”, como se ha escrito.
El éxito le empujará a emprender nuevas novelas aunque fue un escritor parco en publicaciones: la segunda versión de Las tentaciones de San Antonio que había caído en el limbo, Salambó o la Educación sentimental, quizás su obra señera y definitiva, en la que ridiculiza la vulgaridad, las tonterías contemporáneas y la fe acrítica en la técnica y en la ciencia. Por eso ganó un lugar de honor para el futuro.
Nacido en Ruán en1821, es cronológicamente el tercero de los grandes novelistas del realismo frunces, tras Stendhal Y Balzac. Y entre los tres, el mayor perfeccionista. Sus viajes, a parte de perfeccionar su sentido estético, representaron el gran papel del aprendizaje como escritor, debido al valor que concedía a la observación de la realidad. La inspiración no era su aliado, lo era su trabajo tenaz puliendo su prosa lo que hizo grandes sus obras. Es tal el perfeccionismo de la escritura de Flaubert que la autora confiesa que no puede escribir cuando está leyendo a Flaubert; o no puede leer a Flaubert cuando escribe..
Marie-Hélène Lafon
Y Marie-Hélène Lafon nos habla de la madre, del padre, una verdadera oquedad. Non concluirá la carrera de derecho, pero viaja a Italia con la familia, en viaje de bodas que no son las suyas. Su manera de estar en el mundo fue aguantar, soportar los muertos y las desgracias.
Y así, con un estilo de prosa entre lo fantasioso y el realismo, la autora se sumerge en las interioridades de un escritor que no alcanzó el éxito con una sola novela, aunque esta es una joya de la literatura universal. Nos habla de su cuerpo, de su miedo a ponerse barrigón con treinta años de su vida, con sus muertos. “Vive cercado de muertos y forrado de penas antiguas! (página 15). Y está obsesionado por lo peor que todavía no se ha producido: la muerte de la madre, y Flaubert en las cartas a los amigos respira escalofríos. Sale a la escena de la vida del escritor perfeccionista Louise Colet, con la que tuvo una larga aventura amorosa, pero con la que nunca se casó, porque era un firme creyente en el antinatalismo. Moralmente siempre estuvo en contra de tener hijos.
Pero, sin embargo, tuvo sus mundanidades: sus amistades, entre ellas el clan de los hermanos Goncourt. Y de este modo Marie-Hélène Lafon profundiza sobre todo en la vida humana de Flaubert, rodeado de de amigos y familiares. También de flechazos por las mujeres. Por Elisa que es capaz de torcer los cuerpos por dentro. También por Rimbaud y sus dos hermanos mayores. Hasta que llega el momento en que Flaubert languidece, debido sobre todo a la guerra de 1870. Y Flaubert, “durante unos meses se ve llevado y revolcado por las olas fangosas de la gran Historia”. Una frase quizás pomposa para poner el punto final a esta breve lectura de Flaubert para siempre.
Francisco Martínez Bouzas
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