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miércoles, 12 de febrero de 2020

UNA RUTINA EXCÉNTRICA


Enero y tú desnuda
Álvaro García Hernández
Alianza Editorial, Madrid, 2019, 198 páginas.

   


   Enero y tú desnuda es una novela que sorprende desde la página inicial. Con un comienzo a la vez brutal y atrayente. El resto de la novela está cocinado a base de chispazos de la vida de un héroe /protagonista a contracorriente. Y sobre todo es una historia narrada con gran pericia, con la habilidad de quien sabe ir al grano. El protagonista, Enero, un curioso nombre que le puso su madre por haber nacido en ese mes, era un funcionario al que todo se le torció, y es internado en un psiquiátrico durante cinco años, sometido a medicación brutal que le produce lagunas; y para soportarla las mezcla con  speed. Casado y con una hija que no sabe si es suya.
   Cuando se inicia la novela están a punto de darle el alta. Una vez dada, se instala en un piso y da comienzo a sus excentricidades, aunque a lo largo de la novela comprobamos que realmente no es un perturbado. Si el lector lo ve así es porque está sumergido en el mar de fondo de la droga.
    A medida que avanza la historia, vamos tomando conciencia de cómo era Enero antes de su entrada en el centro psiquiátrico: una infancia feliz en casa de su padre, interno en un colegio en octavo y con una compañera que queda embarazada, recuerdos sombríos del psiquiátrico: las voces de los locos por las noches, una señora mayor para que le enseñe a tocar el piano una sola canción gracias a los reglazos. Una vida, en resumidas cuentas, que englobaba los lo común, lo cotidiano y lo caótico. Hasta que su existencia entra en crisis, su vida se pone patas arriba. Y entra en el psiquiátrico. Y durante cinco años. Su cuerpo acumula una inmensa cantidad de drogas, teóricamente curativas, que él mezcla con rayas. Su vida está tan rota que está dispuesto a que le digan dónde tiene que firmar para ir al infierno.
   Inicia o prosigue con su vida rutinaria y excéntrica. Los domingos no hace nada, vida de planta pero colocado. Los lunes odia a la gente y viaja en tren al pueblo porque el ferrocarril le relaja ya que las vías del tren no mienten ni se equivocan. Comienza así mismo a hacer cosas de lo más extraño. Relación incómoda con las mujeres; caza ratas para tirarlas con una catapulta a la piscina del chalé de su ex, asiste a clases de kárate los jueves, pero no las aprovecha. Los viernes conduce por la ciudad un tractor escoltado por la policía que le abre paso, pero ralentizando el tráfico y cabreando a todos los que circulan detrás de él.
   Pero todo cambia cuando una okupa, valga la redundancia, ocupa el piso de enfrente. La presencia de la okupa marcará un antes y un después en la existencia de Enero, porque se empieza a obsesionar con ella y entra en pleno desequilibrio una vez más, a la vez que construye sus reflexiones, algunas de ellas muy exclusivas y con una sintaxis  a la que hay que estar muy atentos.
   Visita comisarias, no de forma voluntaria por supuesto, sino denunciado por tirar una rata a la olla en la que un matrimonio suizo preparaba un cocido. Cada día se suceden mas aventuras y sobre todo rarezas, “los fogonazos de la vida de Enero, narrados con la pericia del que sabe que tiene que ir al grano” (Ernesto Ayala Dip).
    

                                       
Álvaro García Hernández



   Relato divertido muchas veces porque el protagonista habla sobre lo obvio. Otras, debido a los actos extraños que realiza o en los que participa. En cuanto a la composición narrativa, cabe decir que pocas veces una novela se habrá construido  con tantos diálogos. El personaje a pesar de su comportamiento peregrino, y no obstante estar obsesionado en observarle las bragas a una niña, genera una cierta empatía. La construcción de la novela se desarrolla mediante capítulos cortos. Y cada uno de ellos es como un relato, con su inicio, desarrollo y desenlace. Construida además a base de frases muy cortas y con un ritmo calculado.
   En definitiva, una novela que se lee entre risas y penas, porque la conclusión que el lector saca es que Enero es un perturbado. Y con la okupa instalada en el piso de enfrente, su precario equilibrio vuela por los aires. Retrato pues de un personaje con el alma rota, en búsqueda de una incierta salvación. Relato divertido y a la vez con sus buenas dosis de tragedia personal.

Francisco Martínez Bouzas

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