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sábado, 14 de diciembre de 2019

EL MEJOR LUGAR PARA DESPEDIRSE DE LA VIDA


Los pájaros de Verhovina
Variaciones para los últimos días
Ádám Bodor
Traducción de Adan Kovacsics
Cantilado, Barcelona, 2019, 268 páginas.


    


   El Premio Nobel de Literatura otorgado en el años 2002 a Imre Kertész, tuvo el efecto de recordarnos que existen otros narradores húngaros como Sándor Marai, Peter Estherhazy, Péter Navas. A este terceto magiar hemos de añadir el nombre de Ádám Bodor, nacido en Rumanía pero aclimatado en su idioma húngaro. Y traducido al español gracias a Acantilado. Es lamentable que, a excepción de la casa editora fundada por Jaume Vallcorba, la producción literaria originada en Europa del Este, es como si no existiese para el público español y latinoamericano. Solamente Acantilado parece tener interés en surtirnos de esta literatura. La referencia más cercana en el tiempo, Los pájaros de Verhovina de Ádám Bador.
   En efecto, Ádám Bador nació en Rumania pero forma parte del millón y medio de húngaros que quedaron atrapados dentro de las fronteras rumanas como consecuencia del Tratado de Trianón. Acantilado ha publicados sus novelas, El distrito de Sinistra (2003), La vista del arzobispo  (2005), el libro de relatos, La sección (2007). Y este año, Los pájaros de Verhovina. Variaciones para los últimos años.
    Los pájaros de Verhovina es un libro de relatos o una novela fragmentaria compuesta por trece relatos, protagonizados por los mismos personajes. Todo acontece en  Jablonska Poliana, pero allí no sucede nada. Sus habitantes vegetan entre sus vidas vacías, encadenados a las tareas y en espera de los mensajeros de un omnímodo poder arbitrario e invisible. No existen referencias temporales que diferencien pasado y presente, que se desplieguen en una suerte de laboratorio circular en el que, cuando leemos, lo hacemos como ciegos, sin señales que nos sitúen  o ayuden. Es la mejor metáfora del totalitarismo, pero Bodor se interna además en las profundidades abisales  de la condición humana.
   Ádám Bador nos muestra a Jablonska Poliana como un lugar aislado del mundo desde que cesaron las obras del ferrocarril. Hasta los pájaros levantaron el vuelo y jamás volvieron.
   La novela está narrada por Ádam, hijo adoptivo de un vigilante de unas especiales fuentes termales de las que brota agua caliente, salada y sulfurosa que difunde du fetidez por toda la comarca. El mejor lugar para despedirse de la vida dicee uno de los personajes. El brigadier, padre adoptivo de Ádam, no solo vigila las aguas, Controla la presa y el resto del pueblo. No saben lo que ocurrió pero viven absolutamente aislados. La vida de Ádam se reduce a ir de acá para alá llevando recados. Y esperando a que venga alguien que les explique qué hacen allí.
   Jablonska Poliana está poblada por seres minerales, cubiertos de hielo o de musgo, ajenos al apasionamiento, al amor, a la amistad y a la felicidad que nos es más que la saliva que se filtra por el cristal de las ventanas. Los jóvenes son pérfidos; el nombre de la muerte está inscrito en la vestimenta de los popes. Y el crimen y los sucesos personales se fusionan entre sí. Y como estos, cientos de fenómenos trágicos que el autor nos presenta mezclados con lo irrisorio. En definitiva, un microcosmos inhóspito, surrealista, como los salidos de la pluma de Kafka. Todoss, desde los pájaros hasta el conjunto e los jóvenes, vuelan del pueblos para no regresar. Una novela en la que presenciamos un proceso de disolución de lo real en lo absurdo. Algo que se produce con gran naturalidad, mientras los márgenes y personajes se van disolviendo. Y no hay vida en ninguna otra parte, como si estuviéramos afrontando el fin de los tiempos de una forma entre grotesca y delirante.
    
 
                                               
Ádám Bador
 
La novela carece de un hilo argumental único que nos pueda facilitar su lectura; con cantidad de personajes y detalles que el autor nos presenta. Hay personajes que le otorgan un cierto color a la novela como Nika Karanica, enfermera con poderes mágicos, Klara Burszen que no conoce el idioma, pero disfruta cada día oyendo la lectura de nuestros tiempos, o Delfina Duhocnik que fue capaz de convivir durante todo el invierno con el cadáver de su marido. Todo ello muy cercanos a las coordenadas del realismo mágico.
   Que nadie se engañe con esta novela; no es fácil ni agradable. la literatura de Ádám Bodor. Escritura tremendamente seca, áspera y fría, con ausencia absoluta de adornos estilísticos, sin concesiones a la galería. Pero en este caso la sobriedad narrativa parece ser la única forma plausible para hablar del mundo cerrado y aislado de Jablonska Poliana.

Francisco Martínez Bouzas

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