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jueves, 9 de mayo de 2019

EL FIN DE LA INFANCIA Y EL REBENTAR DE LAS HORMONAS


Luz de juventud
Ralf Rothmann
Tradcción de Marina Bornas
Libros del Asteroide, Barcelona 2018, 230 páginas.

    


   Peter Handke ha dicho de Ralf Rothmann (Schleswig, 1953) que es  el autor más significativo de su generación. Otros han afirmado que es el único sucesor digno de Heirich Böll. Mas nadie que haya leído Morir en primavera precisa rótulos y etiquetas  laudatorias sobre la obra de Rothmann en la que la narración alcanza cumbres difíciles de remontar. Ralf Rothmann es un antor que se dio a conocer en la década de los ochenta y, hoy en día, está considerado como uno de los escritores más destacados de la literatura alemana después de la Segunda Guerra Mundial.
   Si en Morir en primavera Rothmann nos emocionaba, a la vez que nos inquietaba, con aquellos dos jóvenes que caen en la encerrona de las SS: ya a finales de la Guerra son reclutados para ir al frente en las filas de las Waffen-SS, capeando uno de ellos la Guerra como puede y viéndose obligado a ponerle a su amigo la soga al cuello, Luz de juventud que hoy comento es absolutamente distinta. Rothmann nos traslada a los años sesenta en la cuenca del Ruhr, con relatos desde la mirada curiosa y abierta a todas las experiencias de un adolescente de doce años, hijo de un minero y al que la fuerza de las circunstancias le empuja a asumir demasiado pronto el aprendizaje de la vida.
   Publicada originalmente en el año 2004 con el título Junges Licht, Marina Bornas la traduce para Libros del Asteroide con el título Luz de juventud. Esa luz de la mirada casi inocente de un niño que se abre, sin llegar a entenderlas del todo, a las relaciones complejas de los adultos y a las reacciones de sus propias hormonas, así como a la atracción de la vecina Marusha que con quince años relumbra como una mujer formada.
   La novela, más que una trama argumental con sus partes canónicas, es un retrato de la Alemania de la década de los sesenta. Rothmann traza su narración, sin grandes aventuras, sin suspense ni desenlace, pero su contrapartida es brillante. Diseña un espléndido boceto de la Alemania obrera, aunque ya casi reconstruida, con sus familias y amistades, centrando la descripción en la cuenca minera del Ruhr. El protagonista, el niño Julian, de apenas doce años despliega un sorprendente conocimiento de las actividades en una mina de carbón. Y el día  a día, tanto en el colegio como en su casa, con la mentalidad de un preadolescente. El cansancio de la madre abrumada de trabajo casero que le hurta buena parte del cariño que su hijo precisa. El agotamiento del padre que aún supera al de la madre. Y una compleja relación de vecinos. Es el contexto con otras familias en las que crece y deja de ser niño. Especialmente con la chica de quince años Marusha cuyos pechos bambaleaban un poco y que llega a ver por primera vez. Pero todo eso es lo que le da sentido a su vida, sobre todo  a esa primavera con el sol, los pájaros y hasta las motas de polvo que con el paso de los meses retornan. Lienzo pues pintado con una escritura que transciende a todo un grupo comunitario.
   Novela sin grandes aventuras -más bien escasas-, aunque buen reflejo de la penuria que atenazaba a grandes y a niños, como a Sophie, la hermana pequeña. Un verdadero relato de formación en un momento de transición  tanto del país como del protagonista que siente la adolescencia en el estampido de sus hormonas.
   Y todo ello relatado con una técnica narrativa en la que el autor juega con la alternancia de un narrador omnisciente y con la primera persona, la voz de Julian.
   

                                               
Ralf Rothmann


 Como ya señalé más arriba, esta novela fue escrita en el año  2004. Han pasado cerca de 20 años. Años quizás de aprendizaje de un escritor. Por eso, Luz de juventud no admite comparación con Morir en primavera. Rothmann sigue colocando en las mentes de los  lectores un relato rebosante del “dinamismo” de una rutina diaria, del día a día en el que la gente come, discute, planea diversiones, ve la televisión, juega, se muda de casa sin dramatismos.
   Novela-crónica con altas dosis de aprendizaje  y de un erotismo bien temperado. Abundancia de diálogos, estilo sobrio y sencillo, prosa depurada, limitada a aquello que es estricto y esencial y tendiente no a la sorpresa ni a las galas formales ni al dramatismo, sino sobre todo a la objetividad. Esa es la tonalidad y el punto de vista de la novela.

Francisco Martínez Bouzas

1 comentario:

  1. Recensiones hechas con mucha calidad y cuidado literario, Francisco. Gracias, son un estímulo para conocer grandes autores. Un abrazo.
    Teo.

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