Todos los rumores y quinielas consideraban a
Dolores Redondo ganadora del 65º Premio Planeta de Novela, el segundo premio literario mejor dotado económicamente
después del Nobel. A la convocatoria del Planeta 2016, se habían presentado 552
originales, de ellos 147 proceden de Latinoamérica, 18 de Estados Unidos, 12 de
Europa, 2 de Asía, 68 de procedencia no especificada y 298 de España.
Finalmente el Premio dotado con 601.000 euros fue para Dolores Redondo
(Donostia-San Sebastián 1969) por la obra presentada bajo el rótulo falso Sol de Tebas que se titulará Todo esto te daré. Aunque la nueva
novela no es la cuarta entrega de la Trilogía del Baztán, ni persigue las aventuras de la policía foral
protagonista de su trilogía, mantiene su mismo aire de familia: una novela
detectivesca, cuyo tema de fondo es la codicia, según reveló la propia autora
en la rueda de prensa posterior. Es así mismo una novela sobre la amistad
“entre hombres adultos que se conocen y son capaces de superar prejuicios y
trabas”. Todo esto te daré está
ambientada en un escenario privilegiado: la Ribeira Sacra lucense. Una novela
escrita al estilo de Agatha Christie, y espejo de una España que sobrevive a la
modernidad.
Sin negar el mérito de una novela que no he
leído y que se convertirá sin duda en best-seller, no me cabe la menor duda de
que ha sido premiada, en el día de ayer, tras la estela de los tres volúmenes de la Trilogía del
Baztán (El guardián invisible, enero
2013, Legado en los huesos, noviembre
2013 y Ofrenda a la tormenta, 2014),
editados conjuntamente en las cuatro lenguas del estado español, traducidos a
más de quince idiomas y que solamente en las ediciones en español de Destino
han vendido más de 700.000 ejemplares.
En esta entrega recupero una parte de los
comentarios que, en español o en gallego, publiqué en su día de las dos primeras
novelas de la Trilogía del Baztán.
Dolores Redondo
Ediciones Destino, Colección Áncora y Delfín,
Barcelona, 2013, 435 páginas.
Hay
libros que nacen estrellados y otros siguiendo de sopetón el rastro de la estrella del éxito. Así
ocurre con este fenómeno editorial, El
guardián invisible de Dolores Redondo que, en menos de dos semanas, alcanzó
la categoría de super-ventas. En efecto, el primer volumen de la Trilogía del
Baztán fue publicado simultáneamente a mediados de enero del año 2013 en todas
las lenguas del estado español y la programación de su traducción y
edición en otros idiomas es imparable. No
cabe duda de que estamos ante la “fabricación” de un best-seller, solo
comparable en España con La sombra del
viento de Carlos Ruiz Zafón, El
tiempo entre costuras de María Dueñas o alguna de las novelas de Arturo
Pérez Reverte. Un best-seller no originado directamente por el boca a boca,
sino a través de una operación de marketing perfectamente programada que elige
dos subgéneros específicos muy atractivos para el público lector: el
detectivesco con fuertes dosis de mitología y supersticiones.
En
ciertos ámbitos de la crítica se suele cuestionar la calidad de este tipo de
obras de consumo masivo, considerándolas literatura marginal, ese subcampo
literario de la gran producción que diría Pierre Bourdieu, que goza de escasa
autonomía, se guía por el beneficio económico y posee exiguo valor simbólico.
Pero como en literatura no existe ningún tipo de determinismo, cabe preguntarse
si esta segunda novela de la autora vasca, de ascendencia gallega, pertenece al
subcampo de la gran producción o al de la producción restringida. O dicho con
palabras llanas: si es una obra de posible consumo masivo que “deja sin aliento
a quien la lee” como afirma la presentación de la edición gallega, precisamente
por su calidad literaria, o es en cambio literatura marginal de fácil y
gratificante lectura, pero nada más.
La novela de Dolores Redondo reúne todas las
fórmulas e ingredientes para impactar al lector: una historia de crímenes
ubicada en un escenario excepcional: el
corazón del País Vasco, en los márgenes del río Baztán, un valle navarro asido
por leyendas y antiguos mitos que desempeñan un importante papel en la trama
novelesca. Un espacio mítico, en efecto, porque el valle del Baztán es un lugar
repleto de bosques impenetrables con dólmenes salpicando el paisaje, cuevas
habitadas desde hace miles de años que remiten sin duda a una cultura druida,
como sugiere la misma narradora o a leyendas de criaturas mágicas. Un escenario
muy propicio para hacer surgir entre sus pobladores miedos ancestrales,
incertidumbres acrecentadas por no pocos desastres que han castigado a sus
habitantes a lo largo de los tiempos.
Por eso mismo, como dice un personaje de la
novela: “Hace cien años, ciento cincuenta a lo sumo, era raro encontrar a
alguien que declarase no creer en las brujas, sorgiñas, belagiles, basajaun, tarttalo y, sobre todo, en Mari, la diosa, genio, madre, la protectora de las
cosechas y los ganados que, de forma caprichosa, hacía tronar el cielo y caer
granizos que sumían al pueblo en la más terrible de las hambrunas” (página
108).
En este espacio de mitos y leyendas,
aparecen los cadáveres de dos adolescentes en una macabra puesta en escena, con
mutilaciones sexuales incluidas y con la impresión de la mitología del valle de
Baztán. Todo hace sospechar en un asesino en serie. Se hace cargo de la
investigación Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral de Navarra, que
vive angustiada por una maternidad que le dolía porque no acababa de llegar.
Regresará así, para investigar los crímenes, a Elizondo, la capital del valle
donde un terrible suceso, ocurrido en su niñez, la dejó traumatizada para
siempre.
La intriga que avanza al mismo ritmo con el
que corren las páginas, hará que el lector sospeche que el autor del crimen es
un basajaun, un ser mitológico, ese
guardián invisible que habita en los bosques en los que actúa como entidad
protectora. Pero la investigación se va complicando, quedando envuelta en la
nebulosa familiar de la propia inspectora, dando lugar a un formidable e
inesperado complot.
Así pues, un thriller que amalgama
hábilmente el suspense de una investigación policial con la magia de los mitos
vasco-navarros, las ajustadas descripciones de las pruebas forenses y, sobre
todo, una asfixiante atmósfera de leyendas suturada al pequeño universo de una
naturaleza exuberante en el valle de Baztán.
Destaco en el haber de la novela, ante todo
la intriga, perfectamente planteada y enriquecida por los constantes giros y
las analepsis que, insertadas en el
relato primario, nos revelan el doliente pasado de la protagonista y sus
personales fantasmas. La ambientación del suspense suturado a la mitología que
lo hace original. La combinación de lo racional e irracional, de lo real y lo
fantástico. Un ritmo narrativo vibrante, con aceleraciones y oportunos momentos
de pausa. Un lenguaje rico y potente, sobre todo en las descripciones de la
naturaleza que sin embargo no ahogan la trama. Una lengua muy actual y sin
tapujos a la hora de hablarnos de las prácticas y hábitos de algunos jóvenes de
hoy (sexo cañero, alcohol, drogas…). La exploración de la complejidad de los vínculos familiares con su parte
emocional que cobra en la novela tanta importancia como el mismo desenlace de
la investigación policial. La fiel radiografía de la actual sociedad con los cambios
sociales y éticos experimentados en los últimos tiempos, así como las lacras
que siguen vivas o han renacido con fuerza (machismo, precariedad laboral…)
hasta el punto de formar parte de nuestra cotidianeidad.
Quizás lo menos logrado de la novela sea la
construcción de personajes que no evolucionan demasiado a lo largo del relato,
procedimiento frecuente en el género policíaco. La novela refleja correctamente
el rol que ha adquirido la mujer en la
sociedad actual. Pero en los pensamientos de ese poderoso personaje femenino
que asume el papel del héroe y es una mujer de nuestro tiempo, sobran ciertas
reflexiones sobre la maternidad como la realización máxima de la mujer.
Todo ello es un aliciente suficiente para
considerar esta primera novela de la Trilogía del Baztán, que parece ser que ya
está medio escrita, como un best-seller que puede ser inscrito en la buena literatura.
La condición de best-seller es una circunstancia paraliteraria que esperemos
que no haga que Dolores Redondo se desborde como seguramente lo hace el río
Baztán en estas fechas.
Dolores Redondo
Ediciones Destino, Colección Áncora y
Delfín, Barcelona, 2013, 560 páginas.
De nuevo estamos delante de un fenómeno
propio de nuestro tiempo: la “fabricación” de un superventas, originado a
través de una operación de marketing perfectamente programada que elije dos
subgénero específicos muy atrayentes para el lector: el detectivesco y la
narrativa de sabor mitológico, con no pocas dosis de supersticiones. Y de nuevo
formulo la misma pregunta: ¿Legado en los
huesos pertenece al subcampo de la gran producción que goza de escasa
autonomía, se deja llevar por el beneficio económico y posee un exiguo valor
simbólico, a la literatura marginal de fácil y gratificante lectura, pero nada
más? ¿O al contrario, al de la producción restringida, una pieza novelesca de
posible consumo masivo, mas no huérfana de calidad?
Respondo y sin ningún reparo mantengo que el
libro está bien escrito, con las mismas virtudes, flaquezas y concesiones a lo
comercial del primer volumen de la Trilogía del Baztán. Un best-seller bien
articulado, con una trama perfectamente encadenada que hace que la intriga
avance al mismo tiempo que corren sus abundantes páginas. Y con todos los
ingredientes y fórmulas del género negro-detectivesco.
El personaje central de la novela, la
heroína, vuelve ser Amaia Salazar, una joven inspectora de la Policía Foral.
Muy sensata y sagaz, aunque con un pasado turbio y agitado. Sabemos desde las
primeras líneas del libro que acaba de ser madre, pero en esa situación debe
enfrentar una nueva y extraña cadena de horrores: hombres, aparentemente sin
nada en común, que asesinan a sus parejas sentimentales, o a mujeres objeto de
su codicia, que se suicidan dejando la palabra “Tarttalo” como última nota. La novela nos sumerge de lleno en la
mitología vasco-navarra. Si el “basajaun”,
protector de los bosques y de sus habitantes, centraba el proceso de
investigación de El guardián invisible,
el “Tarttalo”, una especie de agreste
y violento cíclope, será el objetivo de la investigación en esta segunda
entrega.
La trama de la novela, sin spoilerizar el argumento, se resume en la siguiente sinopsis:
en los últimos días de su embarazo, Amaia Salazar asiste al juicio contra Jasón
Medina, acusado de haber matado a la hija de su mujer. La inspectora reúne
pruebas inculpatorias contra este personaje que, imitando la forma de actuar
del “basajaun”, viola y asesina a
Johana, la hija adolescente de sus pareja. Mas de forma inesperada, el juez
suspende el juicio, puesto que el inculpado, Jasón Medina, acaba de suicidarse
dejando una nota para la inspectora. Un mensaje extraño en el que solamente
aparece la palabra “Tarttalo”. Será
este el primero de una cadena de suicidios con características semejantes. En
todos ellos aparece la misma palabra “Tarttalo”,
un nombre que remite a un personaje fabuloso del imaginario popular vasco
navarro, y que oculta una trama espeluznante en la que se sumerge Amaia Salazar
llevando la investigación hasta un vibrante final.
Con maestría y habilidad nos introduce la
autora en un escenario excepcional: el corazón del País Vasco, en las márgenes
del río Baztán. Un valle que, por sus características naturales y las leyendas
y mitos ancestrales que lo rodean, se convierte de nuevo en el espacio
apropiado para el desenvolvimiento de la novela. Además, Dolores Redondo teje
con maestría una historia original, con una buena presentación y
desenvolvimiento de la intriga, y un ritmo narrativo vibrante, y de nuevo con oportunas
aceleraciones y momentos de pausa. Sus personajes son creíbles, aunque bastante
planos y sin que evolucionen a lo largo del relato.
No obstante, se puede hacer una lectura
basada en la ideología que transmite la novela; con opiniones posiblemente
discrepantes. Me refiero en concreto al tema de la maternidad, de considerable
peso en esta novela. La protagonista principal acaba de ser madre, quiere ser
una madre perfecta, una madre de manual; con profundos sentimientos de
culpabilidad por no poder estar más tiempo al cuidado de su hijo. Un guiño a la
maternidad que será valorada con simpatía por ciertos lectores que aplauden las
maravillas y dificultades de la condición maternal. Sin embargo, para otros esas
reflexiones sobran en la novela porque avalan la idea de que la maternidad es la
realización máxima y por excelencia de la mujer.
Mas nada de esto es un estorbo para que Legado en los huesos deba de ser considerado
un thriller bien pensado, estructurado y escrito. Un best-seller no carente de calidad
literaria.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“El
cementerio estaba repleto de vecinos que habían abandonado sus faenas y hasta
cerrado su negocio para asistir al sepelio. El rumor de que podría no ser la
primera chica que moría asesinada por el mismo criminal comenzaba a afianzarse
entre la gente. Durante el funeral, que había tenido lugar apenas dos horas
antes en la parroquia de Santiago, el sacerdote había insinuado en el sermón
que el mal parecía estar acechando en el valle; y durante el responso, frente a
la tumba abierta en el suelo, el clima era tenso y ominoso, como si sobre las
cabezas de los presentes se cerniera una maldición de la que no podrían
escapar.”
…..
“No
era raro en medio de este bosque aceptar la existencia de las criaturas mágicas
que conformaron el pasado de las gentes de aquella región. Todos los bosques
son poderosos, algunos son temibles por profundos, por misteriosos, otros por
oscuros y siniestros. El bosque de Baztán es hechizante, con una belleza serena
y ancestral que evoca sin buscarlo su parte más humana, la parte más etérea e
infantil, esa que cree en las maravillosas hadas con pies de pato que vivían en
el bosque (…)
Amaia
sentía en aquel bosque presencias tan palpables que resultaba fácil aceptar una
cultura druida, un poder del árbol por encima del hombre, y evocar el tiempo en
que en aquellos lugares y en todo el valle la comunión entre seres mágicos y
humanos fue religión.”
…..
“El
perfil criminológico del basajaun resultaba sobrecogedor por la evidencia de su
comportamiento casi de manual. Amaia recordaba su estancia en el curso sobre
perfiles criminales con el FBI y que allí aprendió, entre otras cosas que la
parafernalia psicosexual que muchos asesinos en serie montaban en torno al
cadáver indicaba su deseo de personalizarlos para establecer un vínculo entre
ellos y sus víctimas que de otro modo no existiría, Había lógica en sus actos,
no se evidenciaba trastorno mental alguno. Los crímenes estaban perfectamente
planificados y premeditados, hasta tal punto de que el asesino era capaz de
reproducir una y otra vez el mismo crimen en diferentes víctimas.”
(Dolores Redondo, El guardián invisible, páginas 45, 91-92, 211-212)
Gran trabajo...
ResponderEliminarLas dos novelas me han atrapado, quizá por su halo mitológico, que como sabes es mi perdición, hoy mismo buscaré estos libros a ver si corro con la suerte de encontrarlos. Muchas gracias por tan linda reseña, siempre luces el encanto de hacernos leer, un abrazo Francisco. Muchas gracias.
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