Páginas

lunes, 16 de mayo de 2016

"BITÁCORA DE AUSENCIAS": ISOBARAS DE HORROR, RABIA Y TERNURA



Bitácoras de ausencias

Montserrat Villar González

Ilustraciones de Ángel Perdomo

Prólogo de María Ángeles Pérez López

Amargord Ediciones, Colmenar Viejo (Madrid), 2015, 88 páginas



   Se ha afirmado, y no sin razón, que los que escriben fuera de Galicia no existen para el sistema literario gallego. Es el caso de Montserrat Villar González, hija de esta tierra (Cortegada de Baños, Ourense). Y lo es por doble motivo: por ser una poeta y traductora que escribe extramuros, llevando dentro, no obstante, esa música mortal que nos ata a la tierra, como escribió Fermín Bouza. Y en segundo lugar, porque según los cánones que pontifican lo que es y no es literatura gallega, Montserrat Villar, pese a que alguno de sus libros, la antología bilingüe traducida por Xavier Frías Conde, Terra en mármore e tenrura (2015), nos permite leer sus versos en la lengua de Rosalía. Montserrat Villar, por circunstancias de la vida, es una poeta “en tránsito” en Salamanca, una ciudad de monumentos y momentos de intenso contenido cultural, formativo y también literario para muchos gallegos y gallegas. Quizás algún día se pueda reunir en una antología, como se hizo con los poetas gallegos residentes en Cataluña y Madrid, los poemas y textos de escritura de escritores gallegos asentados en la “diáspora” de la vieja Helmántica.

   Sea como fuere, la verdadera biografía de un escritor está en sus escritos. Pero la escritura (el poema, el relato, la novela) no sale de la nada, sino de un ser de carne y hueso, que lo es desde la niñez. Y la infancia de Montserrat Villar se alimentó entre los paisajes y rumores que baña o genera el río Miño, en su Galicia natal. Apostaría pues que los vacíos “que la realidad clava en mi alma” y que “se llenarían de poesía”, tal como lo expresa en su poética Montserrat Villar, también se han ido colmando en los paisajes y vivencias de su tierra natal, y han sido fecundados por las aguas del padre de los ríos gallegos. También es verdad que Montserrat Villar, en su ya dilatada obra poética, plasma la condición más esencial para escribir poesía: percibir el universo con su carga profunda de significados para descorrer el velo de la realidad, y, tras un tiempo de reposo en sus entrañas, los ha sabido expresar con palabras sonoras, “con la pretensión de comunicar y de hacer sentir emociones” (de nuevo me remito a su personal poética). Ciertamente en Bitácora de ausencias, el verbo creado y creador (Pedro Salinas), el logos sonoro de sus poemas cumple con esa función de la poiesis y del poeta, en las tres partes en las que la autora estructura el poemario. Tres partes que configuran, no obstante, una singular obra unitaria.

   La primera, “Las cenizas del silencio”, enraizada en tan solo cuatro poemas, encierra en sus estrofas y versos una gran tensión creativa, muy congruente con los momentos en los que una espantosa realidad se clavó  en el alma de la poeta: un viaje a Polonia, la visita a los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau y el esfuerzo / homenaje que la poeta rinde a las víctimas del Holocausto. Poesía habitada por una inhabitual potencia expresiva para hacernos presente el horror, el tormento, el dolor y la muerte. Y aquí surge, una vez más, “la palabra que más ha atormentado la imaginación poética del siglo XX”, como escribe María Ángeles Pérez López en un pórtico introductorio digno del poemario de Montserrat Villar: Auschwitz. A la mente viene el dictum de Adorno: “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. Mas Montserrat Villar, como lo hicieron en su día Primo Levi, Imre Kertész, Wislawa Szymborsca o el mítico Paul Celan, le quita la razón a Adorno, porque, aunque es cierto que ninguna lengua cuenta con las suficientes palabras para expresar la ofensa recibida por la humanidad, un poeta no puede dejar de escribir, como mantuvo Paul Celan. Y suyo precisamente es el más célebre y estremecedor poema sobre Auschwitz, “Muerte en fuga”.

   Monserrat Villar reescribe pues el infierno inimaginable, la irracional monstruosidad del campo de exterminio, y, en sus estrofas y versos, nos damos de bruces con el espanto. La poeta no admite que un mundo de palabras silencie los horrores del pasado; recuerda a los muertos que “dejaron caer el peso de sus cadáveres sobre los otros” y apuesta por la vida y sus sueños que permitan suavizar el silencio que asfixia la voz de los masacrados. Ese millón y medio de almas, los cadáveres amontonados que esperan solo ser cenizas, como los recuerda la poeta en esas cortas estrofas de un largo poema, “Breviario”; y por los que implora en el poema “Oración por los derrotados. Una súplica en forma de anáfora que intensifica el relieve semántico, dirigida no solo a y por los muertos en el Lager, sino también por nosotros para que nunca olvidemos, porque Auschwitz, como explicó Elie Wiesel, Premio Nobel de la Paz y también deportado, desafía la imaginación y la percepción. Solamente se somete a la memoria. Mas si hay un poema en esta primera parte que testimonie el pavor, este es sin duda “Cóncavo silencio”. Precedido de un esclarecedor epígrafe de Antonio Orihuela (“Auschwitz no es historia, era premonición”), la poeta rememora “el grito cóncavo del horror”, “el dolor cóncavo de vuestros cuerpos” que macera nuestra piel. Un poema merecedor, en mi opinión, de figurar en la antología poética de muerte y vida que significó y sigue significando Auschwitz. Y digo vida siguiendo a Hölderlin (“Nada viviría que no tuviera esperanza”), porque, en la obra de arte, la muerte es tan solo un pálido reflejo, porque es la vida, quizás transmutada, la que al final triunfa.

   “Andamio y tormentas” es el título con el que Montserrat Villar rotula la segunda parte, los veintidós poemas que constituyen el andamiaje del poemario. Poemas para sobrevivir, para sujetarse a la vida, para no derrumbarse, que hablan de abandonos invisibles, del hambre que tatúa todo el cuerpo, del llanto que testimonia que sigue viviendo, que urgen a liberarse del terror de estar viva. La poeta que gritó lo ocurrido en Auschwitz-Birkenau, dirige ahora la rabia de sus gritos hacia el propio yo. Y con poemas de tonalidad expresionista, la voz poética explora la dimensión existencial, la finitud, el duelo con final previsto entre la vida, una obra que nunca termina de construirse, y su desenlace, la muerte. Versos que exploran lo que somos, y lo hacen con un lirismo frecuentemente explosivo, radical, con un léxico duro, furioso, arrebatado que expresa cabalmente esa “ubris” psico-afectiva constitutiva de nuestra especie. Dolor, terror, espanto existencial, pero sin olvidarse de la mejor coraza: el abrazo amoroso. Un panegírico dedicado a Leopoldo María Panero, un pota admirado por Montserrat Villar, le pone el ramo a esta parte, preñada así mismo de dolor, pero también de esperanza.

   Concluye Bitácoras de ausencias con dos largos poemas que le dan forma y contenido a la sección “Ausencia de la memoria”. Dos poemas metagenéricos, construidos desde una deliberada transgresión de géneros, en los que tienen cabida y acaban por confundirse lo poético y lo narrativo. Poemas y prosas poéticas que cartografían el personal periplo repleto de ausencias y de presencias, y que, desde la infancia y sus recuerdos y a través del océano de la vida, arriba en ese lado del mar que es el presente, un presente compartido: “el mío y el suyo sin fantasmas / sin vampiros que me sangren / sin conciencia ni recuerdos”. Y que es así mismo un regreso al paraíso, al incendio de la ternura, ya que la vida se construye con mimos y deseos.

   Versos, estrofas, poemas que configuran un personalísimo magma lírico, un cuaderno de bitácora, repleto de operaciones de lenguaje y pensamiento. Y aunque no desprecie la poeta las gracias fonocéntricas, no es cautiva de la métrica ni de la rima, de versos aprisionados; versos libres en su mayoría los suyos, mas no carentes de forma. Poemas escritos sin palabras vanas, alejados de excesos barroquizantes, pero rebosantes de tensión, fuerza, emotividad, bríos y fulgores. Poesía pues para ser pensada y gozada.

Francisco Martínez Bouzas

Montserrat Villar González

Selección de poemas


CÓNCAVO SILENCIO

(Auschwitz-Birkenau, abril 2014)



Auschwitz no es historia,

era premonición

Antonio Orihuela

“El grito cóncavo del horror en los ojos

se clava

en la cara de los que silenciaron vuestras muertes,

en las manos que ahogaron vuestras vidas,

en la mente de los que prefieren ignorar vuestra ausencia,

en la espalda de quienes, todavía, os buscan,

en el alma de aquellos que no olvidan.



El dolor cóncavo de vuestros cuerpos

nos envuelve macerando

nuestra piel hasta llegar a la inconsistencia

de estas cenizas de las que somos cómplices.



En la hiel de los que os despidieron

se agarra el horror ante la noche

en la que los sonidos expulsan ecos

que mueren a la muerte misma.”



…..



AQUÍ ESTOY Y AQUÍ ME SOSTENGO



“Aquí estoy y aquí me sostengo

con una mano en tu cordura

y con otra en el desenfrenado miedo

a esta falta de futuro que nos corresponde.



Aquí estoy y aquí me acieno

subida a este andamio que es la vida

a esta obra que nunca se construye

a estas goteras que no precipitan.



Aquí estoy y me derrumbo

en esta nocturna tarde

en que no comparto abrazos

bajo los escombros de esta oscuridad.



Aquí estoy sin equilibrio

al  perder la sonrisa ante lo imposible

esperanza de vivir en un mundo

de sueños, caricias y sólidos lazos.”



…..



NECESITO ROMPER LAS MANGAS



“Necesito romper las mangas

de esta camisa de fuerza que me abraza

y liberarme del terror de estar viva.

Necesito rasgar estas mangas

Desalojar la nada que me puede

ahogar este incansable llanto

asesinar mis miedos y vergüenza.



Necesito crear un abrazo

que llegue hasta ti sin recuerdos

sin pisadas de pies que me persiguen.

Sin demoras de horas que se han ido

entre sombras y uñas clavadas en los ojos

sin ningún ayer, sin nada.”



…..



PARIA POR NO PARIR



“Paria por no parir.

Paria por parir ausencias.

Paria por parir pena

o palabra sin sentido.

Paria por parir silencios

Paria por finitud.

Paria por desesperanza y desespero.

Paria por parir nada.”



…..



PANEgiRicO, EN ESTE DÍA DE MUERTE Y SILENCIO

(A Leopoldo Mª Panero, el día de su muerte)



“Que la sangre

que cuaja en el cuello de los ahorcados

sirva para calmar

tu dolor y enjugar

en tus ojos las lágrimas

que se convirtieron

en palabras.



Que la violencia

con la que tú mismo te agredías

se convierta en belleza

que calme tus entrañas

y, ahora, ya, sólo grites

para disfrutar el eco de tus versos.”



(Montserrat Villar González, Bitácora de ausencias, páginas 22, 36, 52, 54, 63)

6 comentarios:

  1. Una ofrenda impactante y extremadamente hermosa al holocausto. Versos llenos de dolor y furia ante el horror que enfrentaron miles de seres humanos en aquellos años, y que no deben ni pueden olvidarse. Una poeta maravillosa que al reconocer el dolor de otros la hace grande en todos los sentidos, he quedado maravillada con la autora, que es sin duda un templo donde habita el más grande corazón. Mis felicitaciones a ella y a ti Francisco por esta bella reseña que nos compartes, donde nos invitas a leer a tan perspicaz poeta, mi reconocimiento a ella y a ti, por tu brillante modo de comunicar, un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Y un comentario, que sintetiza con rigor sobre todo la primera parte del poemario de Montserrat Villar. Una poeta española comentada por una poeta mexicana dueña de una explosiva creatividad. Muchas gracias por tu palabras, Araceli.

    ResponderEliminar
  3. Es difícil describir el horror, y más e horror de las víctimas de los campos nazis, ya que por muchos testimonios que leamos o nos cuenten, por mucha empatía que estemos dispuestos a ofrecer, jamás podremos llegar a entender tanta maldad y tanto sufrimiento.

    Me han encantado los poemas. Muchas gracias por darlos a conocer.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias a Francisco por leerme y contarme con este interés y maestría. Gracias a todos vosotros por vuestros comentarios. Mi poesía, como me dice un amigo, "es poco complaciente", por eso agradezco que loslectores sientan tanto como yo siento cuando a leen.

    ResponderEliminar