(Historia de
una curruca)
Giovanni Verga
Traducción de Elda Gómez Palmeiro
Postfacio de Javier Ruiz Martín
Editorial Funambulusta, Madrid, 2015, 165 páginas
Giovanni Verga, el autor de Cartas de una novicia, es el escritor
más significativo de la corriente literaria verista, una tendencia surgida en
Italia en el último cuarto del siglo XIX, y que recibe la influencia del
naturalismo francés, especialmente a través de Balzac. Giovanni Verga, como
buen verista, retrata, en su literatura, una serie de personajes y situaciones
extraídas especialmente de las clases bajas, de los “vencidos de la vida”. En
su literatura apuesta por lo que él llamó “el ideal de la ostra”, es decir, la
tendencia a reproducir el acerbo costumbrista tradicional, la resignación ante
la dureza de la existencia, anclada en una sociedad arcaica, cerrada,
expresando, sin embargo, sentimientos simples y los valores típicos de las
sociedades tradicionales (rígida concepción de la jerarquía familiar, un
sentimiento arcaico del honor).Y sin creer, al contrario de los naturalistas
franceses, en la fuerza salvadora del progreso. El verismo de Verga es pues una
visión sumamente pesimista que actúa como caldo de cultivo de sus novelas (Nedda, Tigre real y en el ciclo Los vencidos). También alimenta su Storia de una capinera, la novela que le
dio a conocer en 1871 y que ahora Editorial Funambulista nos permite leer en
español, bajo el rótulo de Cartas de una
novicia (Historia de una curruca), cuya tonalidad se halla perfectamente
reflejada en unas palabras del prefacio de la primera edición, escritas por
Francesco Dall’Ongaro: “páginas de una vida de dolor y abnegación reproducidas
en vivo por el narrador”.
La protagonista de la novela es María, hija
de un modesto empleado y huérfana de madre. A la edad de siete años es recluida
en un convento de Catania. La pobreza la había destinado a ser monja de
clausura. A causa de una epidemia de cólera que azotó en 1854 la ciudad
siciliana, María es enviada a la casa de campo de su padre, en Monte Ilice.
Allí vive con la familia desde el 3 de septiembre de 1854 hasta el 7 de enero
del año siguiente. Todo lo que de ella conocemos nos lo proporcionan las cartas
que escribe a Marianna, una amiga del convento. Le habla de su familia y
especialmente de la madrastra a la que le cuesta mucho llamar madre. Y sobre
todo, del maravilloso paisaje del Monte Ilice, que representa todo lo contrario
al ambiente del convento de clausura, con sus paredes grises y viejas. Disfruta
con el amor de la familia y con la amistad y afecto de unos vecinos, con cuyo
hijo mayor es forzada a bailar y que
terminarán profundamente enamorados, lo cual hace que María se sienta pecadora.
Pero incluso así, ama su pecado.
No obstante su situación pronto toca a su
fin, y vuelve ingresar en el convento para ser esposa solamente de Dios. El
aislamiento de la clausura no le proporciona serenidad. Su mente retorna
constantemente a los días gozosos de
Monte Ilice, y sobre todo al joven del que se había enamorado; pensamientos y
sentimientos que no desaparecen por mucho que mortifique su cuerpo. Profesa los
votos y se convierte en monja, lo que no la tranquiliza. A través de una monja
lega sigue escribiendo cartas a su amiga que en nada envidian a las misivas de
amor de Sóror Marinaa Alcoforado, supuesta autora de las Cartas de amor de la monja portuguesa. Teme enloquecer y que la
encierren en la celda de los locos donde lleva recluida desde hace quince años
sor Agata. Le aterra la pavorosa tradición del convento que impide que la celda
de los locos permanezca vacía.
Un envoltorio con un pequeño crucifijo, un
mechón de pelo, unos pétalos de rosa y unas cuartillas enviado a Mariana por la monja lega, pone fin a una
historia rebosante de las alegrías de la vida y de la fuerza del amor,
aniquiladas por los cerrojos y las celosías de un convento.
El relato respeta la estructura
lógico-cronológica de los hechos, sin analépesis ni retrospecciones. Los
personajes principales están bien caracterizados, especialmente a través de su
comportamiento y por las breves observaciones de María, carentes de maldad,
incluso cuando se encuentra con las absurdas y celosas prohibiciones de la
madrastra. Es importante la relación que, en la novela, se establece con la naturaleza circundante: el paisaje “solar”
de Monte Ilice o el gris sombrío de la clausura. Por eso mismo, los lugares y los espacios juegan
un papel prácticamente protagónico en el relato de Giovanni Verga. Y, aunque no
abundan, cobran así mismo relevancia las
veladas críticas a la sociedad y a las instituciones religiosas de la época;
así como a las situaciones materiales, la pobreza especialmente, que determinan
el destino de las personas, “los vencidos de la vida”.
Francisco
Martínez Bouzas
Fragmentos
“Ya
sabes que fui encerrada en el convento cuando no tenía todavía siete años,
cuando mi pobre madre me dejó sola…Me dijeron que me darían otra familia, otras
madres que me querrían…Es cierto; sin embargo, el amor que le tengo a mi padre
me hace comprender que habría sido muy distinto el afecto de mi pobre madre.
¡No
puedes imaginarte lo que experimento dentro de mí cuando mi querido papá me da
los buenos días y me abraza! ¡Nadie nos abrazaba nunca allí, tú lo sabes,
Marianna!... la regla lo prohíbe…Y, sin embargo, no me parece que sea nada malo
sentirse tan amadas…
Mi
madrastra es una mujer excelente porque no se ocupa más que de Giuditta y de
Gigi, y me deja correr por las viñas a mis anchas. ¡Dios mío! Si me prohibiese
saltar por los campos como se lo prohíbe a sus hijos con el pretexto de evitar
una caída o una insolación, sería muy infeliz, ¿no es verdad? Aunque,
probablemente, es más buena e indulgente conmigo porque sabe que no podré
disfrutar de todas estas diversiones durante mucho tiempo y que, después,
volveré a estar encerrada entre cuatro paredes.”
…..
“¡Lo
amo! ¡Es una horrible palabra! ¡Es un pecado! ¡Es un delito! Pero es inútil
disimulármelo a mí misma. El pecado es más fuerte que yo. He intentado huir,
pero me ha aferrado, me tiene inmovilizada contra el suelo, me hunde la cara en
el fango. Todo mi ser está lleno de ese hombre: mi cabeza, mi corazón, mi
sangre; lo tengo ante mis ojos en este momento en que te escribo, en los
sueños, en el rezo. No puedo pensar en otra cosa; siento que cada instante su
nombre me viene a los labios, que cada palabra que digo se transforma en su
nombre; cuando lo escucho, soy feliz; cuando me mira, tiemblo; querría estar
cerca de él en todo momento, pero lo rehúyo; querría morir por él. Todo lo que
siento por ese hombre es nuevo, es extraño, es espantoso…es más ardiente que el
amor que le tengo a mi padre. ¡Es más fuerte que lo que siento por mi Dios…!
Esto es lo que en el mundo llaman «amor»…Ya lo he conocido, lo veo… ¡Es horrible…! Es el
castigo de Dios, la perdición, la blasfemia… ¡Estoy perdida! ¡Marianna, ruega
por mí!”
…..
“Tengo
miedo de esa pobre sor Agata, que está encerrada desde hace quince años en la
celda de los locos. ¿Te acuerdas de aquel rostro descarnado, pálido y
espantoso, de aquellos ojos estúpidos y feroces, de aquellas manos huesudas con
las uñas largas, de aquellos brazos desnudos, de aquellos cabellos canosos?
Ella da vueltas sin tregua en el breve espacio de su cuartucho. Se agarra a las
barras de hierro y se soma a la reja como una bestia feroz, semidesnuda, gritando,
gruñendo…¿Te acuerdas también de la pavorosa tradición del convento, esa que dice que aquella celda no
debe permanecer nunca vacía, y que a la muerte de una pobre loca ha de haber siempre
otra desgraciada que encerrar allí? ¡Marianna! Tengo miedo de que yo deba suceder
a sor Agata cuando Dios le haga la caridad de llamarla ante Sí.”
(Giovanni Verga Cartas
de una novicia, páginas 14-15, 54-55, 128)
ResponderEliminarInteresante...
Tu reseña me lleva a pensar que hablas de una novela cuyo tema parece ser bastante duro con un contenido más duro aún de digerir.
ResponderEliminarParece, es cierto, una queja, una protesta del autor contra todas esas imposiciones culturales en la sociedad, de las que no se han librado todavía algunas poblaciones del mundo y de las que tienen mucha responsabilidad las religiones más importantes que existen.
Muy bueno tu trabajo que siempre nos guía por una mejor lectura y muy buenos los fragmentos que permiten saborear por anticipado una buena obra literaria.
Gracias y saludos.
Una novela de costumbres arcaicas es lo que alcanzo a discernir,donde no se consigue libertar el corazón, ante el yugo de una sociedad que a veces mutila el alma. Un abrazo con mi siempre admiración y cariño, gracias por dejarme aprender contigo.
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