Eduardo Flores
Ediciones Mayi,
Cádiz, 251 páginas.
Una ciudad en la que nunca llueve, la ópera prima
de un joven escritor, editada por una pequeña editorial gaditana, fue saludada
de forma muy elogiosa por una buena parte de la crítica, por aquella crítica
que va más allá de solapas y contraportadas y lee los libros: Una primera
apreciación para la casa editora: Ediciones Mayi no rehúye aventurarse con
autores noveles de cualquier edad. Es un riesgo, pero el avance de la historia
de la literatura está compuesto de apuestas arriesgadas que, a veces,
significan fracasos estrepitosos, otras, éxitos que marcan confines. El autor
que profesionalmente nada tiene que ver con la literatura ni con el mundillo
literario, se decantó sin embargo desde sus años de estudiante por las letras,
sobre todo por aquellos autores, confiesa, que han llevado una vida
estrechamente relacionada con lo que escriben, y aquellos heterodoxos que
aportan frescor. Y a pesar de su ajenidad al mundo literario, en este su debut,
se zambulle de lleno en esos escenarios, describiéndolos, destripándolos con
cinismo y a la vez con rigor. Alejandro Flores, alejado pues por su profesión
de los circuitos literarios, agasaja a los lectores, no con una novela
magistral, como se ha afirmado -las novelas maestras en los sistemas literarios
se cuentan con los dedos de las manos-, pero sí con una pieza literaria muy
digna, con no pocas virtudes y algunos defectos. Y eso a pesar de haber sido
concebida, no sé si también escrita, en condiciones harto difíciles: en un
barco atunero en el Índico.
Un protagonista sin nombre, y a la vez voz narrativa en primera persona,
escritor frustrado a pesar del éxito de sus primeras novelas, ahora se siente
incapaz de mover una sola tecla de su ordenador, de poner siquiera una coma en
el procesador de textos. Subsiste prostituyéndose como un negro, escribiendo
partes de los libros de otros. Y actúa y reflexiona e un entorno poblado por
amigos y amigas de lo más variopinto. Son personajes sin nombre, con excepción
del fantasma de Baudelaire que se instala en su apartamento, descritos por
aquellas características caricaturescas que los individualizan (Chalecodepana,
Ladevorahombres, Laflorvirginal, Elfilosofovivalavirgen,
Mipequeñoespermatozoide…). Y en el horizonte, al menos de sus añoranzas, la
figura de ELLA, una mujer ingobernable, soberana de si misma que es su
obsesión, y que solamente hace acto de presencia en las últimas páginas.
Y así avanza esta tragicomedia con remedos valleinclanescos y con un
tema de fondo o hilo conductor invisible que da sentido a muchos de los
acontecimientos disparatados: la búsqueda del lugar en el mundo, no solo el
literario, que persigue el protagonista, entre mucho alcohol y cantidades
ingentes de sexo, buenas dosis de cinismo, acidez e hilaridad. Y sobre todo
entre amigos, un puñado de desequilibrados mentales o emocionales.
La novela tiene un arranque cuya escritura pone a prueba las ansias lectoras. Pero la
persistencia tiene su premio y, a medida que las confesiones y reflexiones de
este escritor en horas bajas van tomando cuerpo e interactúa con esos
personajes definidos por sus apodos y reflexiona consigo mismo, la trama se
hace adictiva y tira del lector. Ayudan a ello, las descripciones que, con
sorna e ironía, hace el protagonista del mundillo literario, de los talleres de
escritura (“Como si realmente se pudiese enseñar a escribir a alguien”, página
62). La cruzada y alegatos contra los libros de autoayuda, contra la literatura
New Age, aunque la literatura es un tema
muy frecuentado, hasta el punto de convertir muchas escenas de la novela
en reflexiones metaliterarias. También el sexo a raudales, si bien solamente
enunciado, sin escenas explícitas, sin narrar menudencias fisiológicas. Así
como el retrato que el protagonista hace de si mismo: un ser sumergido en más
de un mar de fondo: el del alcohol -chupitos de Jack Danil’s a todas horas- y
su adicción al sexo: lo que lleva en los pantalones, llega a confesar, es a la
vez el puñetero motor de su vida y una genuina y auténtica arma de
autodestrucción (página 235).
Acierta Eduardo Flores en situar su relato en una ciudad en la que nunca
llueve, que puede ser cualquier población, pero que el protagonista la percibe
como una especie de tragedia, un error del diseño del mar. Y cuando, en el
desenlace, caen unas gotas, el inusitado fenómeno atmosférico es interpretado
como un presagio del fin de la sequía creativa, casi como una resurrección.
En el debe de la novela que como comentarista también debo explicitar,
menciono en primer lugar la sobreabundancia de escenas, incluso de capítulos
que alargan el tejido narrativo sin añadirle a la novela un plus de atracción.
Y que obligan al lector a roer una novela más larga de lo que pude hacer pensar
su menuda tipografía. Es discutible incluso la presencia de Baudelaire, pese al
toque divertido y enigmático que le añade al relato. El dictum de Borges (“Por qué escribir un libro de 300 páginas cuando
se puede decir lo mismo en 30”) debería ser un precepto de obligado
cumplimiento.
Creo además que la propuesta de Eduardo Flores crea un personaje que con
frecuencia resulta no solo cínico sino odioso. Sin que se pueda hablar
exactamente de misoginia, la visión que este ser sin nombre tiene de las
mujeres, no solo es frívola sino claramente ofensiva: abiertas a perversiones
que te pedirán a gritos! En cada mujer lo que percibe es un potencial
receptáculo de un buen o regular polvo. Solamente después se aborda la cuestión
de si son inteligentes o no. No sirve de disculpas, en mi opinión, el hecho de
que en su relación con el mundo femenino, se considera un verdadero hijo de
puta. El silencio del escritor podría dar pié a un “pecado” por omisión.
Un lenguaje desenfadado, más de una vez descarnado, contribuye a que esta pieza literaria, no obstante lo
que acabo de apuntar, no resulte ni pretenciosa ni falsa. No es una estafa
mercantil, y de su lectura brota la sensación de leer la misma vida. Sobre todo
en nuestros días.
Francisco Martínez Bouzas
Fragmentos
“Esta vez también pude resistir la
tentación de invitarla a ELLa a ese café que mi pequeño gran espermatozoide me
había sugerido. Lo que sí doblegó mi voluntad fue el capricho de ir a espiarla
un rato. Ya sabía desde hacía tiempo que, durante mis no-visitas y subterfugios,
ELLA se percataba de mi presencia. En esta ocasión no fe menos, pero ni yo me
acerqué a su requerimiento cafeinado ni sus piernas, como pilares de mi falo -y
por tanto de mi corazón- giraron hacia mi escondite de voyeur
incorregible. A veces uno siente que nada de lo pasa o de lo que hace es
gratuito y que, imprevisiblemente, lo que está por venir responde a un plan ideado por misterios que nos serán
imposibles de descifrar y que estos mismos se encuentran compartiendo espacio
en nuestro interior con los instintos. Sí, toda una conspiración íntima contra
uno mismo. De modo que como si todo estuviera escrito para que nuestros actos
respondan automáticamente a su interpretación.”
…..
“La editorial para la que me prostituyo
piensa que es una cortesía por su parte mandarme una invitación siempre que se
presenta alguno de los libros para los que he trabajado, es decir, que he
escrito por dinero para otros que se llevan, para lo bueno y para lo malo, la
fama y la gloria, dos auténticas gilipolleces. Así que ya sea para tocarle a
estos energúmenos los cojones o por puro masoquismo, suelo acudir.”
…..
“Como todos en algún momento, yo tuve
también que pasar por aquella época dorada de la adolescencia. Sí, aquella en
la que los jóvenes pasan bastante más tiempo de lo normal en el cuarto de baño.
Es un tiempo complicado. Elpintor a veces se jacta de decirme que jamás llegue
a superar dicha fase de mi vida. Tampoco a mí me parece algo tan malo. La
verdad es que en ese tiempo se jode bastante menos y las chicas no suelen estar
tan abiertas a todas las perversiones que más tarde te pedirán a gritos. Tienes
suerte si alguna toma la iniciativa de bajarte la cremallera para buscar algo
que llevar a la boca. Pero yo tuve una adolescencia feliz y, en lo que a joder
se refiere, tampoco es que me pueda
quejar.”
…..
“A ELLA. No sé qué le diría a ELLA.
Supongo que le diría muchas cosas. Probablemente cosas que ya le he dicho en
muchas ocasiones. Palabras que no recuerdo, que hace demasiado que no
pronuncio. Le diría que lo siento, que lo siento todo. Le diría tantas cosas.
Muchas de ellas ya se las he dicho en muchas ocasiones en un tiempo, en una
existencia pasada y perdida. Me alegra pasar cerca del escote de Lalocutora
cuando ésta se agacha, mientas levito a su lado, para darme unas palabras de
ánimo que no consigo entender. La visión de Laprofesora totalmente abatida hace que un amargor que viene desde dentro suba a mi boca (…)
Descubro que, en un momento así, pasado,
presente y futuro son la misma cosa. Van a meterme en la maldita ambulancia.
Apoyan la camilla en el suelo un momento. ELLA y Mipequeñoespermatozoide están
a mi lado. Puedo fijar la vista en ellos y ellos lo notan. Me hablan pero no
los entiendo. Puedo sonreírles y les guiño un ojo. Ambos se miran y lo celebran
compartiendo una sonrisa conmigo. Las sonrisas más hermosas que he visto en mi
vida. Medio minuto después, ya estoy dentro de la maldita ambulancia, rumbo a
quién sabe dónde.”
(Eduardo
Flores, Una ciudad en la que nuca llueve,
páginas 27, 54, 175, 248-249)
Parece realmente interesante....
ResponderEliminarSaludos
Mark de Zabaleta
Primero que nada mis felicitaciones a esta excelente crítica que nos has regalado, gracias, me has abierto el interés por esta obra que parece encerrar una historia de la vida actual, donde se combinan elementos de promiscuidad desenfrenada y una profunda soledad en la que internamente, el personaje principal enfrenta sus propios miedos con la espada de su misoginia Bueno es lo que he podido discernir y me parece muy interesante. Mis felicitaciones a tu trabajo, y al autor que parece ha logrado una muy buena obra literaria.Abrazos de luz.
ResponderEliminarAraceli: has interpretado perfectamente el tema de fondo del libro. Gracias por tus palabras. Como ves, he señalado más de un aspecto negativo en ste libro. A pesar de ello, el autor me felicitó. Me dice que la mía ha sido la única crítica que realmente merece la pena entre las que se han hecho a su novela. Para ser una novela primeriza, sí, es una buena novela.
ResponderEliminarGracias, amigo, por esta nueva obra que nos ofreces. Por lo que puedo ver en la muestra, encuentro acertada tu crítica, que al final de cuentas elogia el talento de un escritor "primerizo" en los medios publicitarios, que irá esmerándose en el futuro, pues lo dice él mismo al valorar tu constructivo acercamiento a la novela. Un abrazo.
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