Un viaje por la Psicodelia
Pablo Paniagua
Alita de
Mosca-Literatura Indie, Guanajuato, 2015, 146 páginas.
No defrauda Pablo Paniagua al contarnos en su última incursión en la
narrativa la turbulenta génesis de la Civilización Posthumana, una utopía
anclada en la Revolución Psicodélica que parece lograr lo que fracasa en Un mundo feliz de Aldous Huxley: una sociedad
completa, cerrada, perfecta; el fin de la historia, el antitipo del homo sapiens convertido en homo conscientis.
El verdadero superhombre, ese salto en la evolución de la especie humana que
con la eugenesia racial perseguía el nazi Josef Mengele. Y no defrauda con esta
novela lineal, que amalgama ensayo y abundante documentación, a pesar de que
Pablo Paniagua es uno de los escritores que nos están brindando algunos de los
más innovadores experimentos narrativos -escritor periférico y underground como
se autodefine- especialmente en el campo de la metaliteratura fractal.
Bajo el rótulo, y quizás las bendiciones de Abraxas, el dios del Bien y
del Mal de los gnósticos del siglo II, vislumbrado por Hermann Hesse como la
deidad de las dualidades en armonía, Pablo Paniagua sumerge al lector en una
original aventura tras los orígenes de la Civilización Posthumana, narrando la
vida de su Gran Padre, Markus Linder; y de paso muchas de las teorías y
prácticas conspiratorias con las que el Sistema (el Poder dentro del Poder)
manipula y somete a la especie de los hombres supuestamente sabios.
Todo da comienzo con los horrores del nazismo: en 1943 llega al campo de
concentración de Auschwitz II Bikernau un huérfano de un miembro de las
Waffen-SS. Es Markus Heinz, un adolescente de catorce años. Allí ayudará al
doctor Josef Mengele en sus mediciones y experimentos eugenésicos raciales
buscando el salto en la evolución de la especie humana hacia el superhombre
ario. Tras caer en manos del ejército norteamericano, en la operación
“Paperclip” (nombre original, “Operación Overcast”), es enviado con más de
setecientos científicos alemanes a Estados Unidos y allí transferirán los
adelantos de los nazis en armas químicas, energía nuclear, cohetería, medicina
eugenésica, etc. Con una nueva identidad, (Markus Linder) decide convertirse en
psicólogo porque cree que no se trataba de buscar la raza perfecta, como
pretendía Mengele, sino la perfección de la mente humana con vistas a alcanzar
la armonía. Conoce a Aldous Huxley en una conferencia sobre el Soma, entra en
contacto con los iniciadores de la Psicodelia, cuyos postulados asume como
método. En México contacta con la chamana María Sabina y experimenta la
eficacia alucinatoria de los hongos y el peyote con los que se siente
transportado hacia un orgasmo cósmico pero sin perder el pensamiento racional.
Mas pronto será captado por la CIA, primero como suministrador de LSD,
mescalina y psilocibina para estudiar
sus efectos en soldados y voluntarios. Más tarde recibirá el encargo de
vigilar a Timothy Leary, el gran gurú del uso benéfico y respetuoso de las
drogas psicodélicas por los seres humanos. Le encomiendan así mismo
distribuir de manera encubierta LSD y
otras drogas, heroína entre ellas, en las universidades de California para
descerebrar a los jóvenes más rebeldes y libertarios y hundirlos después en el
descrédito del absoluto libertinaje. Son los años 60 y el protagonista se ve
involucrado en el servicio del Sistema para frenar a la comunidad negra y al
movimiento hippie al que se le atribuían posiciones radicales o comunistas.
El relato prosigue con la creación de esa utopía, esa aventura post
Aldous Huxley, la Civilización Posthumana formada por los hijos que el
protagonista engendra en seis mujeres y sus descendientes, alimentados en su etapa fetal con nutrientes cerebrales (LSD, mescalina,
psilocibina, MDMA).
Tras esta trama argumental, el autor no solo refleja, en un relato
ameno y al mismo tiempo muy documentado, los hechos y peripecias más
relevantes de la Contracultura y movimientos contestatarios de los años 60; la
historia de la Psicodelia con la presencia de sus mitos, como Aldous Huxley,
Timothy Leary, Allen Ginsberg, Neal Cassidy, Ken Kessey, Michael Hollingshead,
Jim Morrison o Jimi Hendrix, sino que formula los grandes interrogantes
conspiratorios que de forma “democráticamente” encubierta impone el Sistema (La
CIA, el Poder dentro del Poder), con su doble moral y con su ley de acallar mediante drogas e
incluso con el asesinato, la voz de los ciudadanos.
Considero un gran acierto de la novela sus inicios en el horror nazi de
Auschwitz II Bikernau, porque la conclusión que extrae el lector, es que la CIA
no se diferenciaba mucho de los nazis a la hora de arruinar vidas. La novela,
en efecto, ofrece un muestrario documentado de la barbarie de los experimentos
realizados bajo las órdenes de la CIA sobre ciudadanos norteamericanos, en su
mayoría negros, sin su consentimiento, antes, durante y después de la Segunda
Guerra Mundial. Experimentos que nada tenían que envidiar a los que Mengele
llevó a cabo en Auschwitz. Para el poder el fin siempre justifica los medios.
Acierta en mi opinión el autor al dejar abierto el debate sobre los
viajes psicodélicos, la Contracultura y el uso de las drogas psicodélicas
ajustado a protocolos psiquiátricos. Hay en cambio una condena explícita de la
ruta psicodélica defendida por Ken Kessey (“era comportase como idiotas”).
Abierto igualmente es el final de la novela con ese mensaje, directo u oculto,
de la Civilización Posthumana, con camadas de seres felices, pacíficos pero no
idiotas, destinadas a repoblar el planeta sin afanes depredadores, pero que, por
su carácter utópico no está en ninguna parte ni en ningún tiempo. Es una
ucronía.
Mas en este alegato sin tregua, en este viaje por la Psicodelia y
también por las cloacas del Poder, Pablo Paniagua nos permite disfrutar de un
magnífico fresco del México exuberante de sustancias psicodélicas, de noches de sexo en su capital con putas
indígenas que erotizan intensamente al protagonista, después de la energía y
del orgasmo cósmico que le había regalado el peyote y los hongos de la chamana
María Sabina. Una novela pues para gozar de una intensa historia, pero que
también hace pensar.
Francisco Martínez Bouzas
Pablo Paniagua |
Fragmentos
“Martin sentía la satisfacción de
trabajar por el sustento y difusión de la «libertad», promovida por los Estados
Unidos en la conquista ideológica y comercial del planeta, y para ello había
que experimentar con humanos en la búsqueda de estrategias para superar a sus
adversarios. La CIA, entre los años 1955 y 1972, en coordinación con el
Ejército, realizó numerosos experimentos con humanos sin el permiso de los
involucrados: inyecciones con tóxicos, productos radiactivos y químicos;
infección deliberada con virus y bacterias; cirugías no probadas; exposición a
sustancias radioactivas; ensayos con drogas para alterar la conciencia; y una
amplia gama de pruebas que se llevaron a cabo bajo prescripciones médicas,
cuyas víctimas fueron niños, discapacitados mentales, enfermos y personas de
bajos recursos, pertenecientes, la mayoría de las veces, a minorías raciales;
también se realizaron experimentos indiscriminados con la población de ciudades
enteras, siempre de manera encubierta para evitar demandas judiciales.”
…..
“De aquella cena en casa de Leary sí
informé a la CIA, pero no de sus consecuencias, pues yo compartía el mismo
propósito, entre otras cosas porque deberíamos ser libres para hacer lo que queramos
con nuestra mente y cuerpo, por afectar a la libertad más elemental esa
capacidad de elección, un derecho que nos viene dado por naturaleza: la
libertad es lo más importante pues con ella podemos reclamar justicia e
igualdad (no a la inversa), y prohibir el consumos de psicodélicos y otras
drogas, por tanto, sería propio de regímenes totalitarios que no permiten la
libertad de conciencia. Por aquel entonces, aunque no estaba prohibido, el LSD
era difícil de conseguir, pero ya iban apareciendo terrones de azúcar con una
gota de LSD por los campus de las principales universidades del país: Harvard,
California, Yale, Chicago, Princeton… ¿De dónde provenía la droga?”
…..
“Yo le daré al mundo la religión
verdadera, el culto a Abraxas, el Dios de la dualidad en armonía, algo que me
remite a un cuadro de Mati Klarwein, fechado en 1961, cuyo título es Annunciation que es portada del álbum Abraxas del grupo de rock Santana. En esta pintura
aparece una Virgen negra desnuda, sentada de manera sensual, que recibe la
visita de un ángel montado en una conga. La Anunciación es un tema ya tratado
por la mitología católica, pero ahora sucede en un planeta psicodélico donde en
el cielo azul claro, moteado de diminutas nubes, flota una luna naranja
envuelta por atmósfera brumosa. El ángel es rojo y azulado de izquierda a
derecha, así como el yin y el yan,
como la dualidad, y con el dedo índice
señala hacia arriba, a la primera letra del alfabeto hebreo, el Aleph, como un
símbolo del nacimiento de un nuevo mundo. Libertad sexual y armonía con el LSD,
mensaje para una especie en crisis, en ese planeta lejano que es el mismo
Planeta Tierra del futuro, ahí donde Abraxas será su Dios, una configuración
metafórica de la existencia, de la felicidad cuando se consuma en armonía entre
las partes, el logro de la Utopía, el fin último de la evolución. Así, por mi
medio, el humano evolucionará hacia una especie superior que dignifique el
Universo.”
Fascinante historia, amigo, gracias a ti muy bien presentada. Gracias y abrazos.
ResponderEliminarBuena, reseña...
ResponderEliminarTiene muy buena pinta, habrá que tenerlo en cuenta para futuras lecturas.
ResponderEliminarMuy buena reseña, ya tengo ganas de echarle el guante, y la vista, al libro. Un saludo.
ResponderEliminarMe parece interesante y sobre todo viajando entre los limites de la dualidad en pos de imaginar, aceptar y crear el mundo mágico, pero sutilmente real, que los sentidos no captan. Muchas Gracias.
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