Amélie Nothomb
Traducción de Sergi Pàmies
Editorial Anagrama, Barcelona, 131 páginas
(LIBROS DE FONDO)
Ningún lector de Amélie Nothomb desconoce que
la escritora belga (Etterbeek, 1966) es una verdadera grafómana. La novela que
comento, es la doceava de una serie que en este momento alcanza las veintitres.
Treinta y ocho contabilizando novela breve y relato. Antéchrista, en la versión original editada en Francia, es su
novela anual correspondiente al año 2003. Dos años después, Anagrama nos la
permitía leer en español. Su empeño narrativo ya ha sobrepasado su propósito de
publicar veinte novelas en otros veinte años y posteriormente alejarse de la
escritura y vivir de las rentas.
La amplia nómina de la narrativa en formato novela
de la escritora dio comienzo en 1992 con Hygiène
de l’assassin y prosiguió cada año con absoluta puntualidad -suele escribir
cuatro novelas cada año, de las que publica una, dos en los últimos
tiempos-, asegurándose sobre todo un
público juvenil. El gran éxito le llegó con la novela que hizo el número octavo
Stupeur et tremblements (1999), con
la que logró el Gran Premio de Novela de
la Academia Francesa; una novela que
vendió más de un millón de ejemplares. En agosto de 2014 publicó su, por ahora,
última obra, Petronille, en la que se
adentra claramente en la autoficción.
La prosa de Amélie Nothomb no solamente
seduce en Francia a un público joven. En 2003, por ejemplo, los alumnos
gallegos de bachillerato le otorgaron el Premio Arzebispo Juan de San Clemente
a Metafísica de los tubos, de la
autoría de esta escritora, uno de los fenómenos literarios más llamativos de
las últimas décadas. Porque Amélie Nothomb sabe responder con inaudita
complicidad a los interrogantes de nuestra época, interrogantes que modela y
traduce en novelas y ficciones breves, pero muy contundentes, “tan alejadas de lo insubstancial como del academicismo”.
Antichrista
pertenece a la línea narrativa en la que Amélie Nothomb se basa en temáticas
autobiográficas, sumergiéndose en sus propios fantasmas, en su pubertad
anoréxica, por ejemplo. La novela ofrece un retrato gélido, crudo y despiadado
de la adolescencia y de sus difíciles equilibrios; de sus pesadillas,
turbulencias y terrores. Todo ello escenificado mediante dos protagonistas. Una
de ellas es Blanche, que ejerce al mismo
tiempo de voz narrativa, temerosa, torpe, sumisa (“gato sumiso” es su propia
autodefinición). La otra es su antítesis, Christa, un personaje seductor,
asombroso, narcisista y mitómano. Y como fondo, una historia: la de una
vampirización sin sangre y sin colmillos. Blanche tiene dieciocho años, no se
acepta a si misma, piensa que tiene un cuerpo horripilante y considera que es muy normal que ninguna
chica quiera ser su amiga. Estudia en la Universidad de Bruselas, igual que
Christa a la que admira y con cuya amistad sueña a todas horas. Hasta que un
día se produce el gran milagro: la chica dotada de inmenso poder de seducción
la saluda y habla con Blanche, que deja así de ser invisible.
Es entonces cuando da comienzo una historia
de sumisión, de expropiación, de destrucción de la propia personalidad. La
autora la visibiliza recurriendo a una figura clásica del cine y de la
literatura de suspense: el intruso. Christa vampiriza a Blanche apoderándose de
su habitación de su cuerpo, de sus libros, incluso de sus padres. Sin embargo
la víctima consigue poco a poco romper la destructiva inercia del dominio
psicológico y reacciona. Decide rebelarse y lo hará de verdad cuando descubre
que Christa es el mal, un metafórico anticristo.
Como en obras anteriores, el lector hallará
en Antichrista todos los ingredientes
de la escritura de Amélie Nothomb y también sus fórmulas narrativas: una
escritura ligera, dialogada casi siempre, y un estilo inconfundible, construido
a base de miradas incisivas, frecuentemente crueles e impávidas, llenas de
ironía y cinismo espontáneo, nunca premeditado. Escritura directa que no se
pierde en adornos superfluos pero que bucea y profundiza en la trayectoria
psicológica de los personajes.
Francisco
Martínez Bouzas
Amélie Nothomb |
Fragmentos
“Dieciséis
años de soledad, de odio a uno mismo, de miedos no formulados, de deseos nunca
alcanzados, de dolores inútiles, de
enfados que no conducen a nada y de energía por explotar estaban
contenidos en aquel cuerpo.
Los
cuerpos tienen tres posibilidades de belleza: la fuerza, la gracia y la
plenitud. Algunos cuerpos milagrosos consiguen reunir estas tres
características. El mío, en cambio, no poseía ni un solo gramo de aquellas tres
maravillas. La ausencia era su divisa: era la expresión de una ausencia de
fuerza, de una ausencia de gracia y de una ausencia de plenitud. Parecía el
grito de un hambriento.
Por
lo menos aquel cuerpo nunca expuesto al sol hacía honor a su nombre: blanca era
aquella cosa enclenque, blanca como el arma del mismo nombre, aunque mal
afilada, con el filo dirigido hacia dentro.”
…..
“El
año prosiguió tan mal como había empezado. Antichrista no dejaba de extender su
reino. Nada se le resistía: en la universidad, en casa, los seres y las cosas
veían en ella a su soberana.
Mi
degradación parecía no tener límites. En mi habitación, Christa había tomado
posesión de la casi totalidad del armario: mis cosas habían quedado relegadas
al cajón de los calcetines, convertido en mi último bastión.
Aquello
parecía no bastar a la necesidad de expansión territorial de mi verdugo: la
cama plegable, que se había convertido ya en el lugar donde todavía tenía el
derecho de dormir, estaba constantemente cubierta por un farrapo de ropas
antichrísticas.”
(Amélie Nothomb, Antichrista, páginas 18, 94)
Apasionante, amigo. No la conocía. Gracias a ti cada día descubro tesoros literarios que mi ignorancia clautrofóbica ni adivinaba. Te debo la esperanza de que la escritura gozará de buena salud al menos durante el tiempo que me quede en este mundo. Un abrazo,.
ResponderEliminarMagnífico !
ResponderEliminarFeliz Navidad