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miércoles, 17 de septiembre de 2014

SHACKLETON, LA ÚLTIMA ODISEA DE LA EDAD HEROICA DE LAS EXPLORACIONES



 
El Viaje de Shackleton
William Grill
Ilustraciones de William Grill
Traducción de Pilar Adón
Editorial Impedimenta, Madrid, 2014, 73 páginas.

   
   El pasado día 15 de septiembre Editorial Impedimenta ponía en las librerías una verdadera joya editorial, El viaje de Shackleton, escrito e ilustrado por William Grill. Editado en cartoné, el libro forma parte de la colección “El chico amarillo”, ese 25 % de sus novedades que Impedimenta dedica a la novela gráfica, una decisión que tiene que ver, según Enrique Redel, director y alma Mater de Impedimenta, con la prioridad de contratar y editar “buenas” obras. Y sin ninguna duda Impedimenta ha acertado en esta apuesta por contarnos la “Expedición Imperial Transantártica”, escrita e ilustrada por una de  estrellas emergentes del libro ilustrado británico. Una pieza editorial que será del agrado de los amantes de los libros de viajes y de la literatura ilustrada.
  
Los perros de la expedición
El viaje de Shackleton nos permite retornar a los últimos tiempos de la Edad Heroica de las exploraciones. Y lo hace de forma amena, sencilla y comprensible para todos los públicos al hacer visible el propósito de Ernest Shackleton (1874-1922) de que su nombre pasase a la historia. El explorador anglo-irlandés ya había formado parte de la Expedición Dicovery (1901-1904) dirigida por Robert Falcon Scott; lideró la Expedición Nimrod, una marcha que le permitió a él y a sus tres compañeros alcanzar el punto más al sur jamás pisado por el ser humano. Mas tras la conquista del Polo Sur por Admundsen  (14 de diciembre de 1911), Shackleton centró sus esfuerzos en el gran desafío de cruzar el continente antártico de punta a punta atravesando el Polo, 2.900 km a través del continente helado. Y así fue: en agosto de 1914 Ernest Shackleton y sus tripulaciones compuestas por cincuenta y seis hombres (veintiocho por cada barco) y setenta perros partieron a bordo de dos barcos: el Endurance, que transportaría al equipo principal hasta el mar de  Weddell y el Aurora  que llevaría el equipo de apoyo hasta el otro extremo de la Antártida, el estrecho de McMurdo (mar de Ross).
   El libro que acaba de editar Impedimenta, rememora de forma distinta y mucho más atractiva que anteriores publicaciones como la de Alfred Lansing, Endurance (1959) o la película The Endurance dirigida por George Butler, una de las odiseas de aventuras más notables de todos los tiempos. Cuando en 1915 Shackleton  y los veintisiete tripulantes del Endurance se vieron obligados a abandonar el barco en las heladas aguas antárticas, el desastre parecía irremediable. Mas Shackleton que jamás perdía la fe en la capacidad del ser humano para sobrevivir, inició una lucha épica para lograr la salvación de sus hombres, llevada a feliz término bajo su dirección, en una proeza admirable llena de pavorosos peligros y completamente increíble. La hazaña de Shackleton al salvar a todos sus hombres en lucha contra las fuerzas de la naturaleza es la más extraordinaria que registran los anales de las expediciones polares. Lo que Shackleton se propuso  -cruzar de mar a mar el continente antártico- no hubiera sido tan heroico como lo que hizo en su lugar: rescatar de la isla de los Elefantes a los últimos náufragos del Endurance.                          
El Endurance levando anclas

   Pero el libro que ahora nos permite leer y degustar Impedimenta, le ofrece al lector mucho más: la preparación de la expedición; financiación; reclutamiento; relación de los miembros de la tripulación, los sesenta y nueve perros seleccionados, que desempeñaron un papel crucial; la descripción del barco; el surtido de víveres y equipamiento; el viaje a Buenos Aires, Georgia del Sur, islas Sandwich del Sur; las placas de hielo del mar de Weddell cada vez más fuertes y resistentes; el Endurance atrapado por un feroz puño de hielo a cuatrocientos metros del mar abierto; la espera invernal en la banquisa; el resquebrajamiento del barco; la evacuación y el nuevo desafío: la misión de sobrevivir; el Campamento Océano nuevo hogar de la tripulación; la marcha interminable en búsqueda de un hielo más firme; la nueva base de la expedición, el Campamento Paciencia donde pasaron tres meses y medio con la banquisa a la deriva; el necesario sacrificio de los perros aún vivos; la partida en tres barcas entre el chapoteo de las orcas que podían hacer zozobrar los botes; la navegación hacia la isla Elefante, un suelo sólido y seco; el épico viaje de Shackleton hacia Georgia del Sur en compañía de cinco expedicionarios… Y así, y con otras breves secuencias hasta el rescate de los expedicionarios que permanecían en la isla Elefante en el vapor Yelcho, el barco que el gobierno chileno puso a disposición de Shackleton.
   Una lucha titánica por la supervivencia que hizo olvidar el fracaso del proyecto inicial, porque Shackleton había logrado llevar a puerto seguro a todos los tripulantes del Endurance y a casi todos los del Aurora, el grupo de apoyo del mar de Ross.
   Abundan las publicaciones e incluso películas sobre las hazañas de la última exploración de la Edad Heroica, pero ninguna en el formato de libro ilustrado y escrita con un lenguaje conciso, breves anotaciones que, sin embargo, transmiten lo fundamental de la hazaña. Es el homenaje que Editorial Impedimenta rinde  a la valentía, fuerza de voluntad y resistencia de Shackleton y sus hombres en el centenario del inicio de esta aventura de exploración de lo desconocido.

Francisco Martínez Bouzas

 
William Grill

Fragmentos

“El avance era complicado y lento. De los aproximadamente mil cien kilómetros de hielo que se extendían ante ellos, los últimos cuatrocientos eran de casi un metro de espesor: una capa gruesa e impenetrable que se dividía en placas de más de kilómetro y medio de longitud. El barco fue abriéndose paso entre el hielo a velocidad moderada. Debía vencerlo e ir trazando una V entre los bordes de las placas para, solo entonces, a todo vapor, penetrar en el hielo a velocidad máxima, como una cuña gigantesca. Hurley filmó todo el proceso colgado de su plataforma en el botalón de foque.
Al principio, a la tripulación le resultó emocionante encontrar aquellas placas de hielo. Pero pronto empezaron a preocuparse ya que el hielo fue haciéndose cada vez más fuerte y más resistente. El Endurance tenía que rendir al máximo para poder abrirse camino.
Finalmente, después de haber luchado contra las espesas  placas de hielo durante más de mil cien kilómetros, el Endurance tuvo que afrontar su derrota. Se mirara donde se mirase, no había más que hielo: el barco estaba atrapado.
Después de diez días de tensa espera, Shackleton ordenó que se apagaran las calderas a fin de ahorrar combustible. Antes de intentar cualquier maniobra para salir de allí, esperó que las condiciones mejoraran. Durante aquellos largos días, probaron el trineo a motor y los hombres pudieron descansar.”

…..

“Vista la situación en que se hallaban, Shackleton decidió salir cuanto antes hacia la isla Elefante, situada a unos 160 kilómetros de distancia. Worsley mantuvo el rumbo a pesar de las terribles condiciones, valiéndose de una brújula de bolsillo. Después de 108 horas de esfuerzos y dificultades, los hombres estaban exhaustos, helados como estatuas, con las manos rígidas sobre los remos. La expedición sufría ya los primeros síntomas de congelación. Pero el avistamiento de tierra firme ejerció sobre ellos un efecto electrizante. Pronto serían los primeros hombres en pisar la isla Elefante.
Después de 16 meses eternos, estaban por fin en suelo sólido y seco. Deshidratados y hambrientos, comieron y bebieron hasta hartarse. Pero sus problemas aún no habían terminado ya que la costa se hallaba expuesta a los elementos, y una terrible ventisca azotó la isla durante días y días…”

(William Grill, El viaje de Shackleton, páginas 27-28, 49)

2 comentarios:

  1. Realmente ha sabido pasar a la Historia...muy bien narrada !

    Saludos

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  2. Parece alucinante, y lo más impactante es que fue verdadero, lo que me hace recordar aquello de que "no ha mayor ficción que la realidad". Gran trabajo el tuyo, Bouzas, regalando tu conocimiento, haciendo que la literatura mantenga su salud. Un abrazo agradecido.

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